Por Paula Carrizosa. La Jornada de Oriente
Documentos tempranos del siglo XVIII en náhuatl que refieren a testamentos y compraventas de tierras en la región de Tlaxcala, han sido puestos a la disposición de los usuarios de internet como parte de la labor de la Biblioteca Digital Mexicana (BDM) por estudiar y difundir documentos poco comunes de acervos nacionales e internacionales.
Bajo el título de “Documentos tlaxcaltecas del siglo XVIII en náhuatl. 1701–1712, varios autores”, se publican 13 documentos transcritos y traducidos por el profesor Ricardo Xochitemol Nava y revisados por Andrea Martínez, directora de la BDM.
Los encargados del proyecto explican que el Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala (AHET) se ha dado a la tarea de localizar, transcribir y traducir al español los documentos en náhuatl localizados en ese archivo.
Advierten que el AHET ya ha publicado aquellos que corresponden a los siglos XVI y XVII y que actualmente se encuentra preparando los del siglo XVIII.
La mayoría de dichos documentos son testamentos y compraventas de tierras, incluidos en su original náhuatl dentro de expedientes más amplios escritos en español, que documentan con frecuencia la acumulación de propiedades en manos de españoles, o tratan de pleitos legales por tierras.
Documentos tempranos con fase 3 del náhuatl
Explican que en los documentos tempranos publicados en el sitio www.bdmx.mx/detalle/?id_cod=86 puede notarse que el náhuatl de estos documentos pertenece a lo que James Lockhart llamó la fase 3 (de 1640–50 en adelante), caracterizada por una mayor influencia del español.
Ello, agregan, se traduce en numerosos préstamos de sustantivos y verbos, ejemplo de ello son: “confirmaroa” por “confirmar”, o “aprobaroa” por “aprobar”; así como en la adopción de expresiones idiomáticas y de conceptos nuevos, en particular el verbo piya, que originalmente significaba “guardar” y fue convertido en “tener”, con un sentido de propiedad.
Asimismo, mencionan que muchas palabras sufrieron cambios en sonido (lo que puede reflejar evoluciones en el habla) y en escritura (uso de ll en vez de y, por ejemplo).
En los documentos, indican, también se simplificó, sin desaparecer, la lengua florida reservada a los dignatarios y a las divisiones político–territoriales. También, continúan con uso los términos altepetl, “ciudad-estado” o pueblo, y tlaxilacalli, barrio. Igualmente, resisten varios difrasismos: totlal tocuen, “nuestra tierra, nuestra parcela”; toyolocacopa tozeyaliztica, “con mucho gusto, con mucha voluntad”.
Precisan que “es notable la eficaz y precisa traducción de la terminología jurídica española a la lengua náhuatl; al mismo tiempo, destaca la sintaxis o construcción misma de las oraciones, que mantiene su especificidad nahua.
Esta condición también se mantiene en fórmulas o rituales en torno a la transferencia de propiedades, que se resistieron a ser trasladados al lenguaje de las compra-ventas del modelo castellano.