Luigi Martínez. Algarabía.
La forma: ojos almendrados, nariz aguileña y todas las letras de la palabra encanto vertidas en 50 kilogramos de inigualable porte. El fondo: un alma noble y dedicada, ícono de la historia del cine y ejemplo de humanidad. El nombre: Audrey Hepburn.
«Tengo más sex appeal en la punta de la nariz que muchas mujeres en el cuerpo entero».
Audrey Hepburn
Llegó al mundo el 4 de mayo de 1929. De padre irlandés, madre holandesa, nacionalidad británico-belga y consagración profesional norteamericana, Audrey1 vivió su niñez en un mundo enmarcado por la guerra, pero aligerado por la danza y las artes dramáticas, mismas a las que dedicó años de estudio y en donde encontró un refugio y escape a su realidad.
De pequeña soñaba con ser bailarina, mas el modelaje y el cine se cruzaron en su camino para cambiar no sólo sus ideales, sino su vida entera.
Fue su carisma, su capacidad para expresarse en más de cuatro idiomas, su físico —que rompía los arquetipos estéticos de la época—, su increíble talento o quizá la combinación de todo lo que, contra todo pronóstico, llevó a Audrey a la cima de la industria cinematográfica.
Después de participar en proyectos que la dieron a conocer —el primero de ellos, Dutch in Seven Lessons (1948), seguido de musicales, obras de teatro y otros filmes en los que interpretó papeles secundarios—, Audrey se consagraría como estrella en 1954, al protagonizar Roman Holiday, comedia de William Wyler que marcó una pauta en la carrera de la actriz y que detonó una época de total reconocimiento internacional.
Roman Holiday, coprotagonizada por Gregory Peck, hizo a Hepburn merecedora de un premio Oscar como Mejor Actriz.
En aquel momento, la carrera de Audrey subía como espuma y dejaba a su paso clásicos como Sabrina (1954), A Nun’s Story (1959), Breakfast at Tiffany’s (1961) y Wait Until Dark (1967), títulos que la colocarían durante casi una década en las listas de nominadas al máximo premio de la Academia.
En 1964, Audrey protagonizó My Fair Lady —de George Cukor—, adaptación musical de la obra de teatro homónima que conseguiría ocho premios Óscar, incluyendo el de Mejor Película, Mejor Actor y Mejor Director.
«Wouldn’t It Be Loverly», My Fair Laidy (1964)
Con el paso del tiempo, nuevas películas, nuevos intereses y nuevas experiencias —entre ellas, sus dos matrimonios y el nacimiento de sus hijos— alejarían a Audrey de los estudios de manera temporal y le permitirían encontrarse con una parte de sí que buscaba con ansias devolverle a la vida lo bueno que de ella había recibido.
Así, luego de convertirse en una de las pocas ganadoras simultáneas del Emmy, el Óscar, el Tony y el Grammy, decidió mudarse a una casa de campo en Suiza para volcar su atención a las necesidades, intereses e ideales personales.
La vida personal de Hepburn se vio pautada por dos matrimonios: el primero con el actor Mel Ferrer, con quien tuvo un hijo, Sean. Durante esta etapa de su vida, Audrey sufrió de cinco abortos que deterioraron la relación con Ferrer y que, al final, orillarían a la pareja a divorciarse.
Tiempo después, Audrey conoció a Andrea Dotti, un médico italiano trece años menor que ella con quien tendría a su segundo hijo, Luca.
Guerra y paz
Audrey conocía la guerra. La vivió de cerca durante su infancia y fue siempre consciente de los muchos cambios que su mundo necesitaba. Por ello, cada historia sobre el horror y la tragedia provocados por la guerra llegaban hasta la médula de su ser:
«Tenía exactamente la misma edad que Ana Frank. Ambas teníamos 10 años cuando empezó la guerra, y 15 cuando acabó. Un amigo me dio el libro de Ana en holandés en 1947. Lo leí y me destruyó. El libro tiene ese efecto sobre muchos lectores, pero yo no lo veía así, no sólo como páginas impresas; era mi vida. No sabía lo que iba a leer. No he vuelto a ser la misma, me afectó profundamente».
Así, inspirada por imágenes y recuerdos de su infancia, Hepburn dedicó gran parte de su adultez a misiones de responsabilidad social que incluyeron viajes a Sudán, El Salvador, Guatemala, Honduras, Vietnam y Somalia para brindar apoyo a los más necesitados en dichas regiones.
En 1989, Audrey Hepburn fue nombrada Embajadora de la UNICEF.
La vida de Hepburn le dio al mundo múltiples caras, todas parte de un mismo ser que, tan consciente de su realidad como cercana a cualquiera que le rodeara, brillaba y dejaba huella a su paso.
Así, a pesar de que sus últimos proyectos fílmicos no recibieran las mejores críticas, la sola participación Audrey logró consolidar los títulos como joyas del cine ante los expertos.
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El 20 de enero de 1993, Audrey Hepburn falleció en Suiza como consecuencia de un cáncer de colon, a los 63 años. Sin embargo, a más de dos décadas de su muerte, su huella vive en cada una de sus películas, en el legado de su labor social y, sobre todo, en el recuerdo y la inspiración que a su paso dejó.
«La vida es dura. Después de todo, te mata».
FILMOGRAFÍA
Dutch in Seven Lessons (1948)
The Lavender Hill Mob (1951)
Young Wives’ Tale (1951)
One Wilde Oat (1951)
Nous irons à Monte Carlo —Música en Monte Carlo— (1951)
The Secret People (1952)
Roman Holiday —La princesa que quería vivir— (1953)
Sabrina (1954)
War and Peace —La guerra y la paz— (1956)
Funny Face —Cenicienta en París— (1957)
Ariane —Romance al amanecer— (1957)
Green Mansions (1959)
The Unforgiven —Lo que no perdona— (1960)
The Children’s Hour —La mentira infame— (1961)
The Nun’s Story —Historia de una monja— (1959)
Breakfast at Tiffany’s —Muñequita de lujo— (1961)
Charade —Charada— (1963)
My Fair Lady —Mi bella dama— (1964)
Paris When It Sizzles —Encuentro en París— (1964)
How to Steal a Million —Cómo robar un millón de dólares— (1966)
Two for the Road —Un camino para dos— (1967)
Wait Until Dark —Espera la oscuridad— (1967)
Robin and Marian —Robin y Marian— (1976)
Bloodline —Lazos de sangre— (1979)
They All Laughed—Nuestros amores tramposos— (