CAROLINA MEJÍA. ALGARABÍA
A principios de 1879, existía en París un pequeño y selecto grupo de jóvenes intelectuales devotos del arte y la diversión.
an parte de una nueva generación que buscaba romper con los esquemas de sus antecesores y generar una nueva propuesta artística llena de humorismo y sátira.
El comandante de este grupo de rebeldes románticos era Emile Goudeau, periodista y poeta francés. Sus amigos y él se hacían llamar Les Hydropathes –los que le temen al agua–, por su afición a consumir sólo líquidos alcohólicos.
Les Hydropathes tenían su base en el café-cabaret bautizado con el nombre del grupo y que era propiedad de Goudeau. El espacio era pequeño y sólo contaba con un piano, una pista de baile y un grupo de chicas que cantaba y bailaba. Su inauguración fue opacada por la Exposición Universal de París de 1978 y muchos clientes se quejaban de que los bailes y atuendos de las mujeres que trabajaban en el café eran demasiado conservadores.
Los artistas que frecuentaban el café terminaron por darle al establecimiento un ambiente intelectual que aburrió al resto de la clientela y el negocio comenzó a decaer.
En una maniobra desesperada para sanear sus finanzas, Goudeau incorporó un pequeño casino al local, lo que fue detectado rápidamente por las autoridades parisinas.
El café fue clausurado y Le Hydropathes se encontraron de nuevo en busca de una sede para sus actividades.
En Montmartre, barrio que aún no había consolidado su fama de espacio bohemio, el poeta amateur Rodolphe Salis había adquirido un cabaret. Existen leyendas que dicen que el nombre del cabaret fue un tributo a Edgar Allan Poe mientras que otros afirman que Salis se inspiró en un gato desnutrido que rondaba el lugar. Cualquiera que haya sido la historia de su bautizo, Le Chat Noir –«El Gato Negro»– fue inaugurado en 1881.
En Francia había una distinción muy clara entre la cafetería visitada por la clase media, y la taberna o bistrot , dónde las clases bajas iban a consumir cerveza. El cabaret era una fusión entre ambos, en el que se servían comidas acompañadas de bebidas alcohólicas.
La palabra «cabaret» existía desde el siglo xiii y era un derivado de chambrette, que significaba «cuarto pequeño», pero obtuvo su significado actual con la llegada de Le Chat Noir.
Salis sabía que los seguidores de Goudeau podrían darle al lugar un ambiente festivo y contribuirían a atraer clientela, así que los invitó a convertir el cabaret en su base de operaciones. Les Hydropathes aceptaron y comenzaron a producir el diario Le Chat Noir, con relatos de sus aventuras y biografías picarescas de sus integrantes.
Le Chat Noir fue el primer cabaret artístico que ofrecía espectáculos intelectuales y políticos.
Había un escenario abierto en dónde cada noche se presentaba un espectáculo distinto. Salis les pagaba a los artistas con bebidas gratis y la fama del negocio comenzó a crecer.
Salis comisionó al artista de Art Nouveau, Théophile Steinlen, para que creara el icónico cartel con la figura del gato negro que sirvió de promoción para cabaret y se convirtió en una de las piezas de arte más populares del siglo xix en Francia. También se instaló un teatro de sombras en el segundo piso del local. En las obras se utilizaban siluetas de cartón creadas por artistas como Adolphe Willette y Caran d’Ache y se representaban guiones de los escritores que visitaban el negocio.
Conoce el arte estridentista
Durante 17 años Le Chat Noir fue el centro de la vida bohemia en Montmartre. Por sus puertas pasaron intelectuales como Paul Signac, creador del puntillismo y el poeta simbolista Paul Verlain, quien escribió un poema en una de las mesas del cabaret.
La historia de Le Chat Noir termina oficialmente en 1986, cuando el cabaret cerró y Salis murió. Su legado fue la docena de cabarets que abrieron en Montmartre, dándole el nombre del “barrio de los pintores” y que alimentaron esta nueva forma de entretenimiento que marco la vida artística y social de Francia.