Carolina Mejía
«No nací pintor; nací caminante, y el caminar me ha conducido al amor por la naturaleza y el deseo de representarla.»
DIego Rivera describe al Dr. Atl como «prosista y poeta, vulcanólogo, botánico, minero, yerbero, astrólogo, hechicero, materialista, anarquista, totalitarista, todo cuanto un hombre avalara con una velocidad mayor que con la que Fregoli1cambiaba de traje.»Y es que Gerardo Murillo –el nombre que tanto desdeñaba antes de ser Dr. Atl–, fue un hombre imparable que inspiró a una generación de jóvenes pintores a transgredir las normas sociales, y a descubrir el placer de la cultura mexicana a partir de su riqueza en temas y colores.
En 1897, por recomendación del arqueólogo Leopoldo Batres, Murillo recibió una beca de Porfirio Díaz para estudiar arte en Italia. Una vez que llegó a Europa, diversificó sus estudios y tomo cátedras de Derecho penal y Filosofía; a la par de su formación académica aumentó su activismo político y social: participó en una protesta contra el alza de precio del pan en Italia, en la cual los manifestantes fueron duramente reprimidos, y a pesar de que salió ileso, el suceso lo consternó terriblemente.
Renacimiento
En una ocasión mientras viajaba en barco por Europa quedó atrapado en una terrible tormenta, impresionado por la tempestad y traumatizado por esa experiencia, él mismo se bautizó con el nombre: Atl, término proveniente del náhuatl que significa agua.
De acuerdo con los relatos biográficos sobre Gerardo Murillo, el poeta argentino Leopoldo Lugones le sugirió añadir el título de doctor a su sobrenombre, porque imaginó que así sonaría mucho mejor y así conseguiría mejor reputación. Al día siguiente los dos artistas se reunieron con otros amigos, llenaron una bañera con champaña, y metieron ahí a Murrillo en un bautizo surreal e improvisado. A partir de ese momento ya era Doctor Atl.
Su revolución
En 1907 regresó a México para incorporarse a la academia de San Carlos. Irritado por la disciplina que se ejercía en dicha institución, el Dr. Atl alborotó el pensamiento de sus jóvenes estudiantes con la enseñanza de ideas subversivas, y organizó una exposición masiva de obras de Diego Rivera para conseguir que ese joven pintor pudiera viajar a Europa.
Como maestro el Dr. Atl predicaba la misma rebeldía que él practicó. Cuando se enteró de que habría una exposición del régimen de Díaz para conmemorar el centenario de la Independencia de México, pero que en ella sólo habría artistas españoles, se llenó de ira y como protesta organizó su propia exposición, sólo con obras mexicanas.
Más tarde el Dr. Atl tuvo que vivir un tiempo en París, y cuando estalló la revolución en México se incorporó a la causa como jefe de propaganda bajo el mando de Venustiano Carranza. Luego rompió su relación con él cuando encarceló a líderes del movimiento obrero; tuvo un breve acercamiento con Obregón, pero posteriormente volvió al lado carrancista, hasta que éste fue derrotado.
Debido a su constante cambio de bandos cayó de la gracia del entonces presidente Obregón, y tuvo que ir a exiliarse a EE.UU durante un tiempo. Cuando regresó a México no tenía dinero, así que primero se vio forzado a trabajar como portero de un convento, y luego realizó por encargo un catálogo de iglesias y una monografía de arte popular.
Un amigo en común hizo llegar su trabajo al general Obregón, él quedó tan impresionado que perdonó al Dr. Atl y lo puso a cargo del Convento de la Merced.
Pasiones complejas
A pesar de que tuvo varias amantes, ninguna consumió su amor de manera tan envolvente como sucedió con Carmen Mondragón –Nahui Ollín como él la bautizó–. A ella la conoció en una reunión de intelectuales en 1920, tenía veinte años menos que él y su relación no fue lo más ideal, fue violenta y culminó cuando ella intentó dispararle mientras dormía.
Aunque se separaron después de un tiempo, sus caminos se volvieron a cruzar a principios de los sesenta. Para entonces Nahui vivía en la calle, así que cuando elDr. Atl l se dio cuenta de su condición decidió regalarle algunos de sus cuadros para que ella pudiera recibir una buena cantidad de dinero por ellos. Su ex amante lo convenció de que él mismo se los comprara, y antes de que él accediera lo acusó de robo, por lo cual tuvo que pagarle a ella por sus propios cuadros.
Otra de sus pasiones también le trajo dolor a su vida; como amante de los volcanes solía escalarlos para hacer bocetos.
En una ocasión mientras observaba el nacimiento del Paricutín en Michoacán se lesionó la pierna, y tiempo después se la amputaron por complicaciones en la herida.
Como ya no podía escalar, subía en avionetas y sobrevolaba los volcanes para pintarlos desde las alturas. A esta técnica la nombró: Aeropaisajes.
También inventó una técnica que nombró: Atl colors, en la cual aplicaba una pasta de resinas y petróleo sobre una superficie como si fueran colores pastel. Erupción de Paricutín (1943) es una impresionante obra que retrata el nacimiento del volcán usando esta técnica de color.
En sus obras predominaban los árboles y montañas, además que solía curvar los bordes para dar la ilusión de movimiento.
También hay algunos retratos y autorretratos en su colección de obras, entre las cuales destaca el de Nahui Ollin (1921), por una innovadora técnica que empleó, mezclando colores y formas, para expresar la idea de movimiento. Una obra que sobresale en su trayectoria es El valle de Pihuamo (1952). Esta es la imagen de una ciudad utópica donde Dr. Atl se imaginaba que científicos y artistas vivirían intercambiando conocimiento y alimentando su creatividad.
A los 89 años en 1964 Dr. Atl murió. Aunque la muerte le llegó por un paro cardiaco, se cree que éste fue consecuencia de los años que pasó inhalando los humos tóxicos que expedían los volcanes que tanto amaba dibujar.