Arqueólogos y espeleólogos independientes unen esfuerzos para rescatar y preservar la riqueza natural de los cenotes de Yucatán, cuyos ecosistemas, algunos con millones de años de evolución, corren peligro por la actividad humana y la contaminación.
En la entidad hay unos seis mil cenotes, sin embargo, sólo se ha podido identificar la ubicación de unos dos mil y de esos dos mil se conoce muy poco de la biodiversidad que resguardan esos auténticos ríos subterráneos.
Cada uno de estos ríos ha tenido su propio proceso evolutivo e incluso contienen especies biológicas que sólo han crecido y evolucionado en esos sitios.
La realidad es que muchos de esos ecosistemas se han visto alterados por las actividades antropogénicas, en especial el hecho de que muchos de esos sitios son usados como basureros o para verter y arrojar residuos peligrosos y contaminantes.
Cada cenote es un ecosistema único que incluso tiene especies endémicas, lo que significa que se formaron en ese cuerpo de agua y únicamente existen, se desarrollan y prosperan en ese lugar.
De ahí la importancia que tiene para la ciencia, el conocimiento y la sustentabilidad el proteger esos ecosistemas, pues cada cenote es una fuente de información biológica y científica que se pierde para siempre.
En ese sentido, varias agrupaciones civiles unieron esfuerzos para rescatar y defender el patrimonio natural que resguardan esos sitios.
Entre los trabajos más sobresalientes está el del Grupo Espeleológico de Investigación Ajau, que tiene 19 años de labores ininterrumpidas en acciones de exploración y rescate.
Uno de sus fundadores, Carlos Evia Cervantes, dijo a Notimex que el organismo se dedica exclusivamente a la exploración de grutas y cuevas secas, pero cuando encuentran ojos de agua suman sus esfuerzos con el equipo de buzos que dirige el arqueólogo subacuático Sergio Grosjean Abimerhi.
“Nosotros hacemos los estudios de las partes secas y el equipo de Sergio se encarga de estudiar lo que hay bajo el agua”, añadió el académico también de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Indicó que en casi dos décadas de trabajo, lo que más les ha llamado la atención es la cantidad de riqueza arqueológica y biológica que han encontrado en los sitios que han logrado explorar.
“Hemos encontrado animales únicos, en especial varias especies de anguilas de agua dulce, algunas carentes de cualquier tipo de pigmentación, diversos tipos de batracios, arácnidos, peces completamente ciegos y una gran variedad de vida que es única”, apuntó.
“Cada cueva, cada cenote es una historia única y lo impresionante es que puedes explorar dos cenotes o dos cuevas que estén uno muy cerca del otro, pero encontrarás en cada sitio una fauna diferente, lo que hace que cada lugar sea invaluable”, consideró.
Por eso es tan importante la conservación, y también “por ese motivo han dedicado muchos años a la defensa y rescate de los cenotes, un trabajo que debo de decir no es sencillo, pues recibe pocos apoyos y el reto es extremadamente complejo”, apuntó.
Grosjean Abimerih coincidió en que a cada cenote se le debe observar como una “isla de vida acuática”, cada uno difiere de otro, “no tienen comunicación por decirlo de alguna forma y por ello cada uno ha evolucionado de manera única”.
“En un sitio hay más luz, el otro es una cueva y por consiguiente las especies que surgieron de ese lugar se tienen que adaptar a las circunstancias”, refirió el arqueólogo subacuático.
Eso ha provocado que en Yucatán haya por lo menos seis especies endémicas de peces, algunas de las cuales ya se ven amenazadas por las actividades humanas, como el usar esos sitios como basureros, advirtió.
“Antes era muy común ver los llamados peces ciegos y hoy ya no es tan fácil encontrarlos, muchos ecosistemas han desaparecido por completo al ser usados como sitios de disposición final de granjas avícolas y porcícolas, y esa práctica se está volviendo cada vez más común”, lamentó.
El especialista recordó que en más de una ocasión se ha recomendado que ese tipo de negocios utilicen biodigestores para tratar sus aguas residuales, pero ahora la situación no ha variado mucho.
De igual manera, continuó, “es imposible imaginar la cantidad de cosas que han sacado de los cenotes cuando han acudido a limpiarlos”.
“Puedes encontrarte desde pañales desechables, colillas de cigarro, plásticos diversos, hasta ventiladores, colchones, muebles diversos, aparatos electrónicos como equipos de sonido, refrigeradores, cosas que no podrías imaginarte, ahí están”, detalló.
Esa situación no ha bajado la moral del equipo y en 2013 se logró que la Comisión Nacional Forestal canalizara recursos por primera vez para acciones de restauración de cenotes, con lo que lograron sanear por lo menos 12, aunque algunos ya muestran de nuevo impactos de contaminación.
También el gobierno del estado ha dado apoyos para limpiar esos sitios y efectuar acciones de sensibilización entre la población que vive en las inmediaciones de esos sitios, dijo, para que ayuden en labores de reforestación y mantenimiento, aunque hay mucho por hacer.
Yucatán tiene un vasto potencial para ser “la meca del mundo subterráneo. Tenemos miles de cenotes, miles de cuevas, todo esto también tiene un potencial turístico impresionante que puede dar de comer a muchísima gente; esa es la verdadera industria sin chimeneas”, opinó Grosjean Abimerih.
Además, el valor científico que tienen los cenotes es incalculable y gracias a la exploración en esos sitios se sabe que ya existían caballos en el continente americano mucho antes de la Conquista, pues se han encontrado restos de equinos con más de 80 mil años de antigüedad, reveló.
Fuente: www.jornada.unam.mx