La jornada
Ciudad de México. El artista visual y neólogo Felipe Ehrenberg (1943-2017) fue una de las figuras señeras del arte, un hombre excepcional desde toda perspectiva, expresó Lidia Camacho, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), al comienzo del homenaje póstumo que la institución rindió al creador fallecido el pasado 15 de mayo.
Contrario a todo dogmatismo, Ehrenberg fue un constante innovador, continuó la funcionaria ante el público que rebasó el cupo del reducido auditorio del Museo de Arte Carrillo Gil. La numerosa concurrencia pudo apreciar el acto desde otros dos áreas del recinto con sus respectivas pantallas. Camacho refrendó el compromiso del INBA de difundir la obra del artista.
El homenaje contó con la presencia de la viuda de Ehrenberg, Lourdes Hernández, su hermana Marlene, y su hijo Mathías con su familia.
Con la investigadora Sol Henaro como moderadora, el antropólogo Néstor García Canclini basó su intervención en asociaciones libres con la finalidad de hablar de los diferentes “yoes” de Ehrenberg a quien se refirió como “un artista visual que habla y escucha, a la vez que hace interactuar lenguajes distintos en una obra”. El docente mostró unos dibujos poco conocidos del artista ya que este tuvo acceso al encuentro en 1978 entre Jorge Luis Borges y Octavio Paz.
El crítico de arte Santiago Espinosa de los Monteros habló de la omnipresencia del homenajeado en todo tipo de actividades, desde bodas hasta mesas redondas y marchas. El arte, lo social y la política fueron ámbitos en que se desarrolló. El también curador independiente señaló que la influencia de Ehrenberg “ha sido definitiva en varias generaciones de creadores”, por ejemplo, Gabriel Orozco quien ha realizado varias acciones que años antes hizo don Felipe. Era un “perpetuo iniciador de cosas”.
La historiadora de arte Vania Macías lo llamó “un personaje transhistórico”, ya que tuvo una presencia de más de medio siglo en el panorama artístico. También lo recordó como un gran constructor de archivos.