El escritor mexicano publica Que sean fuego las estrellas, novela histórica que recrea la férrea lucha sindical catalana de principios del siglo XX
JUAN CARLOS TALAVER. CIUDAD DE MEXICO. EXCELSIOR. Dicen que la relación entre la historia y lo inmediato no siempre es tan clara. Sin embargo, para el escritor Paco Ignacio Taibo II (Gijón, Asturias; 1949) todo depende del cristal con que se mire. Y para demostrarlo recupera una historia de principios del siglo XX, en su libro Que sean fuego las estrellas.
Se trata de una novela histórica, nutrida de testimonios y numerosos documentos donde recrea el origen de los movimientos obreros en Barcelona. La narración transcurre entre 1917 y 1923, para transmitir un eco hacia nuestros días, a partir de una historia épica que él mismo define tan sobresaliente como la que vivieron los griegos en las Termópilas.
“Pensé que debía traer la historia de la épica sindical de Barcelona a nuestros días, la gran épica, no sólo como experiencia sino como reflexión, porque la historia tiene una gran virtud: ser apasionante”, dice en entrevista el también autor de Asturias. Octubre 1934 y El cura Hidalgo y sus amigos.
Para conseguirlo, recuperó la investigación hemerográfica que realizó a principios de 1985, apuntada en veinticinco cuadernos, dos mil tarjetas, y más de mil 500 recortes de prensa, fotocopias y fotografías, que le sirvieron al autor para contar los años de la clase obrera barcelonesa que luchó bajo el signo de dos sencillas palabras: justicia y libertad.
“Al terminar mi libro sobre Asturias estaba en España y me metí meses en ese archivo y en las bibliotecas catalanas. El resultado fue una investigación minuciosa, con cartas y sólo tres testigos que encontré en México, tres exiliados catalanes que vivieron esta historia épica de la clase trabajadora”, recuerda.
Y aunque la investigación la hizo hace tres décadas, el autor quiso pulir su técnica narrativa para luego contarla de la mejor manera, porque en todo este tiempo no ha surgido más que un libro sobre el tema, donde es abordado de una manera escueta. “Lo que me di cuenta es de que en estas tres décadas no se ha descubierto un archivo ni se mostró algún testimonios.
“Hice aquella investigación cuando hacía mis pininos como narrador de historia, aquella pesquisa se quedó guardada en tres cajas dentro de un clóset. Pero el año antepasado la retomé y para eso he utilizado la que aprendí escribiendo Ernesto Guevara, también conocido como el Che y Pancho Villa: una biografía narrativa”.
Lo primero que Taibo II se preguntó al escribir las líneas iniciales de este libro, fue algo que ahora mantiene su cabeza ocupada: ¿Qué magia tendría aquella ciudad que hacía de cada uno de sus trabajadores un revolucionario en potencia?
“Es algo muy espectacular. Conforme lees el libro encuentras obreros con jornadas laborales de 12 y 13 horas, quienes se cultivaban por las noches en los ateneos. Lo hacían con periódicos de 100 mil ejemplares de circulación diaria, con escuelas, bibliotecas y organización por todos lados. A mí me ha impresionado mucho esta historia y conforme la escribí fue como revivir el arcón de los recuerdos”, asegura el también autor de novelas policiacas.
SIN ILUSTRACIÓN
Pero lo que explica esta historia épica de la clase obrera catalana, advierte Taibo II, no es una simple nostalgia por el pasado, sino comprender cómo y dónde nació el enorme poder de los obreros organizados, después del gran auge de los años 70 en México, con sus electricistas y ferrocarrileros, esa clase trabajadora que no volvió a levantar cabeza vigorosamente.
“A veces encuentro una manifestación con petroleros de Veracruz, pero no se expresan como petroleros, sino como parte de un movimiento civil... eso ha impactado mi memoria. ¿Qué pretendo con este libro? Compartir lo que sé, porque el movimiento social de México no tiene esta memoria... ni esta cultura”, reconoce.
¿Qué resultados obtuvo esa lucha catalana que cuenta en Que sean fuego las estrellas? “Bueno, el libro cuenta lo que le costó a los carpinteros conseguir la jornada de ocho horas en un momento en que en México eso se perdía”.
“Así que esta novela recupera la historia del relojero que se convirtió en periodista, del pintor de brocha gorda que se transformó en el mejor orador, capaz de convocar multitudes y conmover. Ahora me pregunto de dónde salió la sabiduría clasista de esos personajes, con un lenguaje rico y una reflexión política tan profunda, sin haber pisado un aula”.
El único que si contaba con educación básica fue Antonio Amador, La Pulga, que a la postre fue el periodista más salvaje de ese momento, añade. “Los demás son vidrieros que empezaron a trabajar a los 12 años con jornadas de 14 horas”.
Pero también están ahí las historias de las cuatro mil mujeres, esposas de obreros, que convocan a obreras del textil, a prostitutas y camareras de los cafés. “No olvidemos que Barcelona era la ciudad del vicio, que es otra parte que me interesa mucho: ver cómo crece el desmadre en las ciudades, el vicio, el dinero fácil, la cocaína, la prostitución...”, asegura.
Para terminar, Taibo II advierte que la clase media ilustrada no fue convocada al proyecto revolucionario, organizado por la fuerza proletaria obrera catalana. “Ese es un fenómeno que también hemos visto en México, durante la Revolución Mexicana en la etapa Villa-Zapata y para eso basta ver la fotografía de Villa y Zapata cuando llegan a la Ciudad México”.