Marco A. Almazán
La intención de estas líneas es recordar e incluir a algunas mujeres que deben considerarse por ser célebres en la historia.
La mayor parte de la casi nula historia sobre las mujeres es una caótica, pesimista y desalentadora sucesión de afeites y modas. Ellas han estado relegadas, marginadas y sometidas en una sociedad que ha sido machista, y creemos que eso debe parar; así que ahora deseamos reconsiderarlas, sin importar si eran adúlteras, reinas, vírgenes e histéricas, porque han sido ante todo y antes que nada, mujeres –cuyo sexo no determina que sean menos importante que todo lo demás.
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Alejándonos de los estereotipos, conoce a estas celebridades cuya «inferioridad de sexo» debe quedar en ridículo; pues como alguna vez dijo el escritor francés Victor de Jouy: «Sin la mujer, al comienzo de nuestra vida, nos haríamos desvalidos; a la mitad de ella, sin placer, y al final sin consuelo».
Eva
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Originalmente, una de las 24 costillas de Adán; de tan humilde principio pasó a ser su mujer y, luego, se convirtió en su propietaria. Por prestar oídos a las insidias de la serpiente y su afición a las manzanas, se echó encima la ira divina y el castigo —para ella y sus hijas— de dar a luz con dolor y sin anestesia.
Dalila (siglo XII a.C)
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Cortesana de Gaza y amiguita de Sansón, juez de Israel célebre por su fuerza física. Sobornada por los filisteos para que averiguase el secreto del vigor de su amante —a efecto de utilizarlo como propaganda para un tónico—, Dalila descubrió que la tremenda potencia de Sansón provenía de su abundante melena. Después de afeitarle la cabeza mientras dormía exhausto tras una noche de locura, lo entregó pelón y hecho un guiñapo a sus enemigos. Con los fondos tan bellacamente así agenciados, Dalila estableció una cadena de peluquerías para caballeros y se hizo rica.
Venus Afrodita
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Diosa de la belleza y el amor entre los antiguos griegos y romanos. Nació de la espuma del mar cerca de la isla de Chipre. Fue obligada a contraer matrimonio con Hefesto o Vulcano —dios del fuego y de las fraguas—, el más feo y repugnante de los dioses del Olimpo, por lo cual, rápidamente le puso cuernos con Ares, Adonis, Poseidón, Hermes, Anquises y muchos otros dioses y mortales, cuyos nombres no citamos por absoluta falta de espacio, como dicen en las crónicas de sociales. Contra lo que supone el vulgo, la diosa Venus no fue manca, lo que ocurrió fue que, a la estatua que de ella se conserva en el Museo del Louvre, un conserje miope y borrachón le rompió los brazos al sacudirle el polvo.
Helena
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Según la leyenda, la mujer más bella de Grecia y sus pintorescos rededores. A Helena le gustaban los patos, pero, por razones políticas, la hicieron contraer nupcias con Menelao, rey de Esparta. Durante una ausencia de éste, conoció a Paris, hijo del rey de Troya, que había ido a Grecia en busca de su tía Hesione, raptada años atrás por Hércules. Al ver a Helena, Paris se olvidó de su tía y empezó a hacer violentamente la corte a la joven y hermosísima reina.
Como Helena se resistía —aunque no mucho—, Paris decidió robársela. Helena se dejó raptar sin gran oposición, creyendo que Paris la llevaría a París.
Helena se olvidó por completo de su viajante marido Menelao y se unió voluntariamente con su apuesto raptor. La cosa no hubiera tenido mayor importancia —¡se han dado tantos incidentes similares en el mundo!— de no ser porque precipitó una expedición punitiva de los griegos, la cual arrasó totalmente con Troya.
Juana de Arco (1412-1431)
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Heroína francesa que desde los trece años de edad creyó oír voces celestiales que la incitaban a salvar a Francia, ocupada entonces por los ingleses. En 1428, vestida de armadura y espada en mano, al frente de un pequeño ejército, atacó a los ingleses que sitiaban Orléans y los derrotó en la batalla de Patay.
Quiso poner sitio a París, pero tuvo que renunciar por orden del propio rey y por presiones del sindicato de choferes, que no querían más sitios.
Fue abandonada por los suyos, apresada, vendida a los ingleses, acusada de herejía y hechicería, sometida a un largo e injusto juicio en Ruan y condenada a morir quemada en la hoguera. Mientras se achicharraba, la intrépida doncella lanzó un mensaje a las mujeres con ansias de liberarse: «Señoras, es preferible quemarse en la hoguera que en la cocina».
Mira: La pasión de Juana de Arco
Isabel «La Católica» (1451-1504)
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Reina de Castilla, cuyo matrimonio con Fernando ii de Aragón, en 1469, incorporó a los dos reinos ibéricos, logrando así la unificación política de España. Mujer de extraordinarias energías y gran visión política, acabó con el último reducto de los moros en España al conquistar Granada y ayudó generosamente a Colón en su empresa del descubrimiento de América. En México, lamentablemente, 99% de la población cree que es una calle.
Malintzin (h. 1500-1550)
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India mexicana originaria de Coatzacoalcos, guapa, hija única de un vasallo del emperador Moctezuma y poderoso cacique que, al morir, le heredaría el poder. Su madre, sin embargo, fungió como regente y pronto se casó en segundas nupcias con un joven guerrero, de quien tuvo un hijo. Para asegurar la herencia del nene, el joven guerrero vendió a su hijastra a unos mercaderes de Xicalango, que a su vez la revendieron al cacique Tabzcoob, de Tabasco.
A principios de 1519, después de una feroz batalla entre indios y españoles en las márgenes del Grijalva, Tabzcoob les obsequió a los vencedores 20 esclavas, entre ellas a la hermosa Malinalli —que así se llamaba—. A pesar de que en un principio le tocó al capitán Alonso Portocarrero, pronto Hernán Cortés la reclamó para sí, ya que la muchacha hablaba náhuatl y maya y podía servirle de intérprete.
Desde entonces, la Malinche —como la llamaron los hispanos por deformación lingüística del nombre Malintzin— fue la fiel compañera del conquistador.
No sólo le traducía, también le peinaba la barba, le echaba sus gordas de maíz, le curaba su pulquito y las crudas que éste le producían, le traía chismes del campo indígena y, de paso, le dio un hijo, que se llamó don Martín Cortés.
No obstante, cuando llegó de Cuba la mujer legítima de don Hernando, éste se la recomendó muy ampliamente a su subordinado Juan Jaramillo, quien no tuvo inconveniente en casarse con ella. Para entonces, ya había sido convertida al catolicismo y bautizada con el nombre de doña Marina. Muy vituperada por la posteridad, al grado de haberse constituido en símbolo de traición, de entreguismo y de servilismo ante todo lo extranjero —el tan llevado y traído malinchismo,
por cierto, muy extendido por todo México durante más de cuatro siglos.
María Guadalupe Pachuca Tordillo
s10-semblanza-maria-guadalupeJoven y agraciada encargada de la caja en el restaurante Las Tres Chuletas, en la colonia Narvarte. En realidad, sus pocos años, escasa experiencia y prácticamente nula actuación en lides de artes, ciencias, guerras, política y amor, no le dan derecho a figurar en una galería de mujeres célebres. Sin embargo, desde hace tiempo me ha venido pidiendo que «la saque» en uno de mis textos, por lo cual ahora aprovecho la oportunidad y la menciono aquí, con mucho gusto.❧