Las inmejorables condiciones que ofreció desde siempre el valle poblano-tlaxcalteca, caracterizado por un excelente clima, por la buena calidad del suelo y por la abundancia de fauna, sobre todo de aves migratorias atraídas por la laguna del Rosario, propiciaron el asentamiento y desarrollo de grupos humanos.
Lo anterior permitió a los habitantes de esa región dedicarse a la agricultura desde épocas muy tempranas, y alcanzar entre el 600 y el 900 d.C. el apogeo vinculado a su poderío, que seguramente influyó de manera importante en la historia de sus vecinos, Teotihuacan y Cholula.
Llama la atención la posición estratégica de Cacaxtla, construida sobre una loma que destaca del valle. El conjunto está integrado por cinco cuerpos sobrepuesto. Para el visitante, uno de los aspectos más interesantes de la ciudad son sus murales, identificados como Mural Sur y Mural Norte. Para los investigadores y arqueólogos, dichos murales son parte fundamental de la vida cultural del sitio. Cualquier observador puede percatarse de su riqueza tomando en cuenta tres aspectos importantes:
El uso del color.
Sorprende el número de colores aplicados sobre la capa de estuco: azul, amarillo, rojo y, desde luego, blanco; en las jambas se aprecia el verde claro y las figuras casi siempre están delimitadas por una línea negra.
Los personajes.
Protagonistas de un discurso histórico que en gran medida forma parte esencial de la estética del conjunto, constituyen un testimonio que nos habla de una estructura de poder perfectamente definida.
El lenguaje del mural.
Los recursos utilizados por los artistas en el diseño y la representación han permitido a los expertos especular acerca del origen y la filiación de los personajes y su entorno.
Resulta muy interesante el personaje del Mural Norte que, en opinión de los conocedores, por sus rasgos faciales podría ser identificado con el grupo maya. Contrastando con ello, en el relieve se encuentra un personaje que los arqueólogos consideran de filiación zapoteca. Seguramente, en este mismo mural el visitante identificará un personaje cubierto por una piel de jaguar y otros detalles llamativos. En el Mural Sur ocurrirá lo mismo: el observador irá a la búsqueda de las imágenes y la sorpresa será considerable, ya que el personaje central presenta rasgos de origen maya, y no hay duda de que eso le hará pensar en las influencias externas perfectamente posibles en un mundo que ya por aquellos días estaba intercomunicado.
El sitio ha sido explorado e investigado por diversos especialistas, entre los que se encuentran Diego Muñoz Camargo, durante la época colonial; Pedro Armillas, que en 1946 hace referencia a los olmeca xicalanca y a los sitios que ocupan en esa región, e Irma López y Daniel Molina, quienes en 1975 emprendieron los trabajos de conservación del sitio en su conjunto, prestando especial atención a los murales, que se encuentran, sin duda, entre los más importantes del arte mural prehispánico, además de ser expresión superior de lo que los arqueólogos identifican como el momento mesoamericano.
Fuente: México Desconocido