Una de las obras literarias más relevantes del siglo XX fue ilustrada por el artista visual mexicano Javier Areán
SONIA ÁVILA. Excélsior
El sello Mirlo comisionó a Areán la traducción visual del Gatsby.
CIUDAD DE MÉXICO.
Al enfrentarse por primera vez a la novela El gran Gatsby, el artista Javier Areán (Ciudad de México, 1969) apostó por construir emociones a través de campos de color. Crear una lectura visual de una historia compleja en sí misma. Y lo hizo para la primera edición ilustrada del relato de Francis Scott Fitzgerald que la editorial Mirlo publica en su colección Arte y Letras. Areán fue el encargado de hacer la traducción visual de la que es considerada la mejor novela norteamericana del siglo XX.
Con trazos que forman objetos fetiches —un velero, una bañera o un teléfono— el dibujante construyó una crónica visual paralela a la de Fitzgerald. Produjo imágenes que no ilustran en el sentido literal, sino acompañan la trayectoria del relato. Ese que registra el Nueva York efervescente previo a la Segunda Guerra Mundial. Esa crónica entre ilusoria y real de la gran manzana convertida en la ciudad ficticia de West Egg envuelta en decadencia, idealismo, resistencia, agitación social y exceso.
Eran los años 20 de la época del jazz y el llamado “sueño americano” que ahora quedan proyectados en una treintena de composiciones visuales. Areán señala en entrevista que su mayor reto fue no interrumpir la lectura: “Es un clásico de la literatura estadunidense y decidí tomar ciertos momentos de la novela para describirlos en imágenes, ciertos vacíos que me sirvieron para completarla. Pero mi decisión fue hacerme a un lado y tratar de crear un mundo paralelo, porque los ambientes y las escenas que crea Fitzgerald son de una forma fantástica”, refiere el artista visual con estudios en New School for Social Research de Nueva York.
La novela trata sobre Jay Gatsby, un hombre de gran fortuna y educado en la cultura del crimen organizado. Envuelto en un triángulo romántico con Daisy y en una secuencia de hechos violentos y trágicos que alteraron la cotidiandiad de Nueva York en la primera mitad del siglo XX. Y aun cuando en su primera publicación la obra no consiguió buena críticas, a finales de los años 90 se consideró la mejor novela estadunidense del siglo, justo por retratar el clima social de la ciudad.
“Es interesante, porque el personaje principal por un lado está en este ámbito de glamur y mucho dinero, seguridad, pero por otro lado es una persona que carece de todo eso, del amor, y está tratando de rescatar el pasado, está obsesionado por recuperar el pasado y eso resulta imposible”, comenta Areán, quien propone su intervención al libro como una obra total.
Para la traducción visual, el artista seleccionó momentos específicos de la historia que le sirvieran como hilos conductores. En una primera lectura tomó escenas “vacías”. No en un sentido literario, sino con la posibilidad de desarrollarse en imagen. Así lejos de hacer dibujos saturados, Areán creó piezas sutiles, de trazos sencillos, que juegan más con el simbolismo del color y las formas. Por ejemplo, el personaje Wilson lo dibuja en colores oscuros y claros como referencia a su doble vida. “La composición tiene que ver con la estructura de toda la novela; por ejemplo, Gatsby no se sabe su identidad y por eso lo dibujé sin rostro, como una manera muy consciente para preguntarse quién es esta persona”.
Alejandro Sordo, curador editorial del sello Mirlo, precisa que Areán buscó situaciones no descritas en el espacio literario, y de ahí construyó atmósferas visuales. “El resultado son representaciones conceptuales que exploran los estados de ánimo del lector. Logra que el tránsito del espectador por la lectura sea un acontecimiento de los sentidos”, detalla en el prólogo del libro.
Campos de color
En busca de colores que proyectaran las emociones de la narración, Areán experimentó con la técnica del collage. Sustituyó la tinta por hojas de color. Con estas diseñó los personajes, los objetos y los espacios que luego recortó para ensamblar a manera de rompecabezas. Algunos detalles los precisó con lápices de carbón. Una técnica que, afirma, le permitió maximizar las sensaciones de la novela.
El collage con hojas de colores sustituyó el dibujo a tinta. Areán recortó de las hojas naranjas, azules, negras o amarillas las figuras humanas para luego ensamblarlas en un solo marco. De esta manera, el artista consiguió una intensidad de color para resaltar la historia.
“Nunca había hecho tantas ilustraciones para un libro, solía hacer sólo ilustraciones para las portadas. Por eso pensé que sería mejor usar papel con buenos pigmentos y sobre el papel dibujo y luego recortó los objetos”, detalla el artista que también trabaja con gráfica y pintura.
Entonces según las emociones de la narración, la cromática se repite. Y el color marca el tono de la historia.