No es un género inofensivo: Bellinghausen
Es un libro inédito en el país: Jezreel Salazar
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El académico Jezreel Salazar, el periodista Hermann Bellinghausen y la escritora Sara Sefchovich, en una mesa de diálogo que sostuvieron a propósito de Vida y milagros de la crónica en México, que se realizó el sábado en la feria del libro de MineríaFoto Yazmín Ortega Cortés
Ericka Montaño Garfias
Periódico La Jornada
La crónica es el género que más se ha escrito en México, aunque no necesariamente el más publicado, y que ha experimentado cambios hasta llegar a lo que ocurre en este momento: los cronistas ya no pueden ser testigos ni participantes en los hechos que cronican, porque se juegan la vida, expresó la escritora e investigadora Sara Sefchovich durante la presentación del libro Vida y milagros de la crónica en México, este sábado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, que concluye mañana.
En este libro, publicado por Océano, tomé la decisión de elegir a los cronistas que me parecían los más significativos, no nada más porque sean los más reconocidos, sino porque representan las tendencias fundamentales de la crónica en México, cuya evolución me interesaba mostrar aquí, desde el momento previo a la llegada de los españoles hasta hoy.
Uno de los aspectos más interesantes es el de los cambios que ha sufrido la crónica, a la que en la primera página de este título califica como lo mejor de la literatura mexicana. Entre los cambios principales en la crónica de las décadas recientes es que un cronista ya no puede ser participante ni siquiera puede ser testigo cuando son los hechos violentos, y sin embargo los seguimos considerando cronista, cosa que no había pasado en los cinco siglos anteriores.
En el pasado los cronistas participaban o eran testigos de primera mano; hoy van a Ayotzinapa después de los hechos o van a encontrar aquellas tumbas colectivas y, espero, no fueron participantes y tampoco están como testigos, porque no lo estarían contando.
Otro aspecto que ha cambiado es que ahora la crónica le interesa a la gente y es un género que se lee. “Ha cambiado mucho su situación en la literatura mexicana, pero el hecho de que no se le hubiera considerado serio le permitió ser muy libre y fluido. No interesó a los críticos. Tenemos grandes novelas y poemas, pero también muchísima, no quiero decir porquería, pero ya lo dije, y muchísima cosa que no vale la pena.
Con la crónica es al revés. Como género, si uno mira en total lo que nos ha brindado, la mayoría es de mucha calidad, en el sentido no sólo de lo que nos presenta sino de cómo está escrita, con esa enorme libertad y fluidez. Esto ha permitido que hoy se le tome más en cuenta, pero eso podría hacer que se eche a perder, porque los editores se están fijando demasiado en los cronistas, les ponen límites de entregarse mañana y no más de 4 mil caracteres.
En la presentación de Vida y milagros de la crónica en México, participaron el académico Jezreel Salazar y el periodista y colaborador de La Jornada, Hermann Bellinghausen, quien destacó que la crónica no es un genero inofensivo.
Mencionó a cuatro cronistas fallecidos recientemente: Sergio González Ramírez y Jaime Avilés, “y dos más que murieron en el ejercicio de su trabajo, Javier Valdés y Miroslava Breach. Ella tal vez no se consideraba cronista pero pocas personas han hecho la crónica de la Sierra Tarahumara como ella, y por supuesto el caso de Javier, quien murió ejecutado en el ejercicio de su trabajo de cronista.
En años recientes evolucionó de un reportero de nota roja a ser un auténtico escritor, un cronista de gran nivel, al contar el horror con una simpatía por el otro, lo cual lo llevó a perder la vida: no pudo desprenderse de la gente a la que estaba dedicado a contar sus desgracias. Por eso la crónica no es un género inofensivo.
Jazreel Salazar resaltó que no es común la publicación de un libro que hable sobre la teoría de la crónica, y muchos de los que existen fueron escritos fuera de México.
Esto se debe a la idea de que se trata de un subgénero, un género menor o un tipo de escritura sin cualidades estéticas; este libro plantea todo lo contrario. Pone a la crónica no tanto como género no sólo textual, sino como espacio donde se comunica la sociedad y donde el lector puede conocer realidades que le son ajenas. Este libro nos invita a repensar el estatus de éste género y a conocerlo.