Camila Martínez. Algarabía
Hay muchas maneras de ayudar a nuestro cerebro para que asimile mejor la información.
Nuestro cerebro humano es un extraordinario centro procesador de información genética, cultural y ambiental. La adquisición de conocimientos o habilidades lo reconocemos como «aprendizaje», mismo que se da a través de la experiencia, y ocasiona un cambio en nuestro comportamiento.
El aprendizaje no se trata de memorizar todo a la perfección, sino seleccionar y conservar los datos valiosos que nos ayuden a tomar decisiones. Por eso, atender nuestra memoria con algunas recomendaciones es clave para que las personas puedan tomar juicios inteligentes. Abre tu mente y no dejes que la pereza te impida utilizar alguna técnica que te presentamos aquí para aprender más y mejor:
La riqueza marina, en sabor y Omega 3
Según los estudios de evolución intelectual y habilidades cognitivas, el ser humano consiguió un gran avance cultural cuando llegó a vivir cerca de los ríos. Ya fuera por el fácil manejo del agua, las tierras fértiles o la disponibilidad de comida esta acción fue determinante en el florecimiento los pueblos asentados en Mesopotamia, Egipto y el Valle del Indo.
Por ello no nos sorprende que, en un estudio publicado en 2014 en el American Journal of Preventive Medicine, se haya descubierto que comer pescado aumenta el volumen del cerebro. Para el experimento se examinaron 260 sujetos entre 75 y 79 años sin defectos cognitivos.
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Se observó que el hipocampo de aquellos que comían pescado era 14 por ciento más grande que del de aquellos que no comían pescado.
El pescado y una amplia variedad de especies marinas poseen altas concentraciones de Omega 3, sustancia que favorece las conexiones interneuronales del cerebro. Gracias a estas micro-comunicaciones el lóbulo frontal es capaz de mejorar su funciones como lo son la memoria a corto plazo, la planificación y ejecución de tareas complejas, logrando con ello una eficiencia superior a aquellos lóbulos pertenecientes a individuos que no consumen pescado de forma regular.
Para la música no hay más que la práctica.
Si tu sueño guajiro de la adolescencia estaba acompañado por una guitarra acústica, un saxofón y una batería, las cuales armonizan al ritmo jazz, pero sientes que la fantasía se aleja dolorosamente con el pasar de los años ¡No todo está perdido! Los estudios más recientes han demostrado que una persona puede sobresalir en el campo de música a cualquier edad.
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La Universidad de Chicago, a través de una serie de experimentos reconoció que la sensibilidad auditiva conocida como «oído absoluto» puede ser desarrollado y logrado durante cualquier etapa de la vida, inclusive cuando ya se es muy mayor de edad. Este descubrimiento viene a romper con el mito de que el «don musical» posee una naturaleza innata, en cambio presenta estas habilidades rítmicas como deudoras de una serie de entrenamientos que requieren constancia y práctica diaria.
Para concluir en esto se realizó un experimento en el que algunos adultos mayores con memoria auditiva superior —la capacidad de recordar sonidos en general— fueron capaces de mejorar su reproducción de notas casi a la perfección, eso sí, con ayuda de la perseverancia diaria en el instrumento musical que deseaban tocar.
Los trazos a mano y la sinestesia pedagógica
Quizá después de todo la vieja y tortuosa escuela de escribir planas y planas de las terminaciones de los verbos en francés no sea un método tan descabellado e impráctico para memorizar. Y es que a pesar de que las tecnologías digitales nos han facilitado gran parte de las tareas de investigación, el aprendizaje y la retención de vocablos nuevos no ha sido una de ellas.
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Según la Universidad de Stavanger, en Noruega, cuando se trata de procesar la información se ha demostrado que escribir a mano activa en el cerebro los centros sensomotores del lenguaje. Esto es, que la memoria motora, —el recuerdo de los movimientos realizados al escribir— interviene en el reconocimiento de los trazos por medio de la vista, dejando conjuntamente una impresión conocida como sinestesia que ayuda a evocar más fácilmente las imágenes redactadas. Así que ya lo sabes, la próxima vez que quieras escribir tus pendientes en el block de notas del celular acuérdate mejor de buscar un lápiz y un Post-it.
El calor de la empatía y la inteligencia emocional
Un experimento dirigido por Erica Heper consistió en mostrar a varios participantes el video de una mujer narrando las experiencias violentas que había sufrido durante su vida.
Ante una postura pasiva, únicamente de espectadores, la actitud del público no mostró rastros de compasión alguna. Sin embargo, hubo un cambio en su disposición cuando se les pidió ponerse en los zapatos de esta mujer, entonces las reacciones fueron de preocupación genuina incluso para aquellos individuos que en estudios anteriores habían sido clasificados como distantes o desinteresados.
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Si Dorian Grey hubiera leído este artículo sabría que su corazón helado como una cereza aún tenía esperanza.
Así que ya lo sabes, sin importar si se trata de una persona sumamente ególatra o indulgente, cuando alguien sea incapaz de sensibilizarse con una situación o punto de vista ajeno, no te desanimes, solo requieren un poco de imaginación para ser empáticos.
Aprender a conducir mejor desde la comodidad de tu celular.
Luego de seis sesiones de práctica intensiva con videojuegos como Tetris —cada una de 90 minutos distribuidas en un lapso de tres semanas— los participantes de este experimento llevado a cabo en la Universidad de McGill de Montreal, mejoraron el alcance y la asimilación de su campo visual, logrando además una aceleración cerca de 72 milisegundos más rápida en su capacidad de atención selectiva. Estas habilidades se reflejan comúnmente en tareas de competencia múltiples como lo es el conducir un automóvil.
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Inteligencia motriz, volver a caminar a veces depende de tu estrategia.
Después de sufrir un accidente las lesiones cerebrales suelen volver complicadas las tareas que antes nos parecían sumamente fáciles como lavarse los dientes, comer con cubiertos e inclusive caminar.
El Instituto Kennedy Krieger y la Universidad de Johns Hopkins llevaron a cabo conjuntamente una serie de pruebas a través de las cuales demostraron un avance en las rehabilitaciones para aprender a caminar de nuevo.
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Se concluyó que aquellos pacientes utilizando caminadoras que alternaban aleatoriamente las velocidades de sus pasos tuvieron una recuperación más veloz que los que lo hicieron con caminadores a rapidez constante.
Ya lo sabes, si en algún momento tú o una persona cercana a ti requiere volver a caminar prueba cambiando aleatoriamente la velocidad de movimiento, así su recuperación puede ser más rápida.
El cigarro limita las habilidades cognitivas de los más viejos
Sabemos que fumar es un placer, sin embargo, de acuerdo con un experimento en el que se analizaron una serie de 500 resonancias magnéticas pertenecientes a pacientes examinados por primera vez treinta años antes, en 1947, se observó que aquellos que consumían tabaco presentaban un adelgazamiento en la corteza cerebral, mientras que aquellos que no eran fumadores no mostraban esto.
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La corteza cerebral es sumamente importante para los procesos cognitivos del racionamiento lógico-matemático, la atención y la capacidad de realizas múltiples tareas a la vez.
A largo plazo, el deterioro de la corteza cerebral limita estas actividades cognitivas, en especial cuando el paciente es viejo y lleva años fumando, es incapaz de llevar acabo actividades que aquellos que no fuman sí pueden.
No obstante tenemos una buena noticia: si una persona deja de fumar su corteza cerebral puede recuperarse: «Por cada 7 mil cigarros que hayas fumado —poco más de una cajetilla al día durante un año— necesitas dejar de fumar al rededor de doce meses para que tu cerebro se recupere. Si una persona deja de fumar durante muchos años su cerebro es capaz de volver al nivel que corresponde a su edad cronológica»
Otra maravilla de la cafeína: profundiza los niveles de memoria.
La Universidad de Hopkins llevó acabo un experimento sencillo para demostrar que la cafeína mejora de manera importante la memoria de las personas. La mitad de las personas a examinar consumió un placebo y a la otra mitad se le dieron 200 miligramos de cafeína —más o menos lo mismo que tiene una taza de café cargada— mientras miraban una fotografía. Al día siguiente volvieron ambos grupos y se les mostró una serie distinta de fotos, se comprobó que la mayor parte de aquellos que tomaron café encontraron un mayor número de diferencias entre las imágenes de ambos días que los que solo consumieron el placebo.
A esta habilidad se le reconoce como «separación de patrones» y simboliza una mayor profundidad en la retención de conceptos en la memoria. Por ello, la próxima vez que tengas que estudiar o estés por empezar un seminario importante no estará de más que te sirvas una tacita de café.
Las fotografías mentales ayudan a retener palabras nuevas.
La forma en la que comúnmente aprendemos palabras no se basa en la habilidad auditiva sino más bien en nuestra habilidad visual.
Un estudio hecho por la Universidad de Georgetown, Washington D.C. utilizó imágenes de resonancia magnética para comprobar qué parte del cerebro era la que más trabajaba para interpretar y almacenar patrones de letras sin sentido —que funcionaría igual que la interpretación de palabras nuevas—, la respuesta fue la parte del cerebro relacionada directamente con la visión.
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«A la región de la forma visual de las palabras no le importa cómo suenan estas, sino cómo se ven juntas las letras que las conforman» declaró Miximilian Riesenhuber, director de este estudio.
¡Bájale a la radio!
Es bien sabido que la música clásica o el jazz ayudan a uno para concentrarse mientras estamos leyendo o a relajarnos mientras escribimos un ensayo para la universidad, sin embargo, el Instituto de tecnología de Georgia demostró que los sonidos de volúmenes altos tienden a generar un efecto aturdidor en la memoria.
Quizá la juventud pueda llevar a cabo múltiples tareas al mismo tiempo, pero este no es el caso de los adultos mayores, por lo que se utilizó esta población para la comprobación de la hipótesis. El estudio fue simple, se le pidió a una serie de señores y señoras mayores que recordaran el nombre de las personas mostradas mediante fotografías, aquellos que se encontraban en una habitación silenciosa respondieron 10% más preguntas que los participantes que escuchaban música a un volumen alto.
Ahora no te parecerá poco común que tu papá le baje el volumen a la radio del coche cuando está buscando en qué calle tiene que darse la vuelta para llevarte a casa de tus tíos.