En el Palacio de Bellas Artes una larga fila esperaba a Elena Poniatowska, "Elenita" para sus lectores, para acompañarla a recibir la Medalla Bellas Artes.
La escritora llegó antes de la ceremonia para conversar con los periodistas y refrendar, ante ellos, su emoción por estar a punto de recibir el Premio Cervantes, su compromiso con el periodismo y su deseo de vivir en un país más justo y con igualdad de oportunidades porque los ricos mexicanos son "los más pinches del mundo".
Poniatowska, nacida en París en 1932, fue recibida en la sala Manuel M. Ponce como una celebridad. Elementos de seguridad corrían de un lado a otro para controlar el cupo, equipo técnico apresurado para poner pantallas afuera de la sala, para la gente que no pudo acceder. Sólo una treintena de lectores pudo ingresar al recinto, el resto del aforo fue ocupado por medios e invitados especiales, como la escritora Silvia Molina.
¿Qué más le hace falta a Elena?, le preguntaron. Ella sonrió y dijo: "Colgar los tenis". La muerte trajo a su memoria a Juan Gelman y a José Emilio Pacheco, reconocidos escritores recién fallecidos.
También evocó a aquellos con los que convivió y se han ido.
Así, recordó la belleza de Dolores del Río, la bravía de María Félix, el impacto que causó en ella la figura de Luis Buñuel, los chocolates que durante años le mandó El Santo cada 14 de febrero.
Reflexionó además sobre el oficio de escribir. "Es una chinga", dijo. Y sobre el periodismo: "Nunca he pretendido ser escritora, he pretendido ser periodista porque nunca he tenido respuestas, he tenido preguntas", aseguró.
Tras su encuentro con la prensa, la escritora recibió a familiares y amigos en un salón de la sala.
La periodista literaria
La escritora volvió al escenario para ser recibida con aplausos. Ahí habló de su familia, los Amor.
Durante la ceremonia de entrega de la Medalla, que se otorga desde 1993 a creadores, intérpretes y destacados personajes de la cultura de México, Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM, dijo que la obra de la autora de La noche de Tlatelolco destaca por su "lenguaje y conciencia cívica", y por su "curiosidad sin fórmulas" y su "humor carnavalesco". Además, añadió De la Fuente, su periodismo cambio el paradigma.
"Toda su obra es un ejemplo de congruencia que refleja su compromiso con las incertidumbres de su época", sostuvo.
Por su parte, Juan Villoro indicó que la trayectoria periodística y literaria la convierten en "un testigo excepcional de nuestro tiempo".
Además destacó que toda su obra ha sido resultado de su "diálogo con los demás" y resaltó su labor como entrevistadora. "Ha sabido escuchar desde que era una niña", dijo el escritor.
Por su parte, Hector Vasconcelos resaltó las luchas sociales a las que se ha unido, así como su compromiso con la democracia. Desde el feminismo, pasando por su cercanía con López Obrador hasta su reciente preocupación por las reforma energética, Elena, dijo, ha estado cerca de la gente.
A las palabras celebratorias se unieron las de Eduardo Antonio Parra y Antonio Lazcano.
Elena siguió escuchando las palabras de sus invitados. Sonreía. Le hacía gracia que le recordaran sus orígenes en un mundo privilegiado que se reveló a su destino y decidió darle voz a los que no la tenían, los pobres, la clase trabajadora.
Por eso, dijo Eduardo Antonio Parra, con su trabajo se convirtió en la "conciencia de México".
Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta, destacó su "inteligencia sensitiva" que ha compuesto grandes historias y le ha ganado el gran cariño de los lectores. Elena Poniatowska seguía ahí, sonriendo sin parar.
Su próximo destino es la entrega del Cervantes, para hablar, dijo, de las mujeres.
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