El colectivo SANGREE reinterpreta al monolito prehispánico en la Sala de Arte Público Siqueiros
SONIA ÁVILA
Excélsior
CIUDAD DE MÉXICO.
En los archivos del Museo Nacional de Antropología, el colectivo SANGREE encontró registros de una maqueta que el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez diseñó del monolito de Tláloc. Una réplica uno a uno del “Dios de la lluvia” antes de que la original llegara al recinto. En esta reinterpretación, la pieza prehispánica se convirtió en un conjunto de líneas rectas; la suma de triángulos y cuadrados. Imagen propia del imaginario colectivo.
A partir de esta maqueta, el colectivo integrado por René Godínez (Cd. de México, 1986) y Carlos Lara (Cd. de México, 1985) hace una lectura de la apropiación de objetos y entornos históricos. La asimilación de una cultura prehispánica en un paisaje social contemporáneo. La propuesta es en la Sala de Arte Público Siqueiros con la instalación Piedra temporal, en la que fragmentan la escultura de Tláloc.
El colectivo tomó como base los planos de la maqueta diseñada por Ramírez Vázquez para crear su propio monolito. Separado como piezas de rompecabezas, los fragmentos se distribuyen en la sala tapizada con la imagen de una suerte de piedra corrugada. La intención, explicaron los artistas, es pensar la manera en que la sociedad se apropia de historias, de objetos, de la cultura, y los inserta a su cotidianidad sin saber el origen.
En el caso de Tláloc, escultura de origen náhuatl, se sacó en 1964 del pueblo San Miguel Coatlinchán, Estado de México, para llevarlo a la entrada del museo. “Mucho de nuestro trabajo parte de que nos interesan estos lugares que tienen distintas cargas históricas. Este monolito ha sido objeto de muchas interpretaciones y tiene muchas historias que se desdoblan”, explicó René Godínez.
El “Dios de la lluvia”, señaló, representa la transformación de la cultura ancestral en un objeto moderno. “En la ciudad la gente vive alrededor de vestigios, estamos insertos en un pasado, que se vuelven cotidianos, y nadie se detiene a preguntarse sobre su importancia”, añadió. La escultura original pesa 168 toneladas y mide siete metros de altura, y se ha convertido en uno de los símbolos del museo.
La economía de la información
La SAPS presenta también la primera exposición en México del artista colombiano José Alejandro Restrepo, pionero en el video arte. El proyecto epiPHONÍA es una investigación de las implicaciones sociales, económicas, políticas y culturales de la telefonía celular en Colombia. A partir del registro en video y de material original de televisoras, el artista presenta paradigmas de la comunicación.
Restrepo explicó que los videos dan cuenta de los vínculos que ha generado la comunicación móvil con otros entornos: “La instalación tiene origen hace unos diez o 15 años cuando buscaba las conexiones entre política, teología y medios de comunicación. Entender los discursos de la comunicación y el rastreo de cómo fue el proceso de trabajo”.
Uno de los videos hace un paneo del sistema económico informal establecido a partir de la compra de “minutos” para un celular. Locales ambulantes de dulces, comida, refrescos o helados con letreros de “se venden minutos”. Una paradoja de la comunicación. Y si bien las grandes compañías intentaron detener el fenómeno, el uso habitual sostiene esta economía.
El artista también denuncia la instalación de antenas de comunicaciones en sitios sagrados de comunidades indígenas. “José Alejandro investiga procesos socioculturales cambiantes, que surgen de situaciones como choques postcoloniales o de la implantación de nuevas tecnologías en la vida social”, señaló la curadora Michele Fiedler.