Ingrid Constant Saavedra
En el siglo XV, con el afán de encontrar nuevas rutas hacia las Indias, hubo un auge de descubrimientos. Conoce a Cristóbal Colón, el último de los exploradores medievales.
En el siglo xv, con el afán de encontrar nuevas rutas hacia las Indias, hubo un auge de descubrimientos. Como los humanistas se fascinaron con el testimonio de los primeros relatores europeos que visitaron América, sus crónicas fueron un importante catalizador del Renacimiento occidental y desencadenaron un espíritu de investigación renovado y la formulación moderna del pensamiento sistemático.
Después del análisis de su obra escrita, desarrollada en una variedad de géneros que van del epistolar al autobiográfico, podemos pensar en Cristóbal Colón como el último de los exploradores medievales, o bien, como el primer renacentista.
Durante y después de sus cuatro viajes a América, escribió extensos testimonios que revelan mucho de la evolución de su personalidad y de su experiencia como «científico». Colón pasó a la historia como un navegante tenaz, pero a menudo se desconoce su valía como autor. Examinemos algunos de los aspectos más importantes de su escritura.
La formación de Colón
Existen dos personalidades medievales que fueron las principales fuentes de inspiración de los descubridores: el teólogo y geógrafo francés Pierre d’Ailly y el navegante veneciano Marco Polo; aunque en la época también se recuperaron otras fuentes importantes como Plinio «el Viejo», Ptolomeo, Paolo Toscanelli, Juan de Mandeville y Aristóteles. Fue durante este periodo que la geografía se separó de la disciplina conocida hasta entonces como cosmografía, y comenzó a florecer en sus dimensiones físicas y culturales.
Durante años se atormentó por su falta de educación, y en un célebre pasaje describe su encuentro con las sirenas, que en realidad eran manatíes.
Cristóbal Colón nació en Génova, Italia, en 1451. Su padre era un modesto tejedor, y el navegante refiere haber comenzado a surcar los mares cuando tenía tan sólo 10 años. Fue esencialmente autodidacta: era un ávido lector, convencido de la existencia de tierras fantásticas llenas de riquezas inimaginables, y en sus estudios de todas las fuentes clásicas y medievales hacía cientos de anotaciones en los márgenes.
Durante años se atormentó por su falta de educación, y en un célebre pasaje describe su encuentro con las sirenas, que en realidad eran manatíes: «...pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara». Sin embargo, no debemos subestimar sus capacidades como navegante y geómetra: en sus notas sobre los textos de los autores clásicos se encontraron diagramas detallados con proyecciones tridimensionales.
Colón, el Almirante
La forma más fácil de construir un sistema de explicaciones lógicas sobre el «Nuevo Mundo» fue la de establecer una serie de comparaciones y analogías con lo que otros exploradores describieron y con el conocimiento científico sobre el mundo conocido disponible en ese momento; quizá por ello Colón asumió que había llegado a las Indias en el sur de Asia —lugar que, como veremos, tenía un significado casi místico en su pensamiento.
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Algunos de los errores de Colón al interpretar los textos y mapas de otros exploradores se reflejaron en cálculos imprecisos y la convicción de que América era parte de Asia —ver recuadro. Antes de partir, Colón se aseguró de que los reyes de España le otorgaran el cargo de Almirante, así como de Virrey y Gobernador de las tierras que descubriera. Colón, siguiendo los intereses de la corona de evangelización y colonialismo, les describió a la gente como cobardes y tímidos, siempre sonrientes, sin conocimiento de la guerra ni las armas. «Yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hobieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla».
Obra y estilo
Colón redactó todas sus obras en español, a pesar de que no era su lengua natal. Escribió mucho acerca del acto de escribir, y su extensa prosa revela la preocupación constante de que su descubrimiento no permaneciera inédito. Otro rasgo común es el uso de calificativos de admiración con los que intentaba impresionar a los reyes. En los diarios de los viajes hay numerosas repeticiones de palabras como lindo, maravilloso, hermoso e infinito. Además insiste en la certeza y verdad de lo que escribe, aunque se acompañe de opiniones superlativas que apelan a que los reyes confíen en él: «Crean Vuestras Altezas que es esta tierra la mejor e más fértil y temperada y llana y buena que haya en el mundo». Además de los pasajes descriptivos y narrativos del primer viaje, en el diario del segundo hay fragmentos persuasivos e informativos.
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En la carta del tercer viaje Colón escribe en un tono más reflexivo y lleno de imaginación, y no tiene reparos en recurrir a imágenes visuales poderosas: «me puse a tener esto del mundo, y fallé que no era redondo en la forma que escriben; salvo que es de la forma de una pera que sea toda muy redonda, salvo allí donde tiene el pezón, que allí tiene más alto, o como quien tiene una pelota muy redonda y en un lugar de ella fuese como una teta de mujer allí puesta, y que esta parte de este pezón sea la más alta e más propinca al cielo y sea debajo la línea equinoccial y en esta mar océana en fin del Oriente».
1492
Esta fecha marca las primeras vistas del humanismo en España, debido principalmente a tres sucesos: el descubrimiento de las Indias por Cristóbal Colón —lo que daría lugar a la Conquista y a un nuevo continente—, la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos —que traería consigo la expulsión definitiva de musulmanes y judíos, para establecer el catolicismo como única religión— y, por supuesto, la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija —primer libro enfocado en el estudio de la lengua castellana y el primero en tener derechos de autor—. Así pues, esta cronología está dedicada a un año que marcó el devenir de dos continentes, en un contexto de renacimiento cultural.
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Por último, la carta del cuarto viaje es muy emotiva, y tiene un tono más personal e incluso confesional. Habla con angustia, propone temas religiosos y se lamenta de las injusticias que ha sufrido: «¿Quién nació, sin quitar a Job, que no muriera desesperado?, ¿qué por mi salvación y de mi fijo, hermano y amigos me fuese en tal tiempo defendida la tierra y puertos que por voluntad de Dios, gané a España sudando sangre?».