Algarabía
He aquí una guía práctica que nos permitirá dominar el uso de algunos problemáticos verbos.
Se trata de ese tipo de verbos que nos hacen dudar y optar por mejor darles la vuelta buscando un sinónimo, pero la realidad es que funcionan de una forma sencilla, máxime si tomamos como ejemplo el verbo torcer:
Yo tuerzo
Tú tuerces
Él tuerce
Nosotros torcemos
Ustedes tuercen
Ellos tuercen
De la misma forma se conjugan forzar y soldar.
Los errores más comunes son: «No me forces a decirte la verdad» y «Solden la pieza que está allá»; por supuesto, nunca decimos «No me torzas el brazo» sino «No me tuerzas el brazo». Es evidente que forzar y soldar son verbos difíciles, pero si nos queda claro que se conjugan igual que torcer, podremos evitar dichas imprecisiones.
Aclarado el asunto, no está de más comparar la forma canónica y usual de conjugar los verbos forzar y soldar.
Verbo forzar
canónico usual
Yo fuerzo forzo
Tú fuerzas forzas
Él fuerza forza
Nosotros forzamos fuerzamos
Ustedes fuerzan forzan
Ellos fuerzan forzan
Verbo soldar
canónico usual
Yo fuerzo forzo
Tú fuerzas forzas
Él fuerza forza
Nosotros forzamos fuerzamos
Ustedes fuerzan forzan
Ellos fuerzan forzan
Verbo soldar
canónico usual
Yo sueldo soldo
Tú sueldas soldas
Él suelda solda
Nosotros soldamos sueldamos
Ustedes sueldan soldan
Ellos sueldan soldan
Festeja maestro del espionaje
Algarabía
El escritor británico, John le Carré, cumple hoy 85 años. uno de los ilustres exponentes del ámbito literario británico junto a Eric Ambler y Graham Greene
CIUDAD DE MÉXICO.
El lugar común obliga: la novela de espionaje no sería la misma sin John le Carré, que no se llama John le Carré, sino David Cornwell (Dorset, 1931), quien hoy apagará 85 velitas.
Si el fin justifica el espionaje, Le Carré es uno de los ilustres exponentes del ámbito literario británico junto a Eric Ambler y Graham Greene, con la peculiaridad de que el cumpleañero sirvió algún tiempo en los servicios secretos de la Reina en plena Guerra Fría, experiencias con las que ha nutrido el grueso de sus novelas, material cuya ambivalencia fascina y asquea, como cuando un personaje de Llamada para el muerto, el primero de sus títulos, de 1961, le recrimina a otro: “Nosomos policías...” “No. A veces no sé lo que somos.”
Coincidencia o no por el festejo de hoy, sus lectores alzan las copas por su más reciente entrega editorial: Volar en círculos. Historias de mi vida, cuyo lanzamiento global tiene unas cuantas semanas.
Las memorias de Le Carré son una espléndida oportunidad para adentrarse en su mundo: el antiguo espía revela al chico y al aprendiz, al hombre cultísimo que comparte sus encuentros con Yasir Arafat, Rupert Murdoch o Fritz Lang.
El narrador consagrado que almuerza con Joseph Brodsky justo cuando éste recibe la noticia de que ha ganado el Premio Nobel. El hombre agradecido con las personas vistas en la calle a las que convirtió en personajes. El viejo zorro que huye de los periodistas que pretenden entrevistarlo.
Aquí está todo Le Carré. O casi: “Un buen escritor no es experto en nada salvo en sí mismo. Y sobre este tema, si es listo, cierra la boca”.