Por Paula Carrizosa. La jornada de Oriente
¿Qué es estar desaparecida?, pregunta una mujer a otra, y es ella misma la que responde: es una persona que se encuentra en paradero desconocido, es decir, una mujer que probablemente está muerta pero la policía no quiere decirlo ni confirmarlo, prefiriendo dar esta definición.
Esa es una de las escenas de la obra teatral Buscarte, una dramaturgia de Mónica Ponce que cuenta con las actuaciones de Gabriela Cortés, Ivette Vargas y Monserrat Hernández, quienes luego de una breve temporada en el Foro Las Nahualas, aquí en Puebla, se presentarán durante estos días en varios foros de Chiapas.
En ella, se hilvana la historia de varias mujeres, de su amistad, de sus recuerdos y de su actual encierro en uno de los tantos burdeles de Tenancingo, Tlaxcala, un municipio cuya economía local se basa en las redes creadas por delincuentes para explotar sexualmente a cientos de mujeres, tanto en el país como fuera de él.
En Buscarte se develan los vicios de una cultura machista: de la niñez y sus juegos infantiles que marcan el que debe ser “el destino” de las mujeres; la sexualidad descuidada y siempre en riesgo de las adolescentes, y el constante peligro que enfrentan las mujeres jóvenes ante la mirada lasciva, el acoso y el engaño de los hombres.
En un escenario que emula una caja formada con gruesas cadenas sucede la historia de dos mujeres: a veces en un parque, otras veces en la reclusión de ese burdel, unas más en sus historias personales que las llevan al pasado, a su niñez donde fraguaron su amistad.
Como contó Mónica Ponce en una anterior entrevista, entre las dos mujeres “hay un nexo muy grande, pues se conocen desde niñas, cuando una anhelaba ver a la otra, en una suerte de enamoramiento que sigue hasta que son adultas, y que prosigue pese a que una de ellas se separa.
Esa ruptura entre las dos mujeres, explicó la directora teatral, se da por el enamoramiento que sufre una de ellas, mismo que la lleva a sufrir un “rapto” que si bien no se da con violencia, sí la conduce a formar parte de las filas de la prostitución.
En ese momento, señala Mónica Ponce, existe un primer llamado de atención: que es necesario terminar con la idea del “amor romántico” que inculcan las sociedades, y que llevan las mujeres –de cualquier edad– a idealizar a sus parejas, al grado de permitir vejaciones, insultos, faltas y otro tanto ofensas como parte de esa “ensoñación”.
“El montaje está hecho en diferentes tiempos que permiten conocer cómo pasa la sujeción, cómo sucede el rapto voluntario, cómo los caifanes –los padrotes– se pasean por la plaza. También lleva a conocer el lugar del encierro y la forma en que algunas mujeres tristemente ya no quieren salir de esa opresión”.
Esto último, reparó la integrante de El Taller, porque muchas veces sobre la prostitución y quienes la ejercen suelen hacerse juicios morales que critican la “falta de ganas por querer salirse”, cuando en muchas ocasiones, “hay mujeres que sienten qué no tienen motivos para salir, pues todo el tiempo les dijeron que ser puta era su oficio”.
La obra Buscarte, anotó Ponce, cierra con una denuncia que llama también a la reflexión: la escalofriante cifra que de 2011 a 2013 cerca de 800 mujeres de Puebla han desaparecido como resultado de la red de trata de personas que opera en la región. En suma, la pieza pone atención en la omisión, los nexos, la corrupción y las trampas que existen para no terminar con este delito.