Zultépec-Tecoaque, localizado en la región occidente del estado de Tlaxcala, en el municipio de Calpulalpan, es uno de los pocos asentamientos prehispánicos en los que se ha localizado importante información y evidencias del momento del contacto e inicio de la conquista de México. Un conjunto de 61 piezas representativas de estos hallazgos componen la exposición Contacto, resistencia y muerte en un pueblo acolhua, que se exhibe en el Museo Regional de Tlaxcala.
La muestra está integrada por objetos del periodo Clásico (100 a.C. a 600 d.C.), como un yugo procedente de la Costa del Golfo, braseros teotihuacanos asociados a los guerreros fallecidos y al maíz, y cerámica teotihuacana de uso doméstico.
Del Posclásico (1200 a 1521 d.C.) se muestra un sello en arcilla con el glifo emblema de Zultépec, objetos votivos dedicados al culto de las deidades del pulque, esculturas en piedra de dioses asociados a la agricultura y a Quetzalcóatl —numen de gran importancia para acolhuas y mexicas—, así como otras quemadas y mutiladas que dan cuenta de la destrucción del sitio ordenado por Hernán Cortés en marzo de 1521.
Dichas esculturas fueron halladas al interior del Aljibe 20, de la zona arqueológica. La posición que presentaban revela que los acolhuas hicieron una representación del inframundo con la idea de fortalecer sus creencias ante la llegada de los españoles, y es prueba de que ocultaron a sus principales deidades para evitar que fueran destruidas por éstos, al saber que Cortés había ordenado su aniquilación.
Asimismo, se presenta el conjunto funerario de Ometochtli, dios del pulque, y tres máscaras de jade con mosaico de jadeíta, pirita, concha y turquesa relacionadas con Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, piezas representativas del señorío acolhua, que fueron halladas en las últimas temporadas de excavación.Los elementos asociados a Ometochtli (Dos conejo), fecha calendárica relacionada con el numen del pulque y su culto, se localizaron en el Aljibe 13 de Zultépec-Tecoaque, y son parte de una representación simbólica de su veneración en el sitio durante el periodo Posclásico (1200 a 1521 d.C.).
En el depósito mortuorio había una osamenta humana con una ofrenda compuesta por piezas de cerámica, fragmentos de huesos de niños y figurillas. Destaca una piedra de color verdusco con tonos azules en forma de cilindro, en cuya superficie está grabado el numeral o glifo “dos conejo” de Ometochtli, el cual también aparece en un trono hecho en tezontle, tallado en una sola pieza y con restos de pintura azul, hallado en el mismo contexto.
Asimismo, había objetos de cerámica como jarras, cajetes y cuencos utilizados para contener pulque, con pigmentos azules, tonalidad que era muy apreciada por los mexicas.
También se exhiben objetos que datan del contacto con los europeos, como una olivera, un plato de cerámica vidriada, un cuenco con la firma del taller europeo que lo fabricó, objetos metálicos, entre ellos agujas, dedales, carretes de hilo, medallas y anillos, que pertenecieron a las personas que formaban parte de la caravana capturada y asesinada en el sitio.
Durante el periodo Clásico, Tecoaque controlaba el paso de caravanas con materiales suntuarios y bienes escasos en el Altiplano, sobre todo alimentos para la ciudad de Teotihuacan.
Estos asentamientos representaban al Estado teotihuacano y se desarrollaron enclaves integrados a las redes de comercio e intercambio, como La Herradura, caracterizados por su desarrollo arquitectónico y económico.
Después del colapso de Teotihuacan, Zultépec-Tecoaque perdió su razón de ser, pero en el Posclásico se realizaron nuevas construcciones de origen acolhua; después de varios años, la región volvió a ser paso de caravanas de comercio, ahora con destino a Texcoco, cabecera del señorío acolhua, además de que era un asentamiento que controlaba la producción pulquera del valle.
De acuerdo con datos históricos, entre febrero y marzo de 1521, el señorío acolhua de Zultépec fue asolado por Gonzalo de Sandoval, alguacil mayor de Hernán Cortés, quien vengó la captura de una caravana compuesta por más de 350 personas (entre españoles, esclavos y aliados indígenas), que en un lapso de siete u ocho meses fue sacrificada y consumida ritualmente por los pobladores de dicha urbe, anexada a la Triple Alianza.
Conocida como Tecoaque, “lugar donde se comieron a los señores o dioses”, esta ciudad nunca volvió a ser ocupada; este factor hoy permite a investigadores del INAH acceder a vestigios prácticamente intactos que narran el colapso de este asentamiento.
La exposición Contacto, resistencia y muerte en un pueblo acolhua se presenta en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Regional de Tlaxcala, donde permanecerá hasta el 29 de abril próximo. El recinto se aloja en el ex convento franciscano de Nuestra Señora de la Asunción, a un costado de la Catedral de Tlaxcala, al suroriente del Centro Histórico. Horarios de visita: martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas.
Dirección de Medios de Comunicación (INAH)