Luis Javier Plata Rosas
Luis Javier Plata Rosas, nuestro divulgador científico de cabecera, desmiente el mito que asegura la existencia de niños índigo, mismos que tienen capacidades superiores a las del ser humano promedio.
A finales del siglo pasado, dentro de los círculos neoerianos comenzaron a hacerse populares en los hogares de la Nueva Era ciertas criaturitas azules —coloración sólo perceptible para un porcentaje de otros neoerianos—, inocentes y traviesas; estos seres tenían la misión de cambiar el mundo y llevar a la humanidad a esa utopía milenarista en la que todos subiremos un nivel en las escalas espiritual, mental y, en una de ésas, hasta física. No, no eran los pitufos, sino los niños índigo.
Cada creyente en la existencia de los niños índigo sostiene teorías disímiles sobre su naturaleza, origen y habilidades paranormales. Así, algunos afirman que su origen es extraterrestre: son la reencarnación de quienes en otras vidas fueron habitantes de otros planetas. Otros, menos adeptos a esta especie de panspermia cerúlea,1 La panspermia es una hipótesis que postula que la vida se originó en el Universo, fuera de la Tierra. Y cerúleo hace referencia al color azul. [N. del E.]. concuerdan con la idea de la reencarnación, pero son más mundanos y prefieren ver en ellos al nuevo Dalai Lama o a Moctezuma.
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Entre las habilidades especiales o «suprapsíquicas» de los niños azulinos, podemos enlistar: la telepatía o capacidad de comunicarse con otras personas por medio de la mente, la clariaudiencia —o don de adelantarse a lo que luego escuchan—, la telequinesis o habilidad de mover las cosas con la mente, la vitakinesis2 Neologismo que, por razones que lingüistas y filólogos podrán explicar, no pasó al español como la quinesis de su prima telequinesis, sino que en la Nueva Era ha conservado fiel la raíz griega kinesis, ‘movimiento’. o don de curar enfermedades con la mente y, finalmente, la precognición o facultad de conocer el futuro.
Más allá de estos poderes parapsicológicos, los índigo también pueden hablar con ángeles, fantasmas, hadas y gnomos, y resolver exámenes de conocimientos jamás aprendidos, sin necesidad de recordar o razonar cosa alguna, con la ayuda de su pura intuición.3 Si el lector sospecha que su hijo es niño índigo, debe mantenerlo alejado de la televisión y el equipo electrónico: Carolyn Kaufman, madre de dos índigo del condado de Orange, California, afirma que cada vez que los niños pelean por qué ver en la televisión, la gran intensidad del campo energético que emiten descompone el equipo de video —cinco casos a la fecha de la entrevista con un reportero del diario local, en 2005.
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Por desgracia, para los fanáticos de la Nueva Era no existe ningún estudio científico que haya mostrado que el adn de los niños índigo sea distinto al del resto de los Homo sapiens; contrario a lo que afirma sin prueba ni referencia un sitio en internet,4 http://www.ascensionearth2012.org/2011/05/first-child-officially-diagnosed-with.html Según Greg Giles, autor del sito web, la doble hélice nos permite experimentar tres dimensiones espaciales; una triple hélice nos permitiría gozar de una cuarta dimensión espacial, y una cuarta hebra de adn nos haría capaces de experimentar cinco dimensiones, como el Mr. Mxyzptlk de Superman y el Bat-Mite —o Batiduende— de Batman.
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Seudociencia aparte, si la teoría supersimétrica de cuerdas es correcta, los neoerianos, como Giles, se quedan cortos y en realidad vivimos en un universo de diez u once dimensiones. el adn de los añiles no tiene tres hebras en lugar de dos. En conclusión, el niño índigo no es el Homo superior.5 El 11 de abril de 2011 el Daily Mail reportó que un niño británico de dos años de edad llamado Alfie Clamp tenía una tercera hebra de en uno de sus cromosomas. Esta alteración genética no le otorgó ningún poder especial, sino todo lo contrario: debido a ella Alfie sufre graves problemas digestivos y no fue sino después de tres meses de nacido que fue capaz de ver. Lector asiduo de estos temas, mi colega Sergio de Régules comentó al respecto: «Si esa es la idea de Dios de una mejora, que me deje fuera de sus planes de actualización de adn».
Origen de los índigo
La denominación de los niños índigo proviene de
un libro de 1982 titulado Entendiendo tu vida a través del color: conceptos metafísicos del color y del aura; su autora, Nancy Ann Tappe, fue la primera en hablar de la existencia de niños con halos —a la manera de los santos de las iglesias— o auras de color azul. Esto nos remite a la pregunta: ¿y qué es el aura?
Según Ann Tappe el aura es «un campo energético multicolor dentro y fuera del cuerpo humano».
Más de cien años antes de la moda índigo de la Nueva Era, a mediados del siglo xix, el espiritista estadounidense Andrew Jackson Davis proclamaba la existencia de «atmósferas psíquicas», que después serían llamadas «auras». Más tarde, miembros de la Sociedad Teosófica, como Charles W. Leadbeater, asociarían la habilidad de ver auras con la facultad de percibir los chakras —una serie de centros de energía asociados a diferentes partes del cuerpo—. Con estos ingredientes y otros de su propia inspiración, Tappe definió el aura como «un campo energético multicolor dentro y fuera del cuerpo humano».
Para apoyar «científicamente» la existencia del aura, sus defensores afirman que es posible fotografiarla mediante una cámara Kirlian —inventada en 1939 por el soviético Semyon Davidovich K. y su esposa Valentina Khrisanovna K.—. Sin embargo, esté vivo o no, cualquier objeto exhibe auras al fotografiarse mediante esta kirliangrafía; es la conductividad debida a la humedad del aire y de los objetos la que permite que se genere el campo eléctrico que da lugar a los kirlogramas y no una propiedad de naturaleza espiritual. Además de la humedad, otras variables físicas medibles y reconocibles —como la presión, la temperatura y el voltaje— ocasionarán que los kirlogramas de una misma persona sean muy diferentes.
Si bien fue Nancy Ann Tappe su madrina de bautizo, no podemos culparla del tsunami de niños índigo que desde los años 80 inundó las costas de la Nueva Era. Eso se lo debemos a Lee Carroll y Jan Tober, quienes en 1999 y 2001 publicaron los que ahora son libros canónicos al respecto: Los niños índigo y Homenaje a los niños índigo.
A diferencia de otros gurús neoerianos, ninguno de los dos está demasiado preocupado por darle una imagen de respetabilidad científica a sus creencias: Carroll afirma que «canaliza» o es el recipiente mediante el cual actúa una «amorosa entidad angelical» conocida como «Kryon».6 De acuerdo con la página oficial de Kryon, www.kryon.com, en su primer libro este ser se ha presentado, usando a Lee Carroll como títere amanuense, de manera bastante desparpajada: «¡Saludos! Soy Kryon, del Servicio Magnético». Al parecer, Kryon es una especie de empleado de este curioso Servicio —una «empresa» de clase y alcance mundial, como una CFE celestial—, quien nos ayudará a «modificar la rejilla magnética del planeta para apoyarnos a los humanos en nuestro camino hacia la iluminación». Jan Tober ha sido cantante profesional 7 Tober afirma que Benny Goodman le pidió que cantara para él y se uniera a su gira. El contacto no fue mediante un sueño o un viaje telepático, sino por teléfono. No se desconcierte, lector, a veces los seres espirituales también usan este medio para comunicarse. y ahora se encarga de organizar talleres y seminarios kryónicos para Carroll, y graba discos personalizados para quien lo solicite; se supone que la música de estos cd incorpora información relacionada con el nacimiento de cada cliente, por lo que éste, al escucharla, consigue «activar» su adn y llegar a un nivel de aura cristal, que es superior al cada vez más vulgar índigo.
Si quieres conocer más sobre el mito de los niños índigo, consulta Algarabía 122
La información de este texto fue adaptada de «Mito 1. Los niños índigo»; pp. 18-31 del libro Mitos del siglo xxi de Luis Javier Platas.