Karla Bernal Aguilar
Algarabía
¿Por qué tiene que ser así?
Quizá porque extrañamos a nuestro ser amado, tal vez porque añoramos lo que fue y ya no es o, acaso, porque nos encontramos con que alguien falta, se fue, y extrañamos su presencia.
Pero, ¿por qué «echamos de menos» a alguien o algo? Pues a causa de los portugueses, porque esta sentida expresión viene de la frase «achar menos», en la que achar procede del leonés en el que se decía achar en lugar de hallar—, para luego encontrar su lugar en el portugués y traducirse en español –precisamente— como «encontrar» o «hallar».
Menos, por su parte, viene del latín m ̆inu ̆s, que equivale a «no»; por lo que es claro que cuando alguien dice «achar menos», lo que está expresando es que «no halla», y no hallar, sobre todo lo amado, sí que acongoja.
En español, la frase que se empleaba para decir que
algo nos hacía falta, que lo extrañábamos, porque no lo encontrábamos más a nuestro lado, era «hallar menos», «hallar en falta».
Su uso fue común durante los siglos XIII y XIV, y menos frecuente hasta el siglo XVII, pues ya desde el XVI se escuchaba decir «echo menos a Esteban», y es aquí donde hace su aparición el portugués «achar menos».
Lo interesante es que probablemente «echar menos» haya sido una derivación fonética y no una forzada traducción del portugués al español; me explico:
El verbo echar ya existía en español —del latín jacta ̄re, «arrojar, lanzar»— y se usaba en frases como «echar cuentas» o «echar de ver»; y achar y echar suenan muy parecido, así que se hizo fácil identificar este echar con «achar menos» y de ahí nació «echar menos», que en el siglo XIX se convirtió en «echar de menos».
Ahora, ¿que por qué usamos «echar de menos» en lugar de extrañar o añorar? Pues quizá porque los dos anteriores no expresan con tanta certeza la emoción que sentimos cuando algo o alguien se ha hecho menos y nos hace falta.