Andrea Tamayo. ALGARABÍA.
Todas las investigaciones y obras biográficas sobre Elena Garro brindan distintos matices. Pero en lo que todos coinciden es en su talento creativo, en la escritura como su mágico consuelo.
la fue una mujer polémica, novelista, dramaturga, guionista, a veces poeta y otras periodista, aportó novelas y obras de teatro a la literatura mexicana. Su vida fue controvertida y contradictoria, pero aún así no existe duda sobre su talento con las palabras.
Acusada de haber traicionado a varios intelectuales en el movimiento del 68, eclipsada por su esposo, el único Premio Nobel de Literatura en México, y envuelta en varios escándalos, la vida de Elena ha despertado el interés de muchas personas.
Pasos fértiles
Elena Garro nació el 11 de diciembre de 1916 en Puebla; de padre español y madre mexicana, vivió gran parte de su infancia en Iguala, Guerrero. Cuando tenía 18 años llegó con su familia a la Ciudad de México y aquí ingresó a una preparatoria donde conoció por primera vez a Octavio Paz, quien más tarde sería su esposo y una parte esencial en el impulso de su carrera como escritora.
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Jose Chávez Morado, Elena Garro, Octavio Paz, José Mancisidor, Pascual Pla y Beltrán, Fernando Gamboa, Susana Gamboa y Silvestre Revueltas en 1937 en el Teatro Español de la Plaza Santa Ana
Entró a la unam a la carrera de Letras Hispánicas e inició su formación en lo que desde un principio fueron sus principales intereses: el teatro y la danza. Fue coreógrafa en el Teatro Universitario dirigido por Julio Bracho, y participó en el montaje de la obra Perséfone a petición de Xavier Villaurrutia.
Elena se casó con Octavio Paz el 25 de mayo de 1937 a escondidas de sus padres pues, al menos los de ella, no estaban de acuerdo en que se apresuraran a tomar esa decisión siendo tan jóvenes.
Dos años después tuvieron a su única hija: Helena Laura Paz Garro, quien tuvo una relación entrañable y dependiente a su madre, por resentimientos, dolores y fantasmas que ellas mismas forjaron.
Un misterioso testimonio surgido alrededor de esta pareja mostró un episodio distinto: se dice que ella alguna vez afirmó que Paz la manipuló, que ella iba a la escuela un día y que él y sus amigos desviaron a Garro hacia el juzgado sin ella estar sobre aviso. Se presentó así como víctima de una conspiración que puso fin a su vida estudiantil y casi liquidó su ímpetu artístico; pero como ya se advirtió, esto es sólo una ficción más de las múltiples elucubraciones que surgieron a falta de quienes pudieran constatar los dichos con los hechos.
Su etapa como periodista es poco conocida pero fue vanguardista, ya que siempre hacía énfasis en la denuncia sobre la situación de la mujer dentro de una sociedad misógina y sexista.
El primer viaje que la pareja hizo fue a España durante la Guerra Civil. Paz fue invitado por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios al ii Congreso Internacional de Escritores para la Defensa y la Cultura. De esta experiencia Elena escribió Memorias de España 1937 donde cuenta: «Yo, sin saber cómo ni porqué, iba a un Congreso de Intelectuales Antifascistas, aunque yo no era anti nada, ni intelectual tampoco, sólo era estudiante y coreógrafa universitaria»1 Elena Garro, Memorias de España 1937, México: Siglo XXI, 1002, p. 9.
Elena Garro y Octavio Paz recién casados (Barcelona, 1937)
El autoexilio
Elena sentía especial aprecio por los campesinos e indígenas del país: «Me crié entre ellos y para mí son tan queridos como mi familia española. Aparte de esta razón sentimental, los indios son las personas cultas del país.» Esto se reflejó en varias luchas que ella llevó a cabo como la defensa de los comuneros de Ahuatepec, Morelos, o la reforma agraria integral.
Poniatowska escribe que Elena, al llegar a las reuniones campesinas en Morelos, impresionaba y causaba miedo.
Rosas Lopátegui, basada en declaraciones de Elena, acusa a Paz de no permitirle trabajar constantemente en el periodismo y que, a duras penas, pudiera dar a conocer su trabajo como dramaturga. Esto ha provocado que se crea que el escritor limitaba a su esposa intelectualmente.
El largo conflicto que Elena tuvo con Octavio comienza con su ruptura en 1956. Después de esto la escritora comienza a publicar constantemente obras que tenía guardadas, y varios de sus guiones fueron retomados por algunos directores que ella conocía para trasladarlos a la pantalla grande.
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La repentina actividad intelectual de Elena añadió más elementos para hacer creer que era limitada por su esposo, aunque es él –en palabras de Poniatowska– quien llevó el manuscrito de Los recuerdos del porvenir para que fuese publicado. Posteriormente en 1963 Elena recibió el Premio Xavier Villaurrutia por esta novela.
Esta obra refleja la cercanía de Elena con la población campesina, como una huella muy importante en su vida:
Turbulencia
En 1963 ocurre uno de sus primeros escándalos; Elena estuvo involucrada con las investigaciones de la CIA sobre el asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, pues ella conocía al presunto asesino y lo denunció. Como resultado, años después escribe Andamos huyendo Lola.
Otro de sus escándalos, quizás el más impactante sobre su vida, fue cuando durante el Movimiento Estudiantil del 68 publicó en la Revista de América: «El complot de los cobardes», texto en el cual acusa a quinientos intelectuales de mandar a los jóvenes al matadero. Sócrates Amado Campus Lemus, uno de los líderes del Movimiento, declaró que Elena les manifestó a varios estudiantes que el movimiento debía tener prestigio nacional y que sólo se podría con Carlos Madrazo, en ese momento presidente del pri. La escritora negó esto y acusó a los periodistas de cambiar su versión.
«Yo no puedo escribir nada que no sea autobiográfico; en Los recuerdos del Porvenir narro hechos en los que no participé, porque era muy niña, pero sí viví. [...] Y como creo firmemente que lo que no es vivencia es academia, tengo que escribir sobre mí misma.»
Esto ocasionó que Elena fuera considerada traidora por los partidarias de izquierda, pero a la vez también fue perseguida por los gobiernos de Díaz Ordaz y de Luis Echeverría, pues aseguraban que Garro tuvo mucho que ver en el Movimiento Estudiantil, así que huyó al extranjero junto con su hija para vivir varios años en ee.uu, España, Francia, y volver a México hasta 1991.
Al volver al país Elena llega con gran cantidad de homenajes: Guadalajara, Aguascalientes, Monterrey y el Distrito Federal. En 1994 obtiene el Premio Nacional de Literatura Juan Ruíz de Alarcón por su novela Testimonios sobre Mariana, y dos años después recibe el Premio Sor Juana Inés de la Cruz dentro de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Rodeada de gatos tanto franceses como mexicanos, y siempre a lado de su hija, Elena pasó sus últimos años en Cuernavaca, Morelos, donde finalmente murió el 22 de agosto de 1998.
«Aquí estoy, sentado[a] sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra [...] estoy y estuve en muchos ojos, yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga... Quisiera no tener memoria o convertirme en el piadoso polvo para escapar a la condena de mirarme.» Los recuerdos del porvenir.