En el marco de su 25 aniversario como museo, el Antiguo Colegio de San Ildefonso actualizará, apoyado por la UNAM, la guía para el recorrido que se ofrece al público
SONIA ÁVILA. Excélsior
Fotos: Karina Tejada
CIUDAD DE MÉXICO.
El muralismo se inscribe en la historia del arte universal como un movimiento mexicano con influencias en todo el mundo. Y el Antiguo Colegio de San Ildefonso es el punto de partida: “Aquí se pronunciaron por primera vez los muralistas, y sus obras trascienden su época y su autor”, ataja Ery Camara, director de exposiciones del recinto. Son más de 30 relatos pictóricos que integran el único acervo artístico del museo.
En el 25 aniversario del Antiguo Colegio, que celebrará el segundo semestre del año, los murales se convierten en su máximo patrimonio. “Estas obras son los bienes inmuebles del edificio, y sí creo que trazar la historia del muralismo desde San Ildefonso es ver el pronunciamiento de una comunidad de artistas que tomaron conciencia de la sociedad”, añadió el curador en entrevista.
Bajo esta premisa, el equipo curatorial del museo y académicos del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM trabajan en la actualización de la guía para el recorrido que ofrecen al público. No se trata, aclara Camara, sólo de añadir datos sino de hacer más asequible la historia de las obras que promueva el interés de las personas. La actualización también se contempla para la visita virtual que ofrece el recinto en su página de internet.
Es una guía que estamos trabajando con el Instituto de Investigaciones Estéticas para reformular el contenido de los murales. Las investigaciones han continuado y se tienen materiales nuevos, y es importante agregarle algo nuevo a la guía antigua. Entonces cada mural se ha dibujado siluetado y se describe qué significa la escena, quién es el modelo o personaje”, detalla del folleto que complementará la visita guiada que un grupo de voluntarios ofrece dentro del museo a diario.
La nueva pauta, que incluye la historia del recinto desde que fue un colegio jesuita en los años 1500, incluye la historia de cada mural: su proceso de creación, el significado de cada elemento, así como anécdotas sobre el artista y su obra. Además, nuevas fotografías que se hicieron luego del trabajo de conservación que el equipo del Centro Nacional Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) y de Patrimonio Universitario realizaron el año pasado.
En suma es una propuesta lúdica para acercar al público joven al arte mexicano y, sobre todo, sembrarle la curiosidad para investigar otras obras en otros edificios. Pues, señala Camara, la que fuera Escuela Nacional Preparatoria es sólo el primero de los edificios en el Centro Histórico donde Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Fermín Revueltas, Fernando Leal, Jean Charlot, entre otros, se manifestaron sobre la sociedad del siglo XX.
Creo que trazar la historia del muralismo desde este museo es ver el pronunciamiento de una comunidad de artistas que tomando conciencia de la importancia de la imagen en el despertar de una población lo utilizaron como campaña de concientización y me pareció muy eficaz porque en cualquier lugar donde se hicieron se han preservado esos murales. Por otro lado, el recorrido es una incitación a la curiosidad, para que de ahí uno se acerque tanto al museo o a los libros para documentarse más sobre el tema”.
DETRÁS DE LOS MUROS
Si bien todos los murales tienen una historia particular, para el curador la de Orozco proyecta el pensamiento de los artistas de la época. En una primera etapa, la el artista ocupó los muros norte de los tres niveles del patio con una narración visual sobre la revolución y la sociedad, pero cuando regresó de un viaje por Orizaba decidió modificar las obras. Pintó encima una visión más crítica del movimiento; retiró sus elementos optimistas y esbozó una realidad cruda.
Creo que en la iconografía de Orozco se simboliza la trinchera de estos revolucionarios anónimos que no les vemos la cara, en el mural vemos una cruz dramatizando esta escena, y los revolucionarios dando la vuelta mirando el pasado que está en quiebra igual que todas las ruinas del pasado y a la vez muestra la situación que perdura que es el banquete de los ricos, esas personas están cenando y riéndose de la pelea de los obreros abajo.
Creo que Orozco es muy crítico ante su propia comunidad y va dejando huellas que al mirarlas despierta cierta reflexión, muestra la libertad y la justicia en juerga”, explica el curador sobre los 24 murales de Orozco que hizo entre 1923 y 1926. De éstos destaca Maternidad, el único panel que queda de la etapa inicial del trabajo del artista en el museo, y El banquete de los ricos, una crítica social que recurre las caricaturas de la prensa.
David Alfaro Siqueiros también ocupó un espacio mayor del museo con cuatro frescos. El espíritu de Occidente o Los elementos (1923) es la primera obra mural del artista, y la hizo con la técnica de encáustica sobre el techo de la escalera. Es una mujer con los cuatro elementos del origen de la vida.
Si bien Diego Rivera pintó aquí sólo una obra: La creación (1922), éste también representa el inicio del muralismo para el artista. Fue su primer fresco. Ocupa el interior del Anfiteatro Simón Bolívar, también realizado con la técnica encáustica.
Los murales son la creación de una nueva identidad mexicana que recoge de la tradición prehispánica y la tradición española las influencias positivas que se reconocen junto con las de otros migrantes que a veces no se mencionan. Así se han convertido en simbolismos que hay que descifrar.”
Camara precisa que cada dos años se realizan trabajos de conservación, y revisiones paulatinas sobre los asentamientos del edificio para evitar fisuras en los muros.