Pablo Olivera, escultor con una trayectoria y reconocimiento a nivel nacional, avecindado en San Pedro Muñoztla desde hace varios años, comenta de su vocación y encuentro con las artes, en entrevista concedida al Sistema de Noticias
Pablo Olivera: En mi caso la escultura se dio como cosa muy natural desde niño, tenía 5, 6 años y por cosas de hobby hacia dinosaurios de plastilina que copiaba de una enciclopedia científica y me acuerdo mucho de eso porque acostumbraba a ponerlos en el congelador en casa de mis padres.
Abrir el congelador y ver los dinosaurios llenos de nieve es uno de los recuerdos más gratos en nivel preescolar, las etapas de primaria a preparatoria esta actividad se enfrió y en la universidad toma el camino de la electrónica para hacer música
Pablo Olivera: Pero en la música me di cuenta que no tenía mayor cosa que decir en cuanto a composición musical, toco la batería por afición y creo que tengo un ritmo que pudiera haberme ayudado pero no se me ocurrían canciones, entonces yo sentía que esa parte de esperar que alguien iniciara una pieza para yo seguirla no me convencía y lo curioso es que cuando era cajero una compañera quiso entrar a la Esmeralda a la escuela de artes y dentro del examen le pedían hacer un torsito, un bustito de una persona.
Modelado que realizó Pablo Olivera lo que significó el pase de entrada para su amiga a la escuela de artes
Pablo Olivera: Eso me hizo pensar, yo un poquito norteadón en la vocación porque no probaba suerte en la Esmeralda y fue como inicié, hice el examen al siguiente turno de exámenes, entré, entré fácilmente en lo menos complicado que era entrar a La Esmeralda, ahora se ha puesto muy difícil.
En el patio de su casa, en su taller, las figuras geométricas se miran desde diferentes ángulos, se respira el oficio y la pasión por la escultura.
Fuente: Sistema de Noticias Tlaxcala