Algarabía
Danielle Vaan
¿Qué nos dice de nosotros nuestra sexualidad?
Solemos asumir que es un tema intrínsecamente relacionado con las relaciones sexuales, pero en realidad, son varios los factores que contribuyen al desarrollo de este aspecto de nuestras vidas, así que repasaremos aquí los más importantes.
Breve recuento de la atracción
Antes del siglo xix —y aún en el siglo xx—, la identidad sexual era un tema cuyo panorama estaba claro: según
el sexo con el que naciera cada persona —masculino o femenino—, se designaba cuál debía ser su conducta y, en cuanto al comportamiento sexual, por quién debería sentir atracción. Es decir, se otorgaba un rol de género: un conjunto de normas que determinan lo que se considera «correcto» en una cultura dada para un sexo en específico.
Quien se salía de la normativa heterosexual era señalado, perseguido, acusado, y las consecuencias que tendría, en caso de descubrirse una preferencia homosexual, podían ir desde la agresión física hasta la exclusión social, la reclusión o incluso la muerte.
De acuerdo con Ellen Schecter, terapeuta y especialista en psicología clínica1 , ya sea por ciertas creencias religiosas, por un constructo social o por la poca información disponible, la identidad sexual parecía un aspecto definido en la sociedad —al menos en la nuestra.
En un principio se asumió que la bisexualidad se encontraba en un punto medio de dos modelos conocidos: o eran sujetos heterosexuales que buscaban satisfacer su curiosidad experimentando o bien, se trataba de homosexuales de closet o reprimidos.
Ya en el siglo xx, con el estudio y conocimiento de la bisexualidad —en 1948 Alfred Kinsey publicaba un estudio donde afirmaba que 48% de los hombres y entre 6 y 14% de las mujeres habían tenido una experiencia o atracción sexual por alguien de su mismo género—2 , las nociones se empezaron a ver confusas al encontrarse con sujetos que podían sentir atracción por personas de género masculino y femenino.
Del cis y el trans
Eventualmente el público fue aceptando los avances en
las teorías sobre las orientaciones sexuales y, con ello, el componente emocional se fue agregando al desarrollo teórico, ya que como menciona Schecter: «Lo que era llamado orientación “sexual” fue conociéndose como no sólo acerca del sexo, sino sobre el apego emocional también. Poseer una orientación homosexual significó, entonces, estar emocional y sexualmente atraído hacia aquellas personas del mismo sexo o del género percibido/asignado».
Al avanzar el tiempo, la percepción general cambió con la aparición de las comunidades lésbico-gay y su lucha continua para lograr su aceptación en la sociedad, tal como las marchas del orgullo lgbttti que se llevan a cabo año con año.
Con mayor insistencia en los últimos 15 años, la comunidad trans —transexual, transgénero y travesti— ha seguido buscando visibilidad y aceptación.
Aunque, debido
a la novedad de los estudios y el avance lento de las clasificaciones, aún no se definen con claridad los límites entre los tres componentes de la comunidad trans, podemos arrojar luz a partir de su composición etimológica.
El prefijo trans viene del latín, significa ‘más allá, a través, atravesar’, oponiéndose al prefijo cis, que quiere decir ‘alinearse, del mismo lado’. Así pues, las personas cisgénero son todas aquellas cuya identidad de género empata con su sexo. Del lado trans tenemos hasta tres variables:
Transexual. Es quien se siente del sexo contrario, por lo que adopta comportamientos y se somete a tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas para adquirir las características del sexo opuesto.
Transgénero. Alguien cuya identidad de género no empata con su asignación biológica.
Travesti. Designa a quien no se viste de acuerdo a su género pero no necesariamente cambia su identidad ni su orientación por ello.
Como se observa, se cuestionan dos distintos componentes de la sexualidad humana: la identidad de género y la orientación sexual. Exponer las distintas orientaciones tuvo como resultado considerar a la sexualidad como una gama de posibilidades donde se mueve el ser humano: una concepción de género fluido se estaba gestando.
La sexualidad como espectro
En la actualidad, los biólogos construyen una visión más abarcadora sobre la sexualidad, pero, en palabras de Claire Ainsworth, doctorada en genética del desarrollo y exeditora de la revista Nature, la sociedad aún debe ponerse al día.
Lo que propone Lisa M. Diamond3 es un entendimiento sobre la sexualidad basado en el contexto en el cual se produce: la noción del género fluido.
Esto quiere decir
que existen situaciones donde no se encontrarán rasgos
de homosexualidad en el enamoramiento de personas
del mismo género: existen casos de comunidades cuyos miembros se identifican como heterosexuales y establecen relaciones con miembros de su mismo sexo, casos de personas que se enamoran de su mejor amigo o amiga sin por eso sentir una atracción sexual por personas del mismo sexo.
En el fondo, los estatutos de Alfred Kinsey4 acerca de que la sexualidad no sólo son dos extremos opuestos para todos, sino que existen personas que pueden fluir en puntos intermedios, parece ser cierto. Si bien la identidad sexual se constituye por diversos factores las posibilidades de combinarlos están aún por definirse.
¿Cuántos tipos de orientación sexual existen? El amplio espectro se abre a diversas posibilidades de la convivencia humana. Sigue conociendo más acerca de nuestra identidad y atracción sexual en nuestra amorosa edición 149.