Revista Arqueología Mexicana
De los tres periodos, el Clásico es el menos conocido para Tlaxcala, pero recientemente se han logrado avances significativos. Mientras que en la literatura anterior sobre el Clásico del Altiplano Central se daba prioridad a Teotihuacan, ahora se sabe que hubo varias subtradiciones regionales; las ciudades de Cholula y Cantona siguieron trayectorias urbanas propias pero compartieron ciertas características fundamentales. Aunque Teotihuacan fue la ciudad más grande e influyente en el nivel interregional, la urbanización del Clásico cristalizó en un paisaje con tres nodos urbanos principales. Esta nueva apreciación de la contemporaneidad y la importancia de Cholula y Cantona influyó en las consideraciones sobre la interacción en Mesoamérica, incluyendo Tlaxcala, que se encuentra precisamente en el cen- tro de estos tres nodos urbanos.
La transición a este nuevo paisaje se registró en Tlaxcala mediante grandes cambios en la ubicación de asentamientos y en los patrones demográficos, obtenidos por medio de recorridos arqueológicos y por cronologías comparativas. Algunas partes de Puebla-Tlaxcala experimentaron fuertes disminuciones poblacionales, lo que corresponde con los aumentos demográficos en Cholula y Teotihuacan, e indica episodios de migración a estas dos ciudades. Después de ocupar el primer lugar en la jerarquía de asentamientos del norte de Tlaxcala durante el Preclásico Terminal, el sitio de La Laguna fue abandonado durante la transición al Clásico, y un asentamiento de segundo nivel, Cerritos de Guadalupe, se convirtió en el sitio más grande de la región. Este sitio se encuentra justamente en el corredor Tlaxcala, vía natural de comunicación entre el norte de la Cuenca de México y la costa del Golfo. Algunas afinidades materiales con Teotihuacan sugieren que el crecimiento de la ciudad tuvo un efecto directo en el norte de Tlaxcala. Esto se aprecia claramente en la región de Calpulalpan, donde Enrique Martínez ha documentado estilos arquitectónicos en La Herradura que se vinculan estrechamente con Teotihuacan. Esta relación fue más tenue con la región de Huamantla, como lo muestra el sitio de Los Teteles de Ocotitla.
Proyectos arqueológicos más recientes han proporcionado nueva información sobre ese im- portante corredor durante el Clásico. El sitio de Quimicho ha sido explorado gracias al salvamento dirigido por Ramón Santacruz Cano, del Centro inah Tlaxcala, asociado con la construcción de una autopista entre la Ciudad Industrial Xicohténcatl y Huamantla. Las excavaciones revelaron fuertes similitudes arquitectónicas con los patios domésticos de Teotihuacan. Del mismo modo, Linda Manzanilla y sus colegas han documentado recientemente fuertes vínculos entre Teotihuacan y Xalasco, en la región de Nautla, Veracruz, el cual creen que funcionó como un nodo en este intercambio interregional. El colapso de la red de comercio en el corredor Tlaxcala se asocia con un nuevo periodo de fuertes cambios en los patrones de asentamiento durante la fase Acopinalco (650-850 d.C.). El asentamiento más denso en el norte de Tlaxcala se trasladó a la Sierra de Tlaxco, y el corredor Tlaxcala se convirtió en una región con baja población, lo que sugiere una especie de “tierra de nadie” que se disputaron los nuevos centros del poder que se establecieron durante esta transición.
Tomado de David M. Carballo, “Del Preclásico al Epiclásico en Tlaxcala”, Arqueología Mexicana núm. 139, pp. 32-41.
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