David Chávez Rivadeneyra. ALGARAÍA
Durante la época novohispana, la lengua española se asentó sobre las lenguas indígenas como una capa cada vez más uniforme.
De esta manera, las lenguas locales quedaron convertidas en lenguas de sustrato1 que han influido, sobre todo, en el léxico. En el español de México, el sustrato más importante fue, desde luego, el náhuatl, pero también existen sustratos de otras lenguas indígenas.
De Michoacán —tarasco o purépecha— provienen las palabras charal y huarache. También las hay de origen caribe, como huracán y canoa, e incluso de lenguas más distantes, como el guaraní, de donde viene jaguar.
El purépecha no tiene parentesco lingüístico con ninguna de las lenguas indígenas de México.
En cuanto a la difusión de los elementos de sustrato, pocos se han extendido tanto en el mundo como
los términos náhuatl tomate o chocolate, que forman parte del acervo común de la lengua española y, de hecho, se han vuelto universales al pasar a través de ésta a otras lenguas.
En el caso del léxico de origen purépecha presente en el español de México, solamente la palabra huarache alcanzó gran difusión: no le resulta desconocida a ningún mexicano, un gran número de estadounidenses la conocen y, lo que es más, la mayor marca de zapatos deportivos de ee.uu. la adoptó a manera de préstamo para designar uno de sus modelos.
Es importante mencionar que los términos de origen purépecha presentes en el español de México no distinguen para nada a quien las usa como michoacano; son más bien mexicanismos generalizados que nadie asocia ya con los antiguos tarascos.
De hecho, la mayoría de la gente que los usa no tiene conciencia de su origen purépecha.
Estos elementos son el resultado de un proceso que parece completamente terminado, es decir, ya se incorporó todo lo que tenía que incorporarse; no hay elementos de reciente adopción ni parece que se vayan a introducir más.
No pretendo ser exhaustivo en la recopilación ni dar un número «exacto» de términos del purépecha que entraron
al español de México; sé que el uso de una mayor o menor cantidad de éstos varía incluso de una familia a otra. Me interesa más dar a conocer los diferentes niveles de difusión que han alcanzado los más comunes y agruparlos de acuerdo con ese criterio.
Debido a la popularidad del aguardiente michoacano conocido como charanda, el uso de esta palabra se ha extendido, incluso, fuera de Michoacán.
La gente de otros estados sabe que la charanda es un aguardiente, pero generalmente no sabe que se llama así por el nombre purépecha con que se designa a la tierra roja que le da color: charhanda. Sin embargo, es una bebida que sí suele asociarse con Michoacán.
En la canción La tertulia, de Chava Flores, misma que Pedro Infante interpreta en la película Dos tipos de cuidado (1952), se especifica de dónde es la charanda: «...y brindamos con charanda de Morelia». Éste es el único término del cuadro que remite a Michoacán, aunque no precisamente a la cultura purépecha.
La palabra charal viene de la raíz purépecha charha, misma que forma la palabra charhaku, «bebé»; esto coincide con
el hecho de que los charales son los peces más pequeños del lago de Pátzcuaro, por lo que su nombre vendría a ser algo así como «pececillos». Yo creo que se trata de una voz purépecha, aunque Pablo Velásquez la ubica en la sección dedicada al español purépecha de su Diccionario de la lengua phorhépecha y la traduce como khuerépo.
En el español de México se usa también como calificativo para personas muy esbeltas.
Cualquier mexicano sabe que el tepache es una bebida fermentada que se elabora con piña, pero muy pocos saben que el nombre de este refresco es de origen purépecha.
En el diccionario de Velásquez aparece tal cual: tepaché. Seguramente viene de la raíz tepani que significa «engordar». De acuerdo con el Diccionario grande de la lengua de Michoacán, la palabra tépamani quiere decir «echar miel en
el cacao». En la elaboración del tepache no se utiliza ni miel ni cacao, pero el verbo parece referirse, más bien, a la acción de agregar dulce, piloncillo en el caso del
tepache, a fin de engordar una bebida.
En cuanto al vestido, Francisco J. Santamaría sugería, en su Diccionario de mejicanismos (1978), que de guangoche, cuyo uso es más
bien rural, debe haber derivado guango, «genuino mexicanismo» que significa «ancho, holgado, flojo».
En última instancia deriva de la raíz uanho, que tiene el sentido de «rodear, dar vueltas», como una faja, un cinturón o un resorte.
La palabra huarache es
la más difundida de todas. En la ciudad de México tiene dos acepciones, ya que, a partir de la forma de dicho calzado, también se llama así a una especie de tlacoyo de maíz y frijol que se sirve con queso, cebolla y salsa verde o roja.
Podemos localizarla en el Diccionario enciclopédico Espasa-Calpe, por ejemplo, y lo más significativo es que para definirla se usó otra palabra indígena: cacle, de la cual ahí mismo encontramos la siguiente definición: «—del mex. cactli, “zapato, sandalia”— m. sandalia que usan los indios en México».
Huarache también suele escribirse con g: guarache, sin que esto marque alguna diferencia, como la que podría haber entre el calzado y el alimento.
En el español de México, decir que alguien «viste de tacuche» significa que viste de traje. El término tacuche viene de takusi, raíz que aparece como tacuche en el Diccionario grande. Por supuesto, su significado en español ya no es el mismo que en purépecha: «ropa, tela o ropa vieja».
Su paso al español seguramente se debió a una ironía, ya que, como ha observado George Foster, entre los habitantes de Tzintzuntzan «se da mucha atención a vestir “correctamente”; esto significa, en la mayoría de los casos,
no transgredir las normas del lugar. Por esta razón, el atuendo masculino de la ciudad, con chaqueta o corbata, se mira con desdén. Tal atuendo puede describirse con cualquiera de estas tres palabras: catrín, la palabra mexicana usual para el vestido citadino; tacuche, del tarasco takusi: «pieza de ropa»; y curro, que significa «elegante» o «llamativo».
El término chacuaco viene del purépecha chakuakua, que
se refiere a la ventanilla ubicada en el techo de una cocina,
la cual sirve para que el humo escape. Se ha encajado en el español de México con ayuda de la expresión «fumar como chacuaco», aunque, como en el caso de charal —e incluso más—, no tiene un referente preciso.
El término timbiriche es conocido por mucha gente merced al nombre de un juego de puntos y rayas, pero pocos saben cuál es su etimología.
Quién sabe si el juego sea de origen purépecha, pero podemos afirmar que su nombre proviene de un lexema purépecha, porque en el diccionario de Velásquez aparece la palabra timbiríchi: «planta y fruto semitropical». El origen parece ser timbiri: «racimo».
A favor de su procedencia mexicana y, más específicamente, purépecha, está el hecho de que un grupo musical mexicano, infantil en un principio y juvenil después, llevara este nombre, pues, generacionalmente, surgió como imitación del grupo español Parchís, que también era el nombre de un juego.