La historia no escrita de Zultépec-Tecoaque, Tlaxcala
Enrique Martínez Vargas. Arqueología Mexicana
En este texto se abordan aspectos desconocidos hasta hace poco, relacionados con las vivencias en cautiverio de un grupo de europeos detenidos y llevados por los guerreros al sitio de Zultépec-Tecoaque, en Tlaxcala. Esos europeos luego fueron incorporados al mundo mítico religioso mesoamericano mediante diversas ceremonias relacionadas con el calendario religioso nahua.
Zultépec-Tecoaque se localiza en la región occidental del estado de Tlaxcala, a una altitud de 2600 msnm, en el municipio de Calpulalpan, y colinda con el estado de México e Hidalgo. La historia de la ocupación del lugar es larga y compleja, y se conservan restos materiales de la arquitectura y vestigios asociados a las formas de resistencia que presentaron los indígenas del asentamiento a la conquista de los europeos y sus aliados. En este texto se abordan aspectos desconocidos hasta hace poco, relacionados con las vivencias en cautiverio de un grupo de europeos detenidos y llevados por los guerreros al sitio. Esos europeos luego fueron incorporados al mundo mítico religioso mesoamericano mediante diversas ceremonias relacionadas con el calendario religioso nahua.
En 1520 el asentamiento fue escenario de uno de los episodios relevantes del contacto entre europeos e indígenas acolhuas al inicio de la conquista de México. Algunos detalles en relación con los acontecimientos aparecen en algunas de las fuentes históricas del siglo XVI (Cartas de Relación de Hernán Cortes, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, entre otras). El mayor aporte de información proviene de las investigaciones arqueológicas sistemáticas efectuadas por el INAH en el antiguo asentamiento. Los estudios y análisis de los datos recuperados han llevado a desentrañar aspectos desconocidos sobre el proceso del contacto y la conquista de México.
Nuevos datos
Al reiniciar la investigación arqueológica en el presente año en el área habitacional del asentamiento, se ha recuperado información cuya interpretación permite profundizar en el cautiverio de los europeos y sus aliados. En esa zona habitacional, que se localiza hacia el oeste, norte y sur del centro ceremonial, es posible observar modificaciones realizadas en el último momento constructivo del asentamiento (1520-1521 d.C.) para resguardar a los cautivos y controlar la circulación y contacto de los capturados con la mayor parte de la población.
Ante la carencia de una especie de cárcel que permitiera resguardar a los cautivos (más de 350 personas de ambos sexos, entre hispanos y aliados indígenas), algunas viviendas de personajes importantes fueron modificadas, y se adaptaron a las necesidades de ese momento, para resguardar a los europeos y sus aliados indígenas. Las modificaciones consistieron en la clausura de pasillos y de algunos accesos, y la trasformación del interior de algunos aposentos mediante muros divisorios de piedra y adobe, entre otras cosas.
Durante las exploraciones en el Grupo Habitacional Sur, en el aposento ubicado en la esquina noreste se localizaron en contacto con el piso restos de un esqueleto de sexo femenino con características que permitieron establecer su filiación europea. El análisis antropofísico y espacial de los restos óseos permitió establecer que estaba colocado en posición anatómica y en proceso de desmembramiento pos mortem; se observa la falta de algunos de los huesos largos inferiores: pelvis y fémur, del lado izquierdo; y la ausencia de parte de los superiores: húmero, cúbito y radio, del lado derecho, además de ambas manos. Ello permite suponer que después del sacrificio, el cuerpo fue llevado al aposento, el cual era adecuado para la manipulación cultural pos mortem de los cadáveres, de manera especial para la extracción de huesos largos, posiblemente para la obtención de los llamados “huesos trofeo” apreciados por los guerreros. La osamenta estaba acompañada de una pequeña jarra de cerámica de la fase Azteca IV, en cuyo interior se localizaron restos de una rata de campo cocida.
Figurillas de cerámica y escultura en piedra de carácter religioso europeo
Cabe la posibilidad de que entre los miembros de la caravana viajara un religioso franciscano de los que habían llegado a Veracruz, quien a pesar de su cautiverio buscó relacionarse con los habitantes del lugar para continuar su tarea evangelizadora. Lo anterior se basa en que en Zultépec-Tecoaque se localizaron figurillas, de manufactura tradicional indígena, con rasgos de imágenes religiosas europeas, algunas de las cuales se pueden relacionar con la vestimenta de ése u otros frailes, así como representaciones de imágenes sagradas veneradas por los europeos. La técnica de modelado y los materiales son de los usados por los alfareros prehispánicos, sin embargo, las imágenes corresponden a diferentes santos o a representaciones sacras. Es posible observar la presencia de conceptos como el del “diablo o demonio”, cuya representación lleva los cuernos característicos, que en la religión católica se relacionan con lo malo. Lo anterior indica algún tipo de vínculo entre captores y prisioneros, a los cuales se les consideró cautivos de guerra, de acuerdo con el código indígena.
Al interior de un aljibe (núm. 11) se localizó una imagen trabajada en piedra, que representa posiblemente a alguna deidad europea. Está cubierta en cinabrio y tiene una corona blanca y estucada; la imagen estaba acompañada con representaciones de carácter religioso prehispánico como Tláloc y Quetzalcóatl, en un ritual que posiblemente indique sincretismo religioso.
Enrique Martínez Vargas. Doctor en estudios mesoamericanos (2005). Director del Proyecto Especial Tecoaque desde 1991 hasta la fecha y encargado de las zonas arqueológicas del occidente de Tlaxcala.
Martínez Vargas, Enrique, “La historia no escrita de Zultépec-Tecoaque, Tlaxcala”, Arqueología Mexicana núm. 139, pp. 54-59.
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