Babel. Algarabía
Las partes de la oración que con tanto empeño nos enseñan en la primaria se conformaron en la Edad Media ¿Pero sabes a quién le debemos la caracterización sintáctica de los enunciados?
Si bien los tratados gramaticales de las lenguas «vulgares» de la Edad Media no partieron de cero,1 pues la rica tradición grecolatina de Prisciano, Varrón y Donato circunscribió todos los trabajos,2 sí representaron el afianzamiento de algunas cuestiones gramaticales, entre ellas, las partes de la oración que conocemos hoy en día.
El año 1492 no sólo fue ilustre por el descubrimiento de América, sino también porque el humanista y filólogo Antonio de Nebrija (ca. 1444-1522) publicó la Gramática de la lengua castellana, considerada la primera obra dedicada al estudio de la lengua castellana y sus reglas.
No en balde dicen que «el imperio va de la mano de la lengua».
Nebrija dividió la oración en diez partes de acuerdo con las tradiciones griega y latina, y mezcló la sintaxis con la morfología; por ejemplo, el sujeto con el nombre, que seguro le parecerán familiares, pues han prevalecido hasta nuestros días.
1. Nombre. Significa ‘cuerpo, cosa’. Tiene seis accidentes : calidad —común y propio—; especie —distingue patronímicos, diminutivos, aumentativos, comparativos, denominativos, función nominal de infinitivo, participiales y posesivos—; figura —simples y compuestos—; género —femenino, masculino, neutro, dual, trial, indefinido, epiceno—; número —singular o plural— y declinación por casos —provenientes de la latina en nominativo, genitivo, dativo, acusativo y vocativo.
2. Pronombre. Se llama así porque se pone en lugar del nombre propio, y tiene seis accidentes: yo, tú, él, nosotros, ustedes y ellos.
3. Artículo. Parte que se añade a algún nombre para demostrar de qué género es. Él lo clasifica en tres: el, la y lo.
4. Preposición. Es un nexo de relación que se antepone a una palabra, por aposición o composición.
5. Conjunción. Es una de las partes de la oración que junta y ordena alguna sentencia.
—Aprende también a manejar el manejar—
6. Adverbio. Lo compara con el adjetivo, ya que al añadirse al verbo determina alguna cualidad de la acción, así como lo hace el primero con el sustantivo. Considera los siguientes tipos: de lugar, tiempo, negación, afirmación, duda, deseo, «para semejar», «para jurar», cantidad, calidad, los terminados en –mente; los interrogativos, entre otros.
7. Verbo. Se considera la «palabra por excelencia» porque permite declarar o sentenciar algo. Distingue ocho accidentes: especie, figura, género, modo, tiempo, número, persona
y conjugación.
Pero aquí no acaba la cosa. Consulta éste y otros textos sobre la Edad Media en nuestro especial #150.