Dr. Ian Q. Carrington. Algarabía
En 1859 Charles Darwin publicó el Origen de las especies, libro que incluía —«casi sin querer»— su Teoría sobre la evolución y que, a pesar de las pruebas irrevocables, continúa siendo motivo de «polémica» para algunos religiosos, creacionistas y demás necios.
n noviembre de 1859 Charles Darwin publicó su célebre Origen de las especies, libro que incluía —«casi sin querer»— su Teoría sobre la evolución que cambió para siempre nuestro concepto de la biología y que, a pesar de las pruebas irrevocables, continúa siendo motivo de «polémica» para algunos religiosos, creacionistas y demás necios.
Aunque en la época de Darwin se entendió que «descendemos del mono» —hay muchos despistados que siguen pensando esa estupidez— porque no supieron leer sus investigaciones. Lo cierto es que «todos descendemos de un ancestro en común» y las evidencias biológicas están presentes en nuestro cuerpo: tendones, huesos, nervios y demás órganos que alguna vez tuvieron un papel más relevante en nuestros antepasados, ahora parecen no tener función alguna.
He aquí el recuento de estas curiosas «reliquias evolutivas»:
1. Costilla cervical —o de Eva—
Un par de costillas cervicales —tal vez restos de la edad de los reptiles— todavía aparecen en menos del 1% de la población, a la altura de la séptima vértebra cervical. A algunos les causan ciertos dolores en nervios o arterias pero, fuera de una «protuberancia inusual», la mayoría de las veces son «inofensivas».
2. Órgano de Jacobson —vomeronasal—
Un pequeño pozo que se ubica en cada lado del tabique nasal y está revestido con quimiorreceptores que, al menos en los humanos, ya no funcionan. Puede ser lo único que nos resta de una capacidad extinta de detección de feromonas.
Músculos externos de las orejas
Este trío de músculos hizo posible que los prehomínidos movieran sus orejas independientemente de sus cabezas —como lo hacen los conejos y los perros—. Todavía los tenemos, pero muy pocos pueden «mover las orejas».
Partes del cuerpo que no usamos
Muelas del juicio
Los humanos primitivos tuvieron que masticar muchas plantas para obtener suficientes calorías, haciendo de esa otra hilera de molares algo indispensable. Ahora sólo 5 % de la población actual tiene un conjunto saludable de estos terceros molares que, por lo regular, se sugiere extraerlos para que no empujen y deformen al resto de la dentadura.
Tubérculo de Darwin
Es un diminuto punto plegado de la piel hacia la parte superior de cada oreja que se encuentra ocasionalmente en algunas personas. Se cree que es un remanente de una forma más grande que ayudó a captar sonidos distantes a nuestros antepasados.
Músculo subclavio
Este pequeño músculo, que se extiende bajo el hombro desde la primera costilla a la clavícula, sería útil si los seres humanos aún camináramos en cuatro patas. Aunque quién sabe si alguna vez retomemos esa postura: la evolución —es decir, la forma de adaptarnos al medio para sobrevivir— siempre toma «caminos inesperados».
El vello corporal
Las cejas ayudan a evitar que el sudor caiga en los ojos; a veces el pelo facial masculino influye en la selección sexual de una pareja; pero la mayor parte del pelo que queda en el cuerpo humano no tiene ninguna función práctica —salvo dolernos cuando se atora en un pliegue de ropa o cierre y se arranca de pronto.
Pezones masculinos
Los conductos glactóforos se forman mucho antes de que la testosterona cause diferenciación sexual en un feto, por eso hombres y mujeres nacemos con ellos. Sí: los hombres también cuentan con tejido mamario que puede ser estimulado para producir leche.
Músculos erectores del pelo
Los seres humanos conservan esta capacidad —la llamada «piel de gallina»—, pero ahora que hemos perdido tanto pelo corporal, dicha reacción, que se active en situaciones de temor o peligro —para parecer más grandes o temerarios ante un posible enemigo—, no tiene sentido.
Útero masculino
Un remanente de un órgano reproductor femenino subdesarrollado y pequeño que cuelga aún de la
próstata.
Musculus comitans nervi mediani
Si usted junta su pulgar con el dedo índice y se le levanta una línea a la altura de la muñeca, usted es del 85% de la población que conserva este músculo largo y estrecho. Se cree que a nuestros antepasados les sirvió para tener más fuerza en los brazos al momento de trepar o colgarse de algo. Ahora los cirujanos lo aíslan para hacer alguna cirugía reconstructiva.