Excélsior
SONIA ÁVILA
Erick Meyenberg (Ciudad de México, 1980) busca detener el tiempo. Visualizarlo
CIUDAD DE MÉXICO.
Erick Meyenberg (Ciudad de México, 1980) busca detener el tiempo. Visualizarlo. Encontrar en el rasgo mínimo la pulsión de la vida. No la que se mide con horas, sino la que da aliento a la existencia. Materializar ese curso en el movimiento microscópico de una mariposa o un insecto. Y lo hizo durante tres años: palpar en video, sonido e imágenes de lo que todo ser humano quisiera tener en la palma de la mano, tiempo.
Un conjunto de once piezas visuales dan cuenta de esa búsqueda y proponen una inmersión en el Laboratorio Arte Alameda donde se exhibirán con el título Un futuro anterior. La primera exposición individual de Meyenberg en un museo mexicano es un recorrido, organizado bajo la curaduría de José Luis Barrios, en penumbra. Oscuridad total en las salas que obliga a cuestionarse sobre la fragilidad de la vida y el cuerpo frente a la potencia y velocidad del tiempo.
Cada obra es un ejercicio que toma referentes literarios, no en el sentido de ilustrar novelas clásicas pero sí como guía de las reflexiones casi filosóficas sobre la vulnerabilidad del hombre. Así hay guiños sutiles principalmente a En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, lo mismo que a textos de Thomas Mann, Clarice Lispector y Roberto Bolaño. Incluso al pintor francés Claude Monet.
En la carencia de luz, el trayecto es guiado en gran medida, por el sonido. Los audios de los videos orientan el camino. Dos grandes bocinas reciben al espectador con el sonido de las tamboras de Oaxaca en una procesión del día de muertos. En la pantalla apenas se miran las manos de los músicos jóvenes, algunos niños, y más bien se proyecta en el metal de sus instrumentos lo que retumba hecho música.
Las salas se vuelven más oscuras conforme se adentra a ese universo meditabundo de Meyenberg. Y el espectador se encontrará con una serie de videos en pequeño formato donde la mirada se hace microscópica y pasiva para observar el golpeteo del agua de mar contra una roca negra, o las andanzas de una araña para trepar a su nido o el tenue cierre de párpados de un ave. Son grabaciones de momentos fugaces con los que el artista detiene el tiempo.