...uno de los bandidos más connotados y cuyo cráneo está en el centro cultural Isidro Fabela.
Se escapa del olvido; sus restos yacen en una caja de cristal.
OMAR FLORES. EXCÉLSIOR
José de Jesús Negrete Medina, el Tigre de Santa Julia fue fusilado en diciembre de 1910.CIUDAD DE MÉXICO.
“El maldito mole tuvo la culpa”, confesó a sus captores José de Jesús Negrete Medina, nacido en agosto de 1873 en la hacienda de Queréndaro, Guanajuato, y quien fue mejor conocido como el Tigre de Santa Julia. Él era el terror de los caminos en la época de Porfirio Díaz, y acabó por pasar frente a los fusiles en 1910. Su cráneo, 143 años después de su natalicio, quedó encerrado en una cajita de cristal con una plaquita en la que se lee: El Tigere (sic) de Santa Julia.
“El maldito mole...”, dijo el Tigre, asaltante que vivía en el Pueblo de Santa Julia (colonia perdida entre el Metro Tacuba y Cuitláhuac), personaje descendiente de una familia de campesinos, obrero en los trabajos de la columna del Ángel de la Independencia y hasta militar antes de decicarse a ser bandido.
José de Jesús Negrete fue famoso por robar a aristócratas porfirianos y también reconocido por sus amoríos. Sus delitos: asesinato, robo y rebeldía en contra del régimen de gobierno vigente en la época. Su error: celos y consumir carne de puerco en mole, acompañado con curados de apio.
El plan para atrapar al Tigre fue enamorar a una de sus novias, provocarle celos y esperar a un error para encerrarlo en una vecindad de Tacubaya, entre 12 gendarmes del gobierno. José de Jesús Negrete Medina lo dijo “si no hubiera sido por el mole” se hubiera escapado en lugar de quedarse defecando en un nopal y quedar ahí, con los calzoncillos a la rodilla, a merced de la policía.
La frase de “lo agarraron como al Tigre de Santa Julia” se le achaca al periódico El Imparcial, que en mayo de 1906 publicó la historia del célebre bandido y describió la forma en que fue atrapado. Esos eran tiempos en que la Revolución Mexicana tocaba a la puerta de la historia y José de Jesús Negrete lo sabía: “¡Qué lástima que estuviera encerrado! Si hubiera estado libre, habría formado mi propio partido y muchos hombres me hubieran seguido y hubieran peleado con toda su alma sabiendo que yo era su cabecilla”, consignó José Ramón Garmabella, excoloaborador de Excélsior, en su libro El Criminólogo.
El Tigre suplicó que lo dejaran encerrado y se olvidara la pena de muerte. Pidió el indulto presidencial y Porfirio Díaz, quien aparece en una foto a lado de José de Jesús Negrete en la colocación de la primera piedra del Monumento a la Independencia, ordenó que se ejecutara la sentencia.
La última petición del Tigre de Santa Julia fue comer barbacoa, usar un traje negro y fumar un puro, para jalar aire a la hora de pararse frente al batallón de fusilamiento. No pidió venda para los ojos, porque “¡Me sobra valor para ver a la muerte de frente!”
Su cráneo salió del panteón de Dolores el 28 de marzo de 1931. Pasó a estar por años en una caja de zapatos y luego formó parte de la decoración de la oficina del criminalista Quiroz Cuarón. Ahora, en el mes que cumpliría 143 años, está encerrado en una cajita de cristal que se exhibe en el Centro Cultural Isidro Fabela, en el barrio de San Ángel. Las últimas palabras del Tigre fueron: adiós a todos...