Exelcior
La institución, vigente desde la Colonia, trabaja en conjunto con la UAM en un proyecto de sala para exhibir el invaluable acervo de prendas que posee
CIUDAD DE MÉXICO.
Las jóvenes Rita Robles y Concepción Pérez, dos de las huérfanas educadas en el Colegio San Ignacio de Loyola Vizcaínas, bordaron con cabello humano sobre tela de seda, en el siglo XIX, las imágenes del Palacio de Minería y la estatua ecuestre de Carlos IV, respectivamente, con la técnica Punto de Lausín o de litografía.
Estas dos piezas únicas, en las que se aprecia “el máximo grado de virtud y excelencia” que alcanzaron las alumnas, pertenecen al acervo textil de esta institución educativa fundada hace 250 años.
Entre las colecciones de pintura, fotografía, música y mobiliario que resguarda el colegio, único de la época colonial que se ha mantenido en funcionamiento hasta nuestros días, destacan las casi cinco mil piezas de textiles, tanto litúrgicos como ornamentales, producto de las muchas horas al día que dedicaban las niñas a bordar, entre otras “labores mujeriles”.
El acervo de prendas elaborado a lo largo de dos siglos, comenta en entrevista Berenice Pardo Hernández, la directora del museo del colegio, está en proceso de clasificación y estudio; y, actualmente, se trabaja en conjunto con la Universidad Autónoma Metropolitana en el proyecto de una sala para exhibirlo, que planean abrir el próximo año.
Entre las técnicas que aprendieron y utilizaron las niñas y jóvenes del Vizcaínas, el deshilado, el plisado, el bordado en relieve y el tejido con hijos de oro y plata, destaca el uso del cabello humano, del que se conservan sólo los dos ejemplos citados. La asistente de dirección del museo detalla que las alumnas dedicaban toda la tarde, después de ir a misa y hacer sus oraciones y deberes, a bordar figuras a color inspiradas sobre todo en la geometría de las plantas, y a tomar clases de costura, de tejido, listones y flores.
Según Karen Gen, quien realiza con este acervo su tesis de maestría en Historia, por la Universidad Iberoamericana, ha clasificado hasta ahora unas 289 piezas de ornamentos litúrgicos de color y unos 30 dechados de virtud, pedazos de tela donde las niñas mostraban un ejemplo de las técnicas que ya dominaban, una especie de muestrario.
EDUCACIÓN INTEGRAL
Fundado en 1732 por vascos residentes en la Nueva España y abierto en 1767 en un edificio barroco construido por el arquitecto José Miguel de Rivera, el Colegio fue “una institución de resguardo, refugio y educación integral” para niñas y jóvenes huérfanas y mujeres viudas, señala Berenice Pardo.