Fue una tarde lluviosa, de esas que sirven como atmósfera para la nostalgia, para la tristeza. Desde cuando menos una hora antes de la señalada, en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario ya había decenas de personas afuera del recinto, a la espera de la evocación de uno de esos personajes que suelen llamar la atención de gente de todas las edades: jóvenes y adultos mayores, mujeres y hombres, enfrascados en traer a su presente algunas de las palabras escritas por José Emilio Pacheco.
Se fue el pasado 26 de enero, cuando nadie lo esperaba, si acaso la muerte se espera, y parece que se le extraña cada vez más, como se muestra con esos libros que llevan entre sus manos cada uno de los jóvenes, algunos de ellos ya empapados, pero resueltos a compartir esa frase de El principio del placer o de No me preguntes cómo pasa el tiempo, en el homenaje nacional que diversas instituciones culturales y educativas le brindaron en el día que hubiese alcanzado los 75 años de vida.
Adentro, familiares, amigos y, sobre todo, lectores, le recuerdan en una celebración en la que se combinó la poesía leída por Luis García Montero y Eduardo Lizalde, con la reflexión de Hugo Verani, Julio Ortega y Darío Jaramillo; en la que el chelo de Carlos Prieto precedió a las palabras de Rafael Olea Franco, Elena Poniatowska o José Luis Martínez S.
"José Emilio debería cumplir hoy 75 años", evocaba el colombiano Darío Jaramillo Agudelo, "ya en su ausencia, con afecto lo recordamos en la intimidad quienes fuimos sus amigos y conocimos el ser humano bueno y generoso que fue, mas en público celebramos al gran escritor, que tocaba con maestría todos los instrumentos: novelista, cuentista, traductor, cronista. Todo realizado con inagotable lucidez y con plena conciencia de escribir palabras y producir arte".
Una mirada al poeta, pero también al periodista cultural; un acercamiento lúdico al amigo y, además, la puesta en valor de sus narraciones y de una prosa como pocas se han producido, en la que hasta logró exacerbar un tono juguetón, sobre todo en sus "Inventarios".
Símbolo literario
El acercamiento a un "personaje fundamental de la literatura mexicana durante los últimos 50 años", como lo definiera Elena Poniatowska, para quien es imposible pensar en nuestra cultura sin José Emilio, como es imposible pensarla sin Sor Juana, Alfonso reyes, Octavio Paz o Carlos Monsiváis.
"Humanizó a la poesía, nos la puso en las manos, la platicó para que pudiéramos traerla en las manos y decirla en la calle, en las aulas, en la manifestación, en Chapultepec, junto a ella acomodó como si fuera lo más fácil del mundo, los grandes temas de la muerte y de la vida, del viaje y del conocimiento".
Fue una tarde-noche en la que estuvo presente su poesía, en la voz de Luis García Montero y Eduardo Lizalde; la amistad con Hugo Verani y Julio Ortega, la música con el chelo de Carlos Prieto, su faceta de ensayista-periodista cultura, con Rafael Olea Franco al realizar una breve reflexión del significado de los "Inventarios", pero también algunas de esas facetas un tanto desconocidas, como la que compartió José Luis Martínez S., director del suplemento Laberinto de MILENIO, al referirse a los guiones que José Emilio Pacheco escribiera para las cápsulas de Cine Verdad: "Pequeñas historias que nos contaron las voces de Claudio Obregón o Fernando Marcos, escritas por un hombre para el que todos los días fueron días de entrega, de una entrega permanente a la escritura".
Una tarde-noche para brindar por José Emilio Pacheco, el poeta y generoso ser humano.
"Quiero que se sienta orgulloso": Cristina Pacheco
Entre el rector de la UNAM, José Narro, y el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, estaban sentadas Cristina y Laura Emilia Pacheco: recibían saludos y abrazos, se acercaban funcionarios y jóvenes, pero a ellas les interesaba dejar el protagonismo en quienes estaban sobre el escenario. Al final de la ceremonia, unas pocas palabras.
"José Emilio siempre trató de convertir en poesía la realidad del mundo: es áspera, es difícil, es muy agresiva en ocasiones y él captaba todo eso, pero de tal manera, con su lenguaje, que uno podía navegar en esas visiones", decía la periodista.
Un acto que resultó emotivo, amistoso y con un ritmo muy natural, alejado de la solemnidad, a través de palabras de personas que Cristina Pacheco definió como muy distinguidas en el mundo literario y periodístico, si bien sobre todo resaltó el valor de que eran grandes amigos de José Emilio.
"Lo recuerdo leyéndolo, acercándome a sus cosas, y tratando de hacer mi trabajo lo mejor posible. Quiero que él se sienta orgulloso. Extraño todo, pero en especial la conversación", dijo Cristina a cinco meses de la partida del hombre al que estuvo tan unida, mientras muchos se acercaban a darle las gracias, como para que se las compartiera a José Emilio.
Fuente: www.milenio.com