Por Mario Campuzano. La Jornada
En un artículo anterior sobre la agresión señalábamos que un impulso como la agresividad es normal y necesario para la supervivencia individual y de la especie, pero requiere del encauzamiento adecuado en el proceso de educación familiar, escolar y de socialización en general. Por eso la expresión de la agresión se vuelve un asunto delicado y exigente: requiere ser pertinente en la situación; de intensidad adecuada al estímulo, realista en cuanto a la correlación de fuerzas, utilidad y viabilidad, y con formas culturalmente adecuadas, etcétera. Estos procesos de educación de la pulsión agresiva se llevan a cabo, de manera importante, por medio del aprendizaje y la modelación interpersonal y social, así como por la internalización de reglas e ideales respecto a su uso en el cual pueden alcanzarse modalidades equilibradas o, por el contrario, de exceso, inhibición o impulsividad.
En la búsqueda de ese equilibrio resulta de fundamental importancia la neutralización de la pulsión de muerte mediante la libidinización de la misma, según la teoría clásica, o la elaboración de la rivalidad edípica y fraterna, según teorías recientes complementarias, a fin de permitir un buen equilibrio de los polos de competencia/cooperación, sin dominio, rivalidad o destructividad en relación a los otros. Esto requiere un segundo punto de equilibrio: el de un narcisismo normal que no esté devaluado e inhibido, como una situación extrema en la línea del déficit, pero que tampoco esté en el polo opuesto de sobrevaluación, de grandiosidad narcisista.
En este último caso, de grandiosidad narcisista, las personas tienden a estar centradas en sí mismas y no son capaces de atender las necesidades de los demás a quienes tienden a explotar en su beneficio. Suelen exaltarse a sí mismas y devaluar a los demás, lo cual les crea dificultades para la cercanía, profundidad y compromiso en las relaciones afectivas.
La cultura del narcisismo
Christopher Lasch, un historiador estadunidense que investigó los cambios de la familia de su país en los últimos cien años, descubrió que en la década de los setenta se había dado un cambio radical en las familias y en la cultura: el surgimiento de un acentuado y generalizado individualismo acompañado de una exaltación grandiosa de la visión de sí mismo que consideró una verdadera “cultura del narcisismo”, término que dio título a un trascendente y difundido libro que publicara en esa misma década.
Esa obra generó brillantes reflexiones en los filósofos contemporáneos, que han abordado el tema de la postmodernidad y el neoliberalismo con sus nuevas técnicas de poder y control social, como Lipovestky (La era del vacío) que percibe el cuadro del cambio cultural postmoderno manifestado por el incremento del individualismo con un corte narcisista, hedonista y seductor propio de la época de consumo de masas, que conduce al relajamiento de los lazos sociales y los vínculos familiares y de pareja, así como al desplazamiento de ciudadanos a consumidores y el vaciamiento de sentido de muchas instituciones.
Control social mediático-consumista en el postmodernismo
Pero en los métodos de control social no se requiere solamente el dominio sobre los cuerpos y los bienes materiales, sino también sobre las subjetividades. Como consecuencia, el control social se vuelve más oculto que en el viejo sistema disciplinario descrito por Foucault y simbolizado en el panóptico vigilante de las cárceles, y se instala mediante la seducción e ideologización del consumo y la manipulación de los deseos y emociones por los medios masivos de comunicación, o sea, el control consumista-mediático logrado mediante la manipulación de los deseos. La libertad queda reducida a la libertad de consumir las mercancías y servicios que la propaganda induce estimulando la dependencia y la exaltación narcisista. Como aumenta la incertidumbre, tanto laboral como afectiva, el futuro ya no se inviste como progreso, lo cual da un tono cultural de predominio del tiempo presente, de un aquí y ahora desvinculado del pasado y con un futuro de inseguridad que dificulta la transmisión generacional de la cultura y la historia a los jóvenes y crea un justificado temor en los mayores carentes de apoyo para el sostén de su vida y salud en la vejez, ya que las instituciones del Estado benefactor han sido despojadas de sentido social y de presupuesto por el neoliberalismo para convertirlas en empresas privadas.
Agresión, narcisismo y poder
La pulsión agresiva y el narcisismo tienen estrecha vinculación con el tema del poder, entendido como fuerza, capacidad, fortaleza que permiten el control o dominio sobre bienes o personas. El concepto de poder es central en el campo de la política y no existe como formulación específica en la teoría psicoanalítica, que asume las establecidas por las ciencias sociales, pero proporciona elementos sobre sus orígenes psicodinámicos. Sin embargo, es un hecho que el ejercicio de poder se da en todos los vínculos y agrupaciones humanas. ¿Por qué es así? ¿Existirá acaso alguna correlación entre el nivel psicológico y el nivel social que lo haga inmanente a la naturaleza humana? Considero que esto es altamente probable y trataré de justificarlo en una breve discusión sobre al respecto.
Socialmente, el poder tiene que ver con la capacidad de control de las fuentes de satisfacción necesarias para otros seres humanos (dinero, territorio, etcétera), y esta situación social se vincula con la característica del bebé humano que consiste en una prolongada dependencia de sus mayores en el lar-go proceso de crianza, lo cual implica que la satisfacción de las necesidades del niño va a estar determinada por los otros y, como consecuencia, buscará desde temprano –por sobrevivencia– tener un cierto control o dominio sobre esos otros. De esta manera, las distintas etapas del desarrollo psicosexual contendrán expresiones interpersonales de la pulsión agresiva marcadas por distintas modalidades de ejercer ese poder sobre los otros: en la etapa oral, de tipo dependiente y/o posesivo; en la etapa anal, de tipo expulsivo y destructivo, o de distancia afectiva y control; en la etapa fálica, de rivalidad o seducción.
Alguna de estas modalidades será predominante de acuerdo con la estructura caracterológica del sujeto y la implementará en su vida social y afectiva, incluyendo las relaciones de pareja y familia. Será la ambición narcisista desbocada la que marcará la diferencia al buscar satisfacer sus objetivos individuales a costa de lo que sea y pasando por encima de quien sea.
Así como los teóricos de la comunicación han planteado que es imposible no comunicar, que aun quien se queda en silencio está mandando con ello un mensaje, así también, en cuanto al poder, nadie podrá ser ajeno a su ejercicio, cada uno tendrá un monto de poder y una modalidad de ejercerlo, con sus estrategias y tácticas, y la correlación respectiva con quien lo ejerza, incluyendo la pareja y los hijos.
Técnicas capitalistas de poder sobre las subjetividades:
de la biopolítica a la psicopolítica
El concepto de ideología abordado por varios teóricos marxistas permitió gran avance en la comprensión del control de las subjetividades, pero fue Foucault, en su investigación histórica-filosófica, quien insistió sobre su relación con el poder desde el ámbito cultural. Sus teorizaciones se ubicaron inicialmente en espacios de reclusión como las cárceles o los asilos, pero al avanzar la construcción de su obra abordó el tema del poder en poblaciones abiertas a partir de sus conceptos de biopolítica y biopoder sobre las relaciones entre la política y la vida, que permiten establecer, como formas de ejercicio del poder político, prácticas de control disciplinario sobre el cuerpo social que son ejercidas en el ámbito del conocimiento durante el proceso de formación de los individuos para influir en sus subjetividades y hacer del cuerpo una máquina de producción. El poder disciplinario concebido como un poder normativo, negativo, que crea a un sujeto obediente.
La biopolítica es la forma de gobierno de la sociedad disciplinaria que corresponde al período del capitalismo industrial y persiste a la fecha en todos los ámbitos y en especial en los relacionados con trabajadores y obreros.
Quien continúa y actualiza las reflexiones de Foucault es Byung-Chul Han (Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder), un filósofo de origen coreano radicado en Alemania, que considera que el control subjetivo y social propio del neoliberalismo recurre más a la positividad de la seducción narcisista que a la negatividad, inhibitoria y no permisiva, del poder disciplinario, propio de la etapa histórica anterior del capitalismo.
Esta nueva forma de ejercicio del poder político es la psicopolítica, que Byung-Chul Han define como la técnica de dominación del capitalismo financiero neoliberal que estabiliza y reproduce el sistema dominante por medio de una programación y control psicológicos, donde “instituye entre los individuos una rivalidad interminable a modo de sana competición, como una motivación excelente. La motivación, el proyecto, la competencia, la optimización y la iniciativa son inherentes a la técnica de dominación psicopolítica del régimen neoliberal”.
A este sistema, más sutil y positivo, que motiva y estimula más que prohibir, lo considera más eficiente y concluye: “En lugar de hacer a los hombres sumisos, intenta hacerlos dependientes.” Este poder amable y seductor no sólo es más poderoso que el poder represivo, sino también menos visible, suele pasar desapercibido al sujeto, que se siente libre. Cuatro elementos son los centrales de este régimen: 1. La explotación de la libertad. 2. La dictadura de la transparencia. 3. El Big Brother amable que se acompaña del Big Data. 4. El capitalismo de la emoción, junto con la ludificación.
La dictadura de la transparencia
El control y la vigilancia de la sociedad disciplinaria tenía su modelo en el panóptico de Bentham, ese dispositivo utilizado en muchas prisiones para ver sin ser visto. Ahora esa vigilancia y control se han vuelto menos visibles y coactivas, y en lugar del Big brother orwelliano aparece el Big Data donde no hay que perseguir la información, ya que la gente espontánea e ingenuamente la ofrece. “Los residentes del panóptico digital... se comunican intensamente y se desnudan por propia voluntad. Participan de forma activa en la construcción del panóptico digital.”
El sistema neoliberal convierte al ciudadano en consumidor y la transparencia logra efectos adicionales al desarticular ampliamente el sentido de la otredad y de la interioridad en aras de lograr una comunicación sin limitaciones, y genera un efecto de conformidad. Además, afecta negativamente a la capacidad de una acción política por la pasividad que induce.
Los datos circulantes en la red también permiten trazar un perfil de intereses individuales y colectivos con capacidad de predicción del comportamiento, susceptibles de ponerse al servicio de la propaganda tanto comercial como política y favorecer el control social.
El capitalismo de la emoción y la ludificación
Byung-Chul Han contrasta el capitalismo industrial descrito por Weber, que sigue una lógica racional, con el capitalismo neoliberal que explota las emociones tanto para incrementar el consumo como para incrementar la productividad y el rendimiento.
Se utilizan las emociones “para influir en las acciones a este nivel prerreflexivo” en el control psicopolítico del individuo. El juego se aprovecha para funciones semejantes en el mundo de la vida y del trabajo.
El grado de penetración de estas nuevas modalidades de control social, aunque tienden a ser generalizadas, varía de acuerdo con el grado de desarrollo del país, del ámbito en que se trabaje y de la clase social a que se pertenezca.
El sujeto narcisista del rendimiento requiere de ámbitos que lo favorezcan y se da especialmente entre los ejecutivos altos y medios de las grandes compañías nacionales y transnacionales. Ahí se promueve esta ideología de manera formal en los cursos de capacitación y de manera informal en la organización del trabajo, donde tiene un lugar relevante el uso creciente del home office.
Los otros elementos descritos, que se instrumentan mediante los medios masivos de comunicación, influyen en el gran conjunto de la población y el Estado mexicano lo favorece mediante la distribución gratuita de televisiones y tablets en las capas sociales de bajos recursos, donación que simultáneamente utiliza para comprar votos y estimular adhesiones partidistas •