Este 5 de agosto se cumplen 29 años de su fallecimiento
Cortesía
Fue el creador de un singular estilo, así como el principal difusor de sus canciones mediante presentaciones que realizó en los centros nocturnos y teatros más importantes de la capital y de los estados de la República Mexicana.
Secretaría de Cultura
La Fonoteca Nacional resguarda 110 soportes sonoros, entre discos analógicos y compactos, cintas y casetes
Si una canción genera una sonrisa, misión cumplida. Debemos reír siempre, decía el compositor
En su trayectoria, el compositor mexicano Salvador Flores Rivera, conocido como Chava Flores (Ciudad de México, 14 de enero, 1920–Íbid., 5 de agosto, 1987), creó canciones que reflejaron, de una forma ingeniosa y divertida, un conocimiento profundo de la vida en la Ciudad de México a mediados del siglo XX,
La creatividad, sentido del humor y picardía de este cantante reconocido por abordar musicalmente las costumbres y cotidianeidad de la Ciudad de México puede escucharse en la Fonoteca Nacional de la Secretaría de Cultura, recinto que resguarda una colección de 110 soportes sonoros, entre discos analógicos y compactos, cintas y casetes, donada por la hija del creativo, María Eugenia Flores Durand.
En la colección se pueden escuchar las composiciones de Chava Flores interpretadas tanto por él como por cantantes como Tehua, Rubén Schwartzman, Ángel Cervantes, Los Folkloristas, Zeferino Nandayapa, así como algunas producciones radiofónicas y presentaciones en vivo.
Además, en colecciones como la de Radio Educación pueden encontrarse entrevistas al autor de Peso sobre peso, como la realizada por el locutor Mario Díaz Mercado, en donde Chava Flores habló sobre su trayectoria artística iniciada en 1951, y compartió anécdotas sobre algunas de sus 196 canciones.
En la charla, realizada a mediados de los años setenta, Chava Flores comentó que México estaba cambiando y era muy diferente al que vivió en los cincuenta, por lo cual sus canciones fueron escritas en una época que ya se estaba yendo. “Éramos pocos y sólo habíamos dos clases de personas: ricos y pobres, y no fue difícil conocerlos. Tuve un empleo de cobrador y conocí los barrios populares más nuestros. Viví en las colonias Guerrero, Escandón, Santa María la Rivera, la Obrera, Roma, Cuauhtémoc, Hipódromo Condesa y cerca de Tepito”.
El hombre que tras el repentino fallecimiento de su padre, en 1933, tuvo que dejar los estudios y empezar a trabajar para ayudar a su madre, dijo que empezó a componer al recordar lo que se veía en el cine y su primera composición fue Dos horas de balazos, en 1951, la cual fue grabada en acetatos a inicios de 1952, junto con el tema La tertulia.
Decía: “Si una canción genera una sonrisa, misión cumplida. Debemos reír siempre, es una de las mejores medicinas que se han encontrado”.
La música del creativo, visto también como sociólogo nato, la han hecho suya otros artistas, como el músico Ernesto Anaya, ex integrante de Los Folkloristas, quien realizó en 2013 el material Los encantos de Chava Flores.
Al presentar su disco, el intérprete dedicado a la música folclórica mexicana y latina expresó que con toda seguridad es el mejor cronista de la Ciudad de México, con la característica de ser un compositor humorista que representó a un capitalino que de cierta manera compartía vivencias, tradiciones e identidad.
“Digamos que la parte lúdica no le interfirió en haber hecho canciones con una enorme profundidad, por supuesto, no sólo compuso canciones humorísticas, también hizo de amor, desamor, de nostalgia, creo que don Chava Flores sigue vigente, no sólo porque hizo composiciones de muy buena manufactura, sino porque sigue diciendo cosas que vivimos actualmente.
“No creo que se pueda hablar de la Ciudad de México sin hablar de sus tragedias, del Metro, de ciertos días y fiestas; creo que particularmente los capitalinos no podríamos sobrevivir si no tuviéramos este sentido del humor”, puntualizó el también arreglista, compositor, productor, cantante, guitarrista, violinista y violista.
Tras el éxito total de las primeras composiciones de Chava Flores, no tardaron en aparecer nuevas creaciones, como Boda de vecindad, La interesada, El gato viudo, Mi chorro de voz, Ingrata pérfida y Llegaron los gorrones, mismos que se arraigaron en el gusto de la gente, que también disfrutó de canciones como Pobre Tom, Vámonos al parque, Céfira, Cerró sus ojitos Cleto, Pichicuás, Los 15 años de Espergencia, Sábado Distrito Federal, Voy en el Metro y ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?.
Fue el creador de un singular estilo, así como el principal difusor de sus canciones mediante presentaciones que realizó en los centros nocturnos y teatros más importantes de la capital y de los estados de la República Mexicana.
De Chava Flores se recuerda su facilidad para componer y como un magnífico presentador, pues ligaba canciones con otras situaciones sociales. “No hay compositor que se le iguale en cuanto a la canción humorística, entendió la personalidad del mexicano y lo supo plasmar con la peculiaridad de reírse de uno mismo”, dijo en un homenaje a Chava Flores en la UNAM la cantante Martha Isabel.
Salvador Flores Rivera, desde muy joven, desempeñó diferentes oficios que lo llevaron a conocer la capital del país para contribuir al sostén familiar. De esas experiencias obtuvo la materia prima para realizar sus composiciones más conocidas, las que lo convirtieron en uno de los cronistas urbanos más acertados.
Sus padres fueron el capitán de fragata Enrique Flores Flandes y Trinidad Rivera de Flores. Tuvo dos hermanos: Enrique y Trinidad. Tras quedarse huérfano de padre hizo de todo para ayudar al sustento de su familia, desde coser corbatas hasta emplearse como mensajero, repartidor, cobrador, auxiliar de contabilidad, contador, comerciante y ferretero.
En cine participó en siete películas: Mi influyente mujer, La esquina de mi barrio, Rebeldes sin causa, Bajo el cielo de México, El correo del Norte y La máscara de la muerte y ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?
Salvador Flores Rivera obtuvo varios reconocimientos y premios de instituciones, tanto públicas como privadas, como la Medalla Agustín Lara que la Sociedad de Autores y Compositores de México le otorgó por su trayectoria artística.
Sus últimos años de vida radicó en Morelia, Michoacán, pero al sentirse enfermo regresó a la Ciudad de México, donde falleció el 5 de agosto de 1987.