El monumento a la Independencia fue erigido en 1910 para celebrar los cien años de la lucha insurgente, como reza la dedicatoria inscrita en su placa de mármol: “La Nación a los Héroes de la Independencia”.
La idea fue impulsada por el gobierno de Porfirio Díaz, quien encargó el proyecto al arquitecto Antonio Rivas Mercado, en tanto que el artista italiano, Enrico Alciati, fue elegido para realizar los imponentes elementos escultóricos que la adornan. Para simbolizar el espíritu de la Independencia se escogió la figura de una victoria alada, que muchos confunden con un ángel.
La construcción se inició el 2 de enero de 1902. Cuatro años después, la columna se desplomó, por lo que de inmediato se inició una nueva cimentación que no se concluyó sino hasta 1909. El monumento fue inaugurado el 16 de septiembre de 1910.
Más adelante, el monumento también habría de servir como mausoleo, ya que, en 1925 y por instrucciones del presidente Plutarco Elías Calles, las urnas de los “beneméritos de la patria” –que hasta entonces se habían resguardado en la Catedral Metropolitana– fueron trasladadas a la Columna. Algunos de los restos que se depositaron en su antecámara fúnebre se atribuyen a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Vicente Guerrero, Mariano Matamoros, Leonardo y Miguel Bravo y Hermenegildo Galeana.
Curiosamente, los próceres han estado acompañados por la escultura de un personaje que pocos conocen: Guillén de Lampart. Este aventurero de origen irlandés, que tenía la aspiración de liberar a México del yugo español, fue un personaje controvertido y carismático, precursor de los ideales de independencia a mediados del siglo 17. Murió en la hoguera a manos de la Inquisición después de un cautiverio de más de 17 años.
Otro hecho importante que afectó al Ángel ocurrió la mañana del 28 de julio de 1957, cuando la victoria alada cayó al piso a consecuencia de un temblor. De inmediato, se iniciaron los trabajos para restaurarla, aunque por el daño sufrido, la cabeza y un brazo tuvieron que ser esculpidos de nuevo.
Hoy en día, después de más de un siglo, el Ángel sigue siendo uno de los símbolos más entrañables de la ciudad de México.
Fuente: www.mexicodesconocido.com.mx