Edith Ortiz Díaz
La importancia del hallazgo del pectoral de San Francisco Caxonos radica en dos aspectos, principalmente: habla sobre la sociedad de los zapotecos caxonos –en el Posclásico Tardío–, y la manufactura de la pieza posee particularidades y aleaciones que la distinguen de la mayoría de los objetos de oro del valle de Oaxaca o de la Mixteca.
Cuando se visita el museo de Santo Domingo en la ciudad de Oaxaca, una de las paradas obligadas del recorrido es la sala donde se encuentran las piezas de la Tumba 7 de Monte Albán. En esta sala se hallan varias vitrinas con diversos objetos de oro y plata, e incluso anillos con aleaciones de ambos metales. Es muy importante esta colección de collares, anillos, pulseras o pectorales de oro y plata, pero más allá del valle de Oaxaca y de la Mixteca, en otras zonas de Oaxaca se han descubierto objetos de oro y de metal en general, los cuales permiten entender el desarrollo de la metalurgia en la antigua Mesoamérica.
San Francisco Caxonos
El florecimiento y la expansión de los zapotecos de los Valles Centrales a otras zonas de Oaxaca ocurrieron en la etapa Monte Albán II (200 a.C.-300 d.C.). Tal expansión obedeció, según algunos autores, al interés de los zapotecos por obtener distintos bienes provenientes de otras áreas geográficas. Otro momento de expansión de los zapotecos se dio rumbo a la Sierra Norte, en el periodo Clásico, alrededor de 400 d.C.
El pueblo de San Francisco Caxonos está al noreste de la ciudad de Oaxaca, a unos 80 km aproximadamente. Poco antes de llegar ahí, puede apreciarse el cerro conocido como la Mesa de San Francisco Caxonos, en cuya parte alta hay dos planos donde el terreno se nivela: la Mesa Alta y la Mesa Baja. El sitio arqueológico se localiza en la cima de esa montaña. El asentamiento prehispánico consta de algunas plataformas alargadas de 40 cm a 2 m de altura, distribuidas desde la Mesa Baja hasta la Mesa Alta, donde existe un pequeño conjunto arquitectónico formado por dos montículos que se desplantan de un terraplén. Tanto en la ladera oeste como en la del sur se puede observar un complejo sistema de terrazas cuya construcción debió significar una considerable inversión de trabajo, sobre todo en la parte sur, que cuenta al menos con 18 terrazas cuyas dimensiones son, en promedio, de 100 m de largo por 15 de ancho, y el desnivel entre ellas es de uno a dos y medio metros.
A finales de 1998 se realizó una serie de pozos de sondeo en varias partes del sitio. El primer pozo estratigráfico se hizo en el centro de la plaza del conjunto principal, para determinar sus etapas constructivas, que resultaron ser dos. El segundo pozo se hizo en la tercera terraza, al sureste de la plaza, con la intención de determinar el sistema constructivo del sitio. El tercer pozo se llevó a cabo en la cuarta terraza al sur del conjunto principal, cerca de una tumba de cajón ya saqueada pero en la cual se había reportado material cerámico de la época Monte Albán II. La idea de excavar ese lugar era hallar evidencia cerámica que apoyara el fechamiento hecho por Lorenzo Gamio en la década de 1960. Aunque no se encontraron objetos de esa época, la excavación arrojó importantes datos acerca de algunas de las costumbres funerarias de los zapotecos caxonos al final del periodo prehispánico: en el pozo se descubrió un conjunto de cistas o entierros y cajas de piedra. En una de esas cistas se halló a un individuo masculino de alrededor de 50 años. Entre los objetos depositados como ofrendas en el entierro se encontró cerámica, carbón, lítica tallada y pulida, fragmentos de mosaicos de turquesa y, de manera sobresaliente, un pectoral de oro con un personaje saliendo del yelmo con forma de pico de ave; había 16 piezas dentarias humanas engarzadas, con perforación bicónica en la raíz, que formaban parte del pectoral.
El hallazgo permitió realizar el fechamiento de la última ocupación prehispánica del sitio, la cual, según los datos de C14, es de 1550+/- 40 dne. Asimismo, permitió saber que los zapotecos de la sierra estaban organizados en pequeños señoríos independientes y que precisamente ese personaje masculino fue el último señor de San Francisco Caxonos.
Análisis del pectoral
Cuando se halló el pectoral de oro como parte del ajuar del individuo de la cista 2, se consideró en un primer momento que el pectoral había llegado a la sierra por medio de algún intercambio entre los zapotecos de Caxonos y los habitantes del centro de Oaxaca. Sin embargo, también era posible que la pieza hubiese sido fabricada en la sierra, ya que, de acuerdo con la información que se tiene de los primeros conquistadores, había placeres en los ríos de las partes alta y baja de la Sierra Norte de Oaxaca.
Se aplicaron las técnicas no destructivas de emisión de rayos x inducida por partículas y espectroscopía de retrodispersión de Rutherford (pixe y rbs por sus siglas en inglés, respectivamente) y se irradiaron cerca de 50 puntos en diferentes partes del pectoral. Como resultado de tal examen se pudo determinar que en el pectoral de Caxonos se usó una aleación rica en oro y cobre, y que tiene una composición prácticamente uniforme: 55% de oro, 10% de plata y 23% de cobre. El cuerpo principal se mantiene con proporciones parecidas a la de los cascabeles, con 65% de oro, 10% de plata y 25% de cobre.
En cuanto a la técnica de fabricación, pudo advertirse que el pectoral se hizo a la cera perdida y que en algunas partes de la pieza hubo un dorado intencional que se logró por medio de la técnica de oxidación. Ésta es un proceso que utiliza el orfebre para graduar la tonalidad amarilla de la aleación oro-cobre y crear así una gama de colores en la misma pieza. Lo interesante es que dicha técnica fue poco usada en Mesoamérica y en especial en la Mixteca y el valle de Oaxaca. Al comparar el pectoral de Caxonos con otros objetos mesoamericanos, puede observarse que la temperatura de fundición del pectoral, así como la tecnología de fabricación, son muy semejantes a las utilizadas en los objetos del Tesoro del Pescador, cuya procedencia, según las fuentes escritas del siglo XVI , es precisamente el área de la Sierra Norte de Oaxaca. Asimismo, en la gráfica adjunta puede apreciarse que las piezas mixtecas tienen una aleación más rica en la relación oro-plata que las de Caxonos. Debido a esta característica, su punto de fundición es más alto, llega a más de 954 °C, por lo que difiere con los datos de fabricación del pectoral de Caxonos. Así pues, en términos generales, puede afirmarse que el pectoral de Caxonos y las piezas del Tesoro del Pescador tienen ciertas características típicas de la tradición metalúrgica colombiana, debido a las aleaciones y las temperaturas de fundición. Esta tradición fue adoptada por los habitantes de la sierra y desarrollada conforme a los recursos minerales con que contaban.
Edith Ortiz Díaz. Doctora en historia por el Colegio de México. Investigadora del IIA, UNAM. Estudia la arqueología e historia de la Sierra Norte de Oaxaca y la región del Papaloapan, así como los procesos de producción de metalurgia prehispánica.
Ortiz Díaz, Edith, El señor de San Francisco Caxonos y su pectoral”, Arqueología Mexicana núm. 144, pp. 36-39.
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