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Cultura y Espectaculos

Las lenguas indígenas sí son idiomas

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 13 Agosto 2016 Visto: 3653

lenguasLa Redacción
Algarabía
Es un mito pesar que sólo son dialectos.
En el mundo hay una gran diversidad de lenguas y culturas, lo que implica diferentes religiones, sistemas sociales, económicos y de justicia; es decir, distintas visiones del mundo. Se calcula que existen alrededor de 6 000 lenguas en el planeta. Este número es muy grande y nos da una idea de la enorme creatividad que tiene el ser humano.
La historia en contra
Muchas culturas han sido conquistadas, lo que ha hecho surgir diversos prejuicios con respecto a ellas, sus integrantes y sus lenguas. Al crearse los Estados-Nación, se conformó una identidad, que conlleva compartir una misma lengua y cultura oficiales. Ello da como resultado que las demás culturas y lenguas, distintas a la nacional, sean muchas veces relegadas, y que la mayoría de las lenguas desaparecieran —algunas de ellas en la actualidad aún están en peligro de hacerlo— y las culturas quedaran asimiladas a la cultura nacional.
Durante algún tiempo se inventaron categorías raciales para clasificar al género humano, como por ejemplo: raza blanca, raza negra, raza amarilla, raza cobriza o indoamericana, etcétera.
Incluso algunas corrientes «científicas», biológicas o antropológicas —el determinismo, por ejemplo—, cargaron a las razas de determinadas características inamovibles.
Sin embargo, dichas características resultaron más bien una carga negativa para el sujeto, lo que determinó que un sector de la población de estos Estados-Nación con características diferentes, como los grupos indígenas, se considerara una subclase de población; éstos, además, formaban parte de los grupos empobrecidos de la sociedad.
Por ello, su situación, y los prejuicios que conlleva, se trasladaron lógicamente a sus lenguas. Términos como dialectos, jergas, lenguajes primitivos, lenguas modernas, lenguas prestigiosas, idiomas, etcétera, se mezclan para referirse a las lenguas y sus variantes.
Los dialectos no son lenguas inferiores
Se daba por hecho que estas sociedades «no evolucionadas —o no desarrolladas—» usaban algún dialecto, término empleado para asignarle un valor muy limitado a una lengua, y que era sinónimo de lenguaje primitivo.
El término dialecto, en lingüística, realmente se refiere a la variación de un idioma o lengua, por sus diferencias léxicas, gramaticales o fonológicas con respecto a las otras variantes. La dialectología es la disciplina que se encarga de los estudios de variación, principalmente de las variaciones geográficas y sociales, lo cual da como resultado la creación de zonas dialectales para las lenguas.
Los dialectos son variaciones de un idioma o una lengua.
En muchas ocasiones, a lo largo de la historia, los investigadores se han enfrentado a la gran diversificación de las lenguas y, al verse casi imposibilitados para abarcar a la lengua en general, han optado por estudiar cierta zona, dialecto o variante.
Así que los títulos de sus investigaciones incluían el término dialecto —por ejemplo,Las áreas dialectales del náhuatl moderno, Lastra, 1986, o Pajapan: un dialecto mexicano —náhuatl— del Golfo, García de León, 1976, entre otros.
Desde un punto de vista lingüístico, es un dialecto lo que hablan en esa región o comunidad, pero sólo es una parte de la lengua en su conjunto. Sin embargo, esto llevó a que muchos no especializados en la lingüística y sus términos, relacionaran a las lenguas indígenas con los dialectos, y pensaran que se trataba de subderivados de una lengua.
Lenguas e idiomas
Lengua e idioma son sinónimos de un mismo referente, son sistemas de lengua. Lingüísticamente lengua e idioma son exactamente lo mismo. Sin embargo, en el uso diario, socialmente idioma trae consigo un sinnúmero de cargas significativas. Se emplea para definir una lengua prestigiosa u oficial de algún país, una lengua con sistema de escritura, con literatura; aquella usada por un gran número de personas con educación formal.
México, un país multilingüe
Para terminar con este mito de que las lenguas indígenas son dialectos o lenguas «de segunda», se ha sugerido utilizar el término variante lingüística para nombrar a las variantes de cualquier lengua o idioma. Cabe hacer hincapié en que indígena no es sinónimo de indio, indígena quiere decir «originario de» y las lenguas indígenas de México son las lenguas originarias de México.
Nuestra nación se ha reconocido como un país multilingüe, ya que existen en el territorio nacional más familias lingüísticas que en toda Europa, y todas ellas cuentan con una gran complejidad.
En México existe la Ley de Los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, en la que se da a conocer que las lenguas indígenas son lenguas nacionales, igual que el español. En esta ley se afirma que toda persona hablante de alguna lengua indígena tiene derecho a ser atendida en su lengua materna; por ejemplo, en los asuntos legales, en la escuela, en el hospital, en diversos medios de comunicación, en la administración pública, etcétera.

 

China y México firman declaración conjunta de cooperación en materia de cultura

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 10 Agosto 2016 Visto: 2708

CHINASecretaría de Cultura
El secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa y la viceprimera ministra del Consejo de Estado de la República Popular China, Liu Yandong, suscribieron el documento que refrenda la estrecha relación entre ambas naciones
En reunión bilateral realizada este martes 9 de agosto, el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa y la viceprimera ministra del Consejo de Estado de la República Popular China, Liu Yandong, firmaron una declaración conjunta de cooperación cultural que refrenda las estrechas relaciones que han mantenido ambas naciones a través de los siglos.
Rafael Tovar y de Teresa afirmó que la República Popular China ha tenido una de las más profundas transformaciones en materia de cultura, educación, ciencia y tecnología, proceso en el que ha mantenido una cercana relación con México, renovando en diversas épocas sus lazos de trabajo y amistad.
En la reunión realizada en la sede de la Secretaría de Cultura estuvieron también presentes Benito Mirón López, director de Relaciones Internacionales de la Secretaría de Educación Pública, con la representación del secretario Aurelio Nuño Mayer; el Embajador Carlos de Icaza, subsecretario de Relaciones Exteriores y Qiu Xiaoq, Embajador de China en México.
El secretario de Cultura recordó que históricamente con la Nao de China, las relaciones culturales y comerciales entre ambos países han sido muy cercanas y cumplen más de 300 años, en los que se han refrendado, además, los lazos de cooperación en diversos ámbitos con acuerdos, visitas de Estado e intercambios culturales como la exposición Mayas. El lenguaje de la belleza, inaugurada en China durante la pasada visita de Estado del presidente Enrique Peña Nieto.
Liu Yandong recordó que en 1972 se fortalecieron las relaciones comerciales entre China y México, y en 1978 se firmó uno de los primeros acuerdos culturales, el cual se ha enriquecido con la cooperación de ambas naciones a través de los años y que en el siglo XXI coloca a su país como uno de los principales generadores de turismo hacia México en la ruta Asia-Pacífico.
La viceprimera ministra del Consejo de Estado de la República Popular China recordó también la ruta histórica de la seda que en el siglo XVI hermanaron a México y a China y más tarde con las relaciones culturales que se mantuvieron a lo largo del siglo XX.
La funcionaria afirmó que la creación de la primera Secretaría de Cultura Federal, refrenda la importancia que este ámbito tiene para México y celebró que nuestro país refuerce cada vez más su presencia en las industrias culturales internacionales, terreno en el que China ocupa un lugar preponderante.
El secretario de Cultura refirió que la actividad en torno a la cultura genera hoy en México más del 2.8 del Producto Interno Bruto del país, lo que resulta en una cifra relevante a nivel mundial.

 

Sala Japón: La tierra del Sol Naciente, Museo Nacional de las Culturas

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 10 Agosto 2016 Visto: 2796

JAPONREVISTA ARQUEOLOGÍA MEXICANA
Las carpas, cuando van a desovar, nadan contra la corriente hasta encontrar el sitio idóneo. El esfuerzo de este pez es considerado en la cultura japonesa como ejemplo de perseverancia, uno de los valores que este pueblo ha puesto en práctica para sobreponerse a las calamidades y catástrofes que ha vivido, destacó la antropóloga Silvia Seligson, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Ese espíritu de persistencia y disciplina que identifica a esta milenaria civilización se puede apreciar en la renovada Sala Japón. La tierra del Sol Naciente, del Museo Nacional de las Culturas, que se abrirá al público este 4 de agosto. El espacio alberga 120 piezas —de las cuales una tercera parte son réplicas de obras consideradas en Japón tesoros nacionales— que conjugan la estética y el minimalismo característicos de esta cultura.

La curadora resaltó que en su segunda renovación (la primera se realizó en 1989), la sala cuenta con un discurso temático que está dividido en cuatro secciones: Concepción de la muerte: ritos funerarios, Influencia de la cultura china, Creencias y costumbres tradicionales, y Aportaciones.

La investigadora, quien fue la encargada de realizar la primera actualización del espacio hace 27 años, explicó que, de acuerdo con las creencias tradicionales, al morir, el alma deja el cuerpo y se marcha al País de la Sombra, lugar del cual es liberada mediante rituales realizados por sus familiares. Dichas prácticas mortuorias son abordadas en el primer núcleo temático Concepción de la muerte: ritos funerarios.

Seligson detalló que durante los periodos Jomon y Yayoi (aproximadamente 10000 a.C. - 250 d.C.), los enterramientos se realizaban en urnas de barro depositadas en fosas de tierra. Posteriormente, se crearon los primeros montículos funerarios, en el periodo Kofun (siglos III-VI d.C), para los líderes religiosos y políticos; estás prácticas concluyeron en el siglo VIII, con la introducción del budismo y la cremación.

En esta sección destacan las vasijas funerarias de arcilla, réplicas de las elaboradas en el periodo Jomon (10000 a.C. a 250 a.C.), que presentan motivos ornamentales de cordones o jomon, además de figuras de formas femeninas estilizadas y voluminosas, posiblemente de alguna deidad de la tierra y la fertilidad. Mención aparte tienen las haniwa (periodo Kofun, siglos III-VI d.C.), figuras huecas de arcilla de tipo antropomorfo con una casa en miniatura en la parte superior que, según su cosmovisión, era donde residía el espíritu del fallecido.

En Influencia de la cultura china, segundo apartado, se aborda el florecimiento de los centros de poder y cultura. Al no tener escritura propia, Japón adoptó la china; más tarde, durante el periodo Heian (794 – 1185 d.C.), desarrolló un alfabeto complementario con el que floreció una distintiva cultura llamada clásica, cuyo signo más evidente fue la creación de dos nuevos silabarios o kana.

La investigadora del INAH explicó que entre los siglos VI y VIII, correspondientes a los periodos Asuka y Nara, Japón instauró un sistema centralizado similar al del gobierno imperial chino; a partir de entonces, las etapas históricas tomaron el nombre de la ciudad sede del poder. También instituyó el budismo, originario de la India y proveniente de China a través de Corea, como religión oficial; se erigieron numerosos templos, monasterios y esculturas, e incorporaron ceremonias budistas en la música y danza de la corte.

En este núcleo se puede observar un óleo titulado Bugaku, danzas rituales, de Seiji Ito (1968), pintura contemporánea basada en este género de música y danza de origen chino, que se representa en ritos de consagración en templos budistas y en ceremonias dedicadas al emperador y a las deidades.

También sobresale la influencia del budismo zen, originario de la India que llegó al país del Sol Naciente a través de China y Corea, en actividades cotidianas como la ceremonia del té, en las artes como el teatro Noh y la pintura monocroma, así como en la concepción de los samurái o “servidores”, guerreros que se regían por un código de comportamiento basado en valores del confucianismo, de creencias nativas y del zen, que enfatizaban la austeridad, autodisciplina y meditación.

La antropóloga Seligson destacó que entre las piezas originales con las que cuenta el museo y que podrán ser apreciadas, está una armadura de samurái que data del siglo XVIII, compuesta por láminas de hierro laqueadas, unidas por cordones de seda, un casco y una mascarilla de aspecto feroz que servía para infundir respeto y temor, así como algunos sables que datan del XIX.

La ceremonia del té, que surgió de la costumbre de los monjes budistas zen de beberlo durante sus largas horas de meditación, cuenta con algunos objetos empleados en este ritual, como son los utensilios o cha dogu, entre los que destacan un mizusashi (recipiente para agua); hishaku (cucharón de bambú), chawan (tazón para té); natsume (pequeña caja para guardar el té verde matcha) y tetsubin (tetera de hierro fundido), entre otros.

Las Creencias y costumbres tradicionales, título de la tercera sección, son ejemplificadas con el shinto, religión nativa en la que se venera a los ancestros, a seres mitológicos e históricos y a los fenómenos naturales; los kami son sus deidades e incluyen a una amplia gama de seres sagrados, animados e inanimados con poderes extraordinarios.

La ceremonia nupcial tradicional es shintoista, cuyo principal rito es el brindis denominado san-san-kudo, que significa “tres veces tres intercambios de cuencos”. Se exhibe una réplica de un atuendo tradicional de la novia que consta de varios kimonos, como el shiromuku, elaborado en seda con diferentes tonos de blanco, color relacionado con la pureza, elegancia y nuevo inicio; irouchikake o sobretodo, bordado con hilos de seda rojos y dorados, símbolos de felicidad, y ornamentado con motivos de grullas, emblemas de larga vida.

“También se abordan ejemplos de festivales tradicionales como el tango no sekku, día de los niños, que se festeja el 5 de mayo con la finalidad de transmitir el ejemplar comportamiento del samurái a los infantes, quienes a los cinco años de edad recibían de su padre el sable que usarían a partir de los 15. Se muestra un altar integrado por un muñeco que representa al guerrero, así como objetos relacionados con sus hazañas; lo acompañan ofrendas de arroz y carpas de tela, símbolos de perseverancia y éxito”, comentó Seligson.

En la última unidad temática, titulada Aportaciones, se abordan las contribuciones importantes de la cultura japonesa, entre ellas el trabajo de la laca, arte creativo y distintivo que surgió a partir de la introducción de piezas de origen chino en el siglo VII; se mostrará su influencia en piezas de laca mexicana.

Otros aportes destacados son los biombos, que florecieron en el periodo Edo (1603-1856), y las xilografías o estampas conocidas como ukiyo-e, que surgieron a mediados del siglo XVII e ilustraban tres temas: Bijinga (bellas mujeres, cortesanas o geishas), personajes del teatro kabuki, y fuzoku o fukei-ga (escenas de la vida cotidiana y famosos paisajes).

Desde su apertura, en 1965, el Museo Nacional de las Culturas cuenta con una sala permanente dedicada a Japón, en ese momento fue curada y montada por la especialista Yoshiko Shirata Kato. En 1989, la antropóloga Silvia Seligson se encargó de actualizarla; de 2009 a la fecha, dentro del proyecto de renovación, tanto arquitectónica como museográfica de las salas permanentes del museo, la especialista aportó una nueva concepción a la Sala de Japón.

El Museo Nacional de las Culturas se ubica en calle Moneda 13, Centro Histórico de la Ciudad de México. Horario: martes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas. La entrada es gratuita.

 

Bolero, Patrimonio Inmaterial

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 10 Agosto 2016 Visto: 2649

BOLERHoy se presentará el programa cultural que busca que este ritmo musical sea incluido dentro de la lista de la UNESCO, igual que el tango o el flamenco

LUIS CARLOS SÁNCHEZ. EXCÉLSIOR

CIUDAD DE MÉXICO.

Un grupo de especialistas, instituciones públicas y privadas, así como amantes de la música, trabajan para postular al bolero como parte de la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La iniciativa, que buscará ser presentada conjuntamente entre México y Cuba, está basada en un programa de salvaguarda del ritmo que si bien nació en la isla, “fue aquí donde llegó a la adolescencia y maduró”, afirma Graciela Mota Botello, presidenta de Icomos México y una de las promotoras de la propuesta.

El reconocimiento, con el que ya cuentan otros ritmos como el flamenco y el tango, busca obtenerse en 2018; mientras tanto ha sido creado el Instituto para la Preservación y Fomento del Bolero en México A. C. que a partir de este mes iniciará una serie de actividades académicas y artísticas para promover el género que cultivó Agustín Lara. El programa que será presentado hoy, incluye una exposición, un encuentro académico para determinar la importancia del bolero y un concierto en el Museo de la Ciudad de México Esperanza
Iris.

En la medida que hemos ido hablando con nuestros interlocutores, nos damos cuenta que todos son amantes del bolero. El verdadero sentido de este Instituto no es poner de moda un nuevo género musical, vamos a darle un contenido profundo, educativo y cultural al bolero, un género musical que dice, que canta que interroga más que responder, un género que se hereda y se sincretiza en toda América Latina, que si bien en Cuba tiene su origen es en México donde se vuelve adolescente y maduro”, señala.

La idea de postular el bolero como Patrimonio Cultural Inmaterial surgió en la bohemia. Mota Botello ideó el plan junto con Cecilia Margaona, quien funge como tesorera de la A. C. y con el músico Rodrigo de la Cadena. “Con Margaona que es también de Icomos estuvimos hace cuatro años en Coatepec, en el evento de patrimonio inmaterial, ahí Yolanda Santaella habló del danzón y ahí nos dimos cuenta que el ritmo del que hablaba no es solamente para bailar sino que es todo un universo, se ha hecho poesía, canciones, vestuarios, códigos de interacción, literatura y lo mismo sucede con el bolero”.

FLAMENCO, TANGO Y... BOLERO
La idea acabó de tomar forma en La cueva, un lugar de la Ciudad de México que busca preservar la bohemia. Hace dos años, los tres promotores registraron el Instituto y desde entonces han buscado apoyo de diferentes organismos y especialistas, incluida la Dirección de Patrimonio Mundial del INAH, que encabeza Francisco López. Con el apoyo de la Fonoteca Nacional y de la Dirección General de Culturas Populares de la Secretaría de Cultura, hoy será presentado el programa El bolero, patrimonio vivo. Rumbo a la UNESCO.

Estamos empezando a hacer el expediente, no es que no haya cosas hechas, pero la UNESCO nos dice que es importante que todos los elementos se vayan desarrollando en conjunto con los portadores y ¿quiénes son estos?, pues lo que hacen el bolero, tenemos ahora si músicos, compositores, intérpretes, herederos, bohemios, instituciones, el bolero está vivo por esos portadores que nos hacen reconocer al bolero como algo que nos convoca y nos sigue convocando”.

A partir de estas ideas fuimos decidiendo nuestras metas y objetivos, porque queremos que haya un reconocimiento de la UNESCO, qué implica eso, una obligación, no es privilegio, es una distinción que nos va costar trabajo, la UNESCO exige tener todo un plan de salvaguarda, el instituto se hace para hacer un plan de salvaguarda con instituciones públicas y privadas, con instituciones financieras, con museos, quienes quieran sumarse

Mota Botello afirma que si bien el género musical no puede perder el elemento como espectáculo que tiene al tratarse de una manifestación de la cultura popular, el expediente que será presentado al organismo mundial deberá contener un detallado programa de desarrollo y difusión del género, así como el sustento histórico, tanto mexicano como cubano, y un plan de desarrollo para preservarlo. “Si bien el bolero no puede perder el elemento del espectáculo porque es importante, el verdadero tono del bolero es aquí, en corto, es el decir. Ella Fitzgerald, Satchmo, cantaron bolero, Elvis Presley cantó bolero, el bolero no sólo es un tema musical”.

En el momento de la llegada a México del género, agrega Mota, “el país es un hito, México es una nación postrevolucionaria, llena de ideales, donde hay una enorme tradición literaria, musical, poética, de las artes, está la gran transformación de un país del siglo XX, está la radio, todos estos elementos permiten que aquí confluya el bolero, es el lugar de las ideas. Pero además la combinación entre el canto, la imaginación y la poesía se vuelve un sentir, el bolero de los cuarenta y los cincuenta, el del “reloj no marques las horas”, esto está pasando aquí”.

Un elemento más deberá incluir el expediente presentado a la UNESCO, “en un momento del siglo XX con toda la influencia regional de Cuba, del Caribe, de Yucatán, de la trova, se torna un momento urbano y es con el crecimiento urbano cuando surge el bolero mundano, el bolero tiene siempre ese aire de mundanidad, pero también de mundanidad afectada por los sentimientos, uno lo ve por ejemplo con El jibarito, es en la ciudad donde vende, el bolero no es poesía clásica sino que su enorme valor es que es lírico popular, es el verdadero elemento conspicuo de la gente que hace la vida diaria, esas personas sienten, sufren, aman, desean, tienen ilusiones, odian y están afectadas”.

 

Casa del poeta Ramón López Velarde; un museo metafórico vigente

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 10 Agosto 2016 Visto: 2733

LOPEZ VELARDEA 25 años de su apertura, este centro cultural conserva viva la memoria y el legado del vate zacatecano que habitó este inmueble porfiriano

VIRGINIA BAUTISTA. EXCÉLSIOR
CIUDAD DE MÉXICO.

La habitación donde murió Ramón López Velarde (1888-1921), con el techo de cielo raso blanco, como se usaba a finales del siglo XIX, conserva el ambiente íntimo, cálido y modesto en el que vivió el hoy considerado padre de la poesía contemporánea.

El museo de sitio dedicado al autor del famoso poema La suave patria (1921) y la Casa del Poeta que lo alberga, ubicada en la colonia Roma, llegan a sus 25 años de actividad consolidados como uno de los pocos espacios dedicados a la poesía en la Ciudad de México.

Ideado por los escritores Guillermo Sheridan (el cuarto del poeta) y Hugo Hiriart, presidente y secretario del patronato de la Fundación Casa del Poeta, respectivamente, el museo evoca de una manera singular la vida y la obra del vate zacatecano.

“La propuesta curatorial sigue vigente. Es un museo metafórico. Se solicita a los visitantes que observen cada objeto, lo relacionen con la poesía de Ramón y lo interpreten de acuerdo a su sensibilidad”, explica en entrevista María del Carmen Férez.

La tesorera del patronato y directora de la Casa del Poeta Ramón López Velarde, que empezó a funcionar a finales de 1991, detalla que la idea central es que los visitantes sientan en verdad el ambiente y conozcan las costumbres que rodearon al autor de La sangre devota (1916), quien pasó los últimos tres años de su vida en esta pionera vecindad porfiriana.

Una levita y un bombín, el aguamanil y las tijeritas que muestran cómo se afeitaban los señores en esa época, cojines con encajes, un baúl lleno de bordados, una mesita con remedios de botica y el Ropero de los Sueños son algunos de los objetos que despiertan la imaginación.

 

Tlaxcala, epístola de un viaje que permanece

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 10 Agosto 2016 Visto: 2804

n tlaxcalaMÉXICO DESCONOCIDO. KENIA PÉREZ SANDOVAL
Inma querida:

Aún no puedo deshacerme del dulce sabor del aguamiel que probamos en el campo tlaxcalteca al que me llevaste. Qué divertido nos pareció correr entre las magueyeras hasta alcanzar a don Manuel, el tlachiquero de la Hacienda de Xochuca, para acompañarlo a extraer con su acocote ese suave jarabe.

Corrimos unos diez minutos hasta dar con él y su burro Joaquín, que tanta ternura te dio. Todos esos paisajes a las faldas de la Peña del Rosario me hicieron sentir como dentro de un cuadro de Velasco. ¿Te pasó lo mismo? Y recuerdas lo tonta que me sentí al no saber que el aguamiel brota del corazón del agave. Qué experiencia fue probarlo ahí mismo, frente a la planta, en una copa improvisada. Fue algo así como una ceremonia, una comunión.

Me pareció único conocer acerca de las largas jornadas de trabajo de ese hombre. Su sabiduría fue venerable. ¿Te acuerdas que nos invitó a ver el proceso de fermentación del pulque? Te morías de risa al ver mi cara cuando lo probé por primera vez porque no era curado, luego me acostumbré al sabor y me decías que fuera despacio porque “se te va a subir muy rápido”.

Antes de conocer Tlaxcala me imaginaba que el estado era un enorme campo de maíz dorado, ahora también siento que es un campo verde y extenso, con construcciones que guardan leyendas. Lo que vivimos en este viaje me afectó tanto, que al llegar a mi casa sentí un impulso de querer conectarme nuevamente con todo ese mundo bucólico y hurgué en mis estanterías hasta dar con Pedro Páramo para releerlo. Tan absorta estaba por el libro que lo terminé en unas tres horas.

El vuelo de regreso fue pesado, ya sabes que los aviones y las turbulencias siempre me han estremecido; me recuerdan con frecuencia que no hay marcha atrás. Además, la comodidad aún no se ha inventadopara las aerolíneas económicas. Cuando intentaba dormir, las luces se prendían o comenzaban los sonidos del carrito de servicio de alimentos y la voz dulce de la azafata aparecía ofreciéndonos agua, café o té.

No pude dormir ni un segundo, entonces me puse a hojear una revista y fue cuando leí esa frase de John Steinbeck: “La gente no hace viajes, son los viajes los que hacen a la gente”, y me descubrí transformada. Es duro estar de regreso en la rutina y en este país que no tiene nada que ver con México. Estoy en Madrid pero mi cabeza sigue allá, mi inconsciente no es de exportación, como diría Villoro. Extraño el acentode la gente de Tlaxcala, como el de la señora que nos preparó los tlatloyos de maíz azul con habas y frijol con huitlacoche, tan deliciosos que no puedo creer que casi te comiste cuatro. Se me olvidó contarte que, cuando te ausentaste, le pedí la receta a la seño para intentar cocinarlos, aunque espero poder encontrar todos los ingredientes.

A todos aquí les he contado lo pequeña que me sentí entre esas viejas construcciones de la zona arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl. Algo que me impresionó fue saber que sus pobladores veneraron a la imagen femenina como poco se ha registrado en otras culturas mesoamericanas, y el poder haber admirado esas miles de figurillas de barro que representan a mujeres recién nacidas, niñas, adultas, embarazadas, en parto y ancianas.

Además, ¿no te pareció asombroso cómo se conservan esas pinturas tan sofisticadas que se encuentran en el sitio? Me perdí entre los colores brillantes, las líneas dibujadas con tal precisión y las historias de guerreros indómitos que nos susurraron esas viejas paredes. Estando ahí me imaginé a los pobladores preparando el mezcal en los hornos de piedra para beberlo en sus rituales, tal como nos narró el guía.

 

Me viene guango el tacuche

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 10 Agosto 2016 Visto: 3745

s32 lengua huarache 2David Chávez Rivadeneyra. ALGARAÍA

Durante la época novohispana, la
 lengua española se asentó sobre las lenguas indígenas como una capa cada vez más uniforme.

De esta manera, las lenguas locales quedaron convertidas en lenguas de sustrato1 que han influido, sobre todo, en el léxico. En el español de México, el sustrato más importante fue, desde luego, el náhuatl, pero también existen sustratos de otras lenguas indígenas.
De Michoacán —tarasco o purépecha— provienen las palabras charal y huarache. También las hay de origen caribe, como huracán y canoa, e incluso de lenguas más distantes, como el guaraní, de donde viene jaguar.
El purépecha no tiene parentesco lingüístico con ninguna de las lenguas indígenas de México.

En cuanto a la difusión de los elementos de sustrato, pocos se han extendido tanto en el mundo como
los términos náhuatl tomate o chocolate, que forman parte del acervo común de la lengua española y, de hecho, se han vuelto universales al pasar a través de ésta a otras lenguas.
En el caso del léxico de origen purépecha presente en el español de México, solamente la palabra huarache alcanzó gran difusión: no le resulta desconocida a ningún mexicano, un gran número de estadounidenses la conocen y, lo que es más, la mayor marca de zapatos deportivos de ee.uu. la adoptó a manera de préstamo para designar uno de sus modelos.
Es importante mencionar que los términos de origen purépecha presentes en el español de México no distinguen para nada a quien las usa como michoacano; son más bien mexicanismos generalizados que nadie asocia ya con los antiguos tarascos.
De hecho, la mayoría de la gente que los usa no tiene conciencia de su origen purépecha.

Estos elementos son el resultado de un proceso que parece completamente terminado, es decir, ya se incorporó todo lo que tenía que incorporarse; no hay elementos de reciente adopción ni parece que se vayan a introducir más.
No pretendo ser exhaustivo en la recopilación ni dar un número «exacto» de términos del purépecha que entraron
 al español de México; sé que el uso de una mayor o menor cantidad de éstos varía incluso de una familia a otra. Me interesa más dar a conocer los diferentes niveles de difusión que han alcanzado los más comunes y agruparlos de acuerdo con ese criterio.
Debido a la popularidad del aguardiente michoacano conocido como charanda, el uso de esta palabra se ha extendido, incluso, fuera de Michoacán.

La gente de otros estados sabe que la charanda es un aguardiente, pero generalmente no sabe que se llama así por el nombre purépecha con que se designa a la tierra roja que le da color: charhanda. Sin embargo, es una bebida que sí suele asociarse con Michoacán.
En la canción La tertulia, de Chava Flores, misma que Pedro Infante interpreta en la película Dos tipos de cuidado (1952), se especifica de dónde es la charanda: «...y brindamos con charanda de Morelia». Éste es el único término del cuadro que remite a Michoacán, aunque no precisamente a la cultura purépecha.
La palabra charal viene de la raíz purépecha charha, misma que forma la palabra charhaku, «bebé»; esto coincide con 
el hecho de que los charales son los peces más pequeños del lago de Pátzcuaro, por lo que su nombre vendría a ser algo así como «pececillos». Yo creo que se trata de una voz purépecha, aunque Pablo Velásquez la ubica en la sección dedicada al español purépecha de su Diccionario de la lengua phorhépecha y la traduce como khuerépo.
En el español de México se usa también como calificativo para personas muy esbeltas.

Cualquier mexicano sabe que el tepache es una bebida fermentada que se elabora con piña, pero muy pocos saben que el nombre de este refresco es de origen purépecha.
 En el diccionario de Velásquez aparece tal cual: tepaché. Seguramente viene de la raíz tepani que significa «engordar». De acuerdo con el Diccionario grande de la lengua de Michoacán, la palabra tépamani quiere decir «echar miel en
 el cacao». En la elaboración del tepache no se utiliza ni miel ni cacao, pero el verbo parece referirse, más bien, a la acción de agregar dulce, piloncillo en el caso del
 tepache, a fin de engordar una bebida.
En cuanto al vestido, Francisco J. Santamaría sugería, en su Diccionario de mejicanismos (1978), que de guangoche, cuyo uso es más 
bien rural, debe haber derivado guango, «genuino mexicanismo» que significa «ancho, holgado, flojo».
En última instancia deriva de la raíz uanho, que tiene el sentido de «rodear, dar vueltas», como una faja, un cinturón o un resorte.

La palabra huarache es 
la más difundida de todas. En la ciudad de México tiene dos acepciones, ya que, a partir de la forma de dicho calzado, también se llama así a una especie de tlacoyo de maíz y frijol que se sirve con queso, cebolla y salsa verde o roja.
Podemos localizarla en el Diccionario enciclopédico Espasa-Calpe, por ejemplo, y lo más significativo es que para definirla se usó otra palabra indígena: cacle, de la cual ahí mismo encontramos la siguiente definición: «—del mex. cactli, “zapato, sandalia”— m. sandalia que usan los indios en México».
Huarache también suele escribirse con g: guarache, sin que esto marque alguna diferencia, como la que podría haber entre el calzado y el alimento.

En el español de México, decir que alguien «viste de tacuche» significa que viste de traje. El término tacuche viene de takusi, raíz que aparece como tacuche en el Diccionario grande. Por supuesto, su significado en español ya no es el mismo que en purépecha: «ropa, tela o ropa vieja».
Su paso al español seguramente se debió a una ironía, ya que, como ha observado George Foster, entre los habitantes de Tzintzuntzan «se da mucha atención a vestir “correctamente”; esto significa, en la mayoría de los casos,
no transgredir las normas del lugar. Por esta razón, el atuendo masculino de la ciudad, con chaqueta o corbata, se mira con desdén. Tal atuendo puede describirse con cualquiera de estas tres palabras: catrín, la palabra mexicana usual para el vestido citadino; tacuche, del tarasco takusi: «pieza de ropa»; y curro, que significa «elegante» o «llamativo».
El término chacuaco viene del purépecha chakuakua, que
 se refiere a la ventanilla ubicada en el techo de una cocina,
la cual sirve para que el humo escape. Se ha encajado en el español de México con ayuda de la expresión «fumar como chacuaco», aunque, como en el caso de charal —e incluso más—, no tiene un referente preciso.
El término timbiriche es conocido por mucha gente merced al nombre de un juego de puntos y rayas, pero pocos saben cuál es su etimología.

Quién sabe si el juego sea de origen purépecha, pero podemos afirmar que su nombre proviene de un lexema purépecha, porque en el diccionario de Velásquez aparece la palabra timbiríchi: «planta y fruto semitropical». El origen parece ser timbiri: «racimo».
A favor de su procedencia mexicana y, más específicamente, purépecha, está el hecho de que un grupo musical mexicano, infantil en un principio y juvenil después, llevara este nombre, pues, generacionalmente, surgió como imitación del grupo español Parchís, que también era el nombre de un juego.

 

Las fresas

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 10 Agosto 2016 Visto: 2988

s32 ciencia homeFRESASSGabriel León. ALGARABÍA
Presentamos una semblanza científica del curioso origen de una de las frutas más populares del mundo.
Su color rojo, delicado sabor y aromática fragancia la han convertido en una joya gastronómica.
Las fresas tienen su momento más glamoroso durante el torneo de tenis de Wimbledon, donde, servidas con crema, se convierten en un ícono gastronómico, aunque también saben muy bien nadando en una buena jarra de Borgoña.
Sin embargo, el hecho más interesante asociado a las fresas 
es su origen, ya que nunca existieron en la naturaleza: la fresa comercial que todos conocemos se llama Fragaria x ananassa —algo así como fresa piña— y la x en su nombre denota que se trata de un híbrido entre dos especies diferentes de fresa:
la Fragaria virginiana y la Fragaria chiloensis.
El espía del rey
El 7 de enero de 1712, el teniente coronel Amédée François Frézier —ingeniero de 30 años— zarpó rumbo a Chile a bordo del St. Joseph, un barco mercante francés equipado con armamento.
Frézier fue enviado como espía por el rey Luis xiv con la importante misión de hacer mapas más precisos de los puertos y fortificaciones españolas que había en las costas de Chile y Perú. Luego de un viaje de 160 días —que incluyó el paso por el peligroso Cabo de Hornos—, Frézier arribó al puerto de Concepción el 16 de junio de 1712.
El coronel, que había demostrado su talento sirviendo a la Corona francesa con anterioridad, usó Concepción como base para recorrer las costas mencionadas, haciendo sus mapas 
y tomando nota de las posibles rutas de escape, defensas disponibles y organización administrativa de los lugares que visitaba.
De hecho, el primer mapa de Santiago de Chile elaborado con estándares técnicos fue elaborado por él mismo.

Fréizer hizo, además, algunas interesantes observaciones sobre la flora y fauna que encontró durante su viaje. Una de las cosas que más llamó su atención fue la presencia de un tipo de fresa que no se conocía en Europa, llamada quellghen por los mapuche —quienes además la cultivaban— y por los españoles, frutilla. A diferencia de otras frutillas silvestres —llamadas llahuen, alueñe o lahueni— las quellghen eran de color blanco o rosado pálido.s32-ciencia-fresas

Sin embargo, no fue el color lo que sorprendió a Frézier, sino su tamaño: eran mucho más grandes que las conocidas en Europa.

El 19 de febrero de 1714 Frézier se embarcó rumbo a Francia llevando junto con sus notas y dibujos cinco plantas de quellghen, a las que describió como «Fragaria Chiliensis, fructu maximo, foliis carnosis hirsutis, vulgo frutilla» en un libro que publicó más tarde, titulado Viaje a los mares del sur, y que por su interesante contenido fue traducido del francés al inglés, alemán y holandés
 en menos de tres 
años, algo bastante inusual en esa época.
De esta forma, el 17
 de agosto de 1714 las cinco plantas de frutilla chilena llegaron como inmigrantes a Europa.
El problema del sexo
Una de las cosas que más atrajo la atención sobre la recién llegada frutilla chilena fue el enorme tamaño de los frutos descritos por Frézier. Sin embargo, ninguna de las plantas que llegaron a Europa dio
frutos. La explicación para esto es que 
Frézier tuvo la mala fortuna de elegir 
cinco plantas femeninas.
Gracias a que las frutillas se pueden reproducir vegetativamente por esquejes —es decir, sin producir frutos—, pronto las plantas chilenas fueron distribuidas por gran parte de Europa, siendo particularmente populares en climas costeros.
De hecho, en Bretaña —noreste de Francia— las fresas chilenas crecieron muy bien y se adaptaron al clima.

A partir de 1740, algunos botánicos del Reino Unido reportaron que lograron obtener frutos a partir de las plantas chilenas, pero que éstos eran de tamaño no muy grande, muy poco homogéneos y, además, de no muy buen sabor. Esto causó una gran desazón entre quienes esperaban ansiosos poder disfrutar de las frutillas descritas por Frézier.
El niño botánico
Los franceses tuvieron más suerte. De hecho, en la zona 
de Bretaña se percataron de que si sembraban las plantas chilenas cerca de las fresas que ya existían en Europa —como la Fragaria vesca o la Fragaria muschata— era posible obtener fruta, incluso de mejor calidad que la obtenida por los ingleses, aunque aún muy poco homogénea.
En 1764 un joven de 16 años llamado Antoine Nicolas Duchesne descubrió que las plantas de Fragaria muschata eran unisexuales.

Duchesne vivía en Versalles —porque su padre trabajaba para Luis xv como arquitecto a cargo de todos los edificios—, y a los 4 años ya podía leer, sabía al menos cien palabras en latín y tempranamente se interesó en las ciencias.
Si bien algunos botánicos habían descrito la presencia de sexos separados en fresas, Duchesne fue el primero en hacer observaciones detalladas y experimentos de polinización controlados con las fresas. Inicialmente demostró que las plantas de F. muschata, cuando crecían aisladas, no producían frutos.
Luego, cuando se descubrió 
que las plantas de frutillas chilenas tampoco producían 
frutos, pensó que podía tratarse también de un caso de flores unisexuales. Sus observaciones le permitieron entonces demostrar que las plantas chilenas que crecían en Europa eran todas femeninas, ya que sus estambres atrofiados no producían polen.
Algunos botánicos habían tratado previamente de cruzar la fresa chilena con F. vesca, sin éxito.

En el verano de 1764 a Duchesne se le ocurrió, debido a la similitud entre las plantas, cultivar en maceteros cercanos frutillas chilenas y F. muschata. Al poco tiempo observó que algunas flores de las plantas chilenas estaban desarrollando frutos. Esta vez, la fruta que produjeron era de una belleza extraordinaria, homogénea, roja y aromática.
El 6 de julio de 1764 le presentó a Luis xv un plato con estas fresas, producto del cruce entre F. chiloensis y F. muschata. Las semillas de este cruce no produjeron plantas, por lo que Duchesne decidió seguir experimentando y sembró plantas de F. chiloensis junto 
a plantas de F. virginiana, una especie de fresa introducida a Europa desde América del Norte.
Las fresas de ese cruce eran grandes, rojas y de buen sabor y además producían semillas viables.

Así, en 1765 nació el primer híbrido derivado de la frutilla chilena, bautizado por Duchesne como Fresa piña o Fragaria x ananassa. Estas plantas eran hermafroditas perfectas, por lo que se podían polinizar sin la necesidad de sembrarlas junto a plantas de especies distintas.
El mejoramiento genético posterior ha permitido generar las diferentes variedades de fresas comerciales, todas derivadas de la frutilla chilena.
Lee este artículo completo en Algarabía 115

 

Enterrados por la basura

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 08 Agosto 2016 Visto: 2812

12 curiosidades interior2Eduardo Lago. Algarabía

La siguiente historia es un ejemplo de cómo las obsesiones y el aislamiento no siempre son buenas compañías.
El interior de la mansión apenas una muestra de lo mucho que acumularon los Collyer. A veces pareciera que los hilos que mantienen suspendida nuestra cordura son delgados y frágiles, y que un hecho fortuito o insospechado sería suficiente para sumirnos en la más profunda e irremediable de las locuras.
«Madness is like gravity: all you need is a little push.»
El Guasón (Heath Ledger) en The Dark Knight (2008)
El mal llamado Parque de los Hermanos Collyer es un minúsculo solar de tierra en el que el Ayuntamiento de Nueva York plantó en su día una docena de sicomoros que crecen a la sombra de una altísima torre de viviendas de protección oficial, en pleno corazón de Harlem. En este mismo lugar se alzaba, hasta que fue destruida por orden judicial en 1947, la elegante mansión donde ocurrieron los sucesos protagonizados por Homer y Langley Collyer.
Algún funcionario municipal con alma de poeta quiso inmortalizar así el recuerdo de los protagonistas de uno de los más extraños episodios de la historia local neoyorquina, repleta de por sí de episodios sumamente extraños. Seis décadas después de ocurridos los hechos, la historia de los hermanos Collyer sigue atrapando la imaginación de los neoyorquinos.
Desde que se descubrieron los cadáveres de Homer y Langley en el interior de la casa hasta hoy han visto la luz un número considerable de libros, películas, obras de teatro y exposiciones que rememoran la historia de los fantasmales inquilinos del número 2078 de la Quinta Avenida. [...] excéntricos por naturaleza.

Todo empezó hace exactamente un siglo, en 1909. Entonces Harlem era un barrio exclusivo y elegante, ocupado por familias acomodadas de raza blanca, nada que ver con la situación de hoy. Aquel año, Herman Collyer, ginecólogo de profesión, y su esposa, Susie, cantante de ópera, se instalaron en un brownstone —construcción de arenisca granate de cuatro plantas muy característica de los barrios residenciales de Nueva York— ubicado en la esquina de la Quinta Avenida con la calle 128.
Los Collyer tenían justificada fama de excéntricos. El padre de familia, sin ir más lejos, tenía por costumbre acudir a su consulta en canoa. Los tabloides de la época se hacen eco del sentimiento de aprensión que despertaba entre sus vecinos la visión de su silueta mientras recorría las calles con una piragua invertida en alto, como un extraño bípedo sin cabeza. El matrimonio Collyer aguantó en la casa de Harlem una década.
Rondaban a la sazón los 20 años de edad. De momento, la servidumbre se quedó con ellos.

Cuando el flujo de población afroamericana empezó a cambiar el perfil del barrio, los blancos iniciaron el éxodo a otros lugares de la ciudad. Homer y Langley decidieron no seguir los pasos de sus padres.
Durante algún tiempo llevaron una vida relativamente normal: estudios en Columbia University —Homer se graduó en derecho de almirantazgo, y Langley, que además tocaba el piano y era inventor, en ingeniería—; los primeros empleos esporádicos; incluso llegaron a dar alguna fiesta de sociedad. Al morir sus padres, heredaron una fortuna que les permitió afrontar sin traumas la era de la Depresión.
También: Esto es lo que no sabemos de la locura
En 1932, Homer, el hermano mayor, perdió la vista y jamás volvió a poner un pie en el vecindario. Su hermano ideó para él una receta consistente en consumir cien naranjas a la semana, y aunque salía esporádicamente a la calle, procuraba estar la mayor parte del tiempo encerrado en casa con él.
Fue entonces cuando comenzó la compulsiva acumulación de periódicos y revistas. Las publicaciones que los vecinos tiraban iban a parar a la mansión, Langley Collyer las ataba con cuerdas, formando con ellas murallas que llegaban hasta el techo. Su idea, le confesó a un reportero que se las ingenió para entrevistarlo, era crear un gigantesco periódico viviente en el que se resumiera la historia de nuestro tiempo para que la leyera su hermano cuando recobrara la vista. Las incursiones nocturnas que efectuaba Langley en la basura no se limitaban a las publicaciones periódicas. Su compulsivo afán le llevó a recoger toda suerte de objetos imaginables.
Aislados del mundo
La reclusión de los hermanos Collyer adquirió tintes de leyenda. Se decía que la mansión encerraba lujos y tesoros propios de Las mil y una noches y que en su interior se alzaban montañas de dinero que los hermanos se negaban a depositar en el banco.
Los diarios neoyorquinos se interesaron por los enigmáticos reclusos de Harlem, publicando crónicas que magnificaban la leyenda. Los Collyer reaccionaron reforzando su aislamiento. Desconectaron el timbre de la puerta. Cortaron el teléfono.
La mezcla de repulsa y fascinación que inspiraban se traducía a veces en actos de violencia.

Sellaron las ventanas con gruesas tablas de madera y dispusieron un sistema de trampas cable hábilmente ocultas en lugares estratégicos de la red de túneles de papel que iba creciendo en el corazón de las tinieblas en el que, literalmente, se convirtió la casa. Por falta de pago, los Collyer se vieron privados del suministro de agua, gas y electricidad.
El ingeniero Langley recurrió a subterfugios, como instalar el venerable Ford t de su padre en el comedor a fin de que hiciera las veces de generador eléctrico. Por las noches se aventuraba en un parque vecino para proveerse de agua.
Basura, basura y ¡ya!
Desde entonces hasta que les llegó la hora de la muerte, la historia de los Collyer se resume en una palabra: basura. Día tras día, año tras año, se dedicaron a acumular la más disparatada variedad de objetos abandonados en los vertederos de la vecindad.
Cualquiera que haya pasado algún tiempo en Nueva York, sabe que la basura tiene aquí un significado muy especial. Es la metáfora de algo que no resulta fácil definir, tal vez el alma sucia de Manhattan. [...] Sea como fuere, la basura fue lo que precipitó el final de los hermanos Collyer.
El 21 de marzo de 1947, a las 8:53, se recibió en la comisaría local una llamada denunciando algo raro en el brownstone de los coleccionistas de basura....
¿Quieres saber en que termina esta historia? Lee el artículo completo en Algarabía 66.

 

Los “Palacios” de Teotihuacan, Estado de México

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 08 Agosto 2016 Visto: 3086

teotiiArqueología Mexicana
Para comprender la complejidad de la antigua ciudad es necesario abandonar el área de monumentos –delimitada por el circuito empedrado– y dirigirse a alguno de los mal llamados “palacios”. Casi todos los teotihuacanos vivían en grandes conjuntos de departamentos, como los que hoy día pueden visitarse en La Ventilla, Tetitla, Atetelco y Tepantitla. Se trata de residencias multifamiliares de cal y canto que alojaban entre 20 y 100 individuos. La calidad de sus materiales y el enorme esfuerzo que implicó su erección nos hablan del relativamente elevado bienestar de la población urbana.

En tiempos del máximo esplendor, Teotihuacan contaba con más de 2 000 conjuntos de departamentos, todos de planta rectangular y de un solo nivel y techos planos.

Desde la calle era prácticamente imposible enterarse de lo que acontecía dentro de los conjuntos de departamentos, pues estaban delimitados por altos paredones en talud, carentes de ventanas y con accesos estrechos. Cada departamento está compuesto por cuartos en torno a patios porticados que permitían la entrada de la luz, la captación de agua pluvial y la ventilación. Contaba con sus propias áreas de estancia y reposo, de preparación y consumo de alimentos, de almacenamiento de materias primas y víveres, de trabajo, de culto y enterramiento, y de desecho. Había, además, áreas compartidas por todos los departamentos del conjunto, asociadas generalmente al ritual. Estas áreas comunes constaban de amplios patios con altares centrales y templos piramidales. En algunos conjuntos había áreas específicas para la crianza de animales y otras que quizás eran destinadas a la servidumbre. Estudios recientes hacen suponer que los habitantes de un conjunto no sólo pertenecían a la misma etnia, sino que estaban emparentados entre sí, desempeñaban un oficio común y rendían culto a un mismo dios patrono.

Si deseas consultar otras entradas asociadas a la visita a la zona arqueológica de Teotihuacan haz clic en la etiqueta Guía a Teotihuacan en la barra inferior.

Tomado de Leonardo López Luján, Guía básica. Teotihuacan, estado de México, Editorial Raíces.

 

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