María Cristina Caso Sainz. Algarabía
No falta quien opina que los acentos son algo superfluo, que da lo mismo ponerlos que ignorarlos y que no vale la pena el esfuerzo por dominar las reglas de acentuación.
Si crees esto, querido lector, déjame contarte lo que me dijo un amigo, recién salido de la preparatoria, cuando lo encontré triste y desanimado y le pregunté qué le pasaba:
«Hace seis meses que busco trabajo. Ya sabes qué difícil es encontrar chamba actualmente. Antier pensé que por fin lo había logrado. La entrevista fue muy positiva y el licenciado que me entrevistó me dijo que le había causado una buena impresión y que me avisarían en 24 horas. Me pidieron que regresara y pasé con otra persona, que me devolvió mis papeles y me dijo:
—Lo siento, pero no podemos contratarlo.
—Pero el licenciado me dijo que lo había hecho muy bien —contesté.
Y él me respondió secamente:
—Es que el licenciado no leyó su solicitud. Pero yo sí la leí, y créame, no vamos a emplear a una persona que no sabe ni siquiera escribir su nombre correctamente.
Esto sí me dejó asombrado.
—Perdóneme, pero está usted mal. Mi nombre es Julián Martínez. Lo escribí con mayúsculas y con zeta.
—Sin duda, y también omitió los dos acentos que lleva. Lo siento, pero la decisión es definitiva. Mi consejo es que estudie las reglas de acentuación antes de llenar solicitudes de trabajo.
Y allí acabó todo. La regué por güey y me lo merezco. ¿Qué hago ahora para estudiar los acentos? Ni modo que me inscriba en la primaria.»
Los acentos son importantes y no ponerlos es signo inequívoco de poca cultura y de que, quien escribe, no le concede importancia a sus palabras, porque el acento prosódico en español tiene, en muchos casos, valor distintivo y cambia el significado de una palabra según la sílaba en donde recae: hábito/ habito/ habitó.
Así, no es lo mismo decir «Juana es una méndiga» que «Juana es una mendiga» y tampoco es lo mismo decir «Se trata de una pérdida» que «Se trata de una perdida».
Y aunque todas las palabras se pronuncian con acento, no todas llevan acento escrito o tilde, pues si así fuera, tendríamos que escribir así: «Buénos días señóres, señóras. ¿Sé encuéntran bién?». Resulta obvio que eso sería poco práctico y nada funcional.
¿Recuerdas lo que te dijo tu maestra de primaria? ¿Que las palabras se dividen en: agudas, graves y esdrújulas?
Bueno, pues así es:
Las palabras agudas son las que llevan el acento en la última sílaba. Estas palabras llevan acento escrito cuando terminan en vocal, en n y en s.
Las palabras graves son las que llevan el acento en la penúltima sílaba. Estas palabras llevan acento escrito cuando no terminan en vocal, n o s.
Las palabras esdrúlulas son las que llevan el acento en la antepenúltima sílaba Estas palabras siempre llevan acento escrito.