Conceder el Premio Nobel de Literatura a una periodista de investigación de Bielorrusia es una decisión audaz, incluso en la historia de una academia que nunca se ha amilanado de tomar las decisiones más sorprendentes y contrarias a la corriente. Pero reconocer a Sveltana Alexievich es también una brillante elección que revalora el estatus de la no ficción en el canon literario.
La obra de Alexievich, periodista, dramaturga y guionista de cine, está dominada por sus escritos de no ficción, intrépidas y bellamente investigadas. La Academia Sueca la elogió por sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y valentía de nuestro tiempo.
De 67 años, la escritora ha pasado a menudo años recabando información y relatos de primera mano para sus libros. Voz disidente en Bielorrusia, cada cierto tiempo ha sido obligada a exiliarse.
Sus libros han rastreado las vidas de personas reales –con frecuencia mujeres y niños en tiempos de guerra–, como fue el primero, La guerra no tiene rostro de mujer (1985), basado en entrevistas a cientos de mujeres que experimentaron la Segunda Guerra Mundial, el cual ha vendido más de 2 millones de ejemplares.
Los chicos de latón: voces soviéticas de una guerra olvidada, trazó un retrato de la guerra de la Unión Soviética en Afganistán, en tanto Voces de Chernóbil: crónicas del futuro, presentó un collage de voces sobre las consecuencias del desastre nuclear. Su victoria rompió todas las predicciones de los corredores de apuestas (esperaban a Philip Roth, Joyce Carol Oates o Haruki Murakami). Pero este galardón despertará el interés mundial y atraerá oleadas de nuevos lectores.
Su libro más reciente, El tiempo de segunda mano (traducido al inglés por Bela Shayevich y aún sin traducción al español), es una historia oral de la nostalgia por la Unión Soviética. Para escribirlo pasó 20 años viajando por estados posoviéticos, hablando con personas acerca del legado del hombre rojo –el ciudadano creado por la era soviética– en sus vidas actuales.
Aunque está programado para publicarse en inglés en octubre de 2016, la fecha será sin duda adelantada para satisfacer la demanda del público. Jacques Testard, su editor, señaló que está entusiasmado de que una escritora de no ficción sea reconocida. Me sentí increíblemente emocionado. Literatura es otro nombre de la escritura, y ella está entre los mejores escritores actuales de no ficción, expresó.
Philip Gourevitch, colaborador de The New Yorker, escribió el año pasado un artículo sobre Alexievich titulado: La no ficción merece un Nobel, en el que criticó que habían pasado más de 50 años desde que un escritor de no ficción fue galardonado por la academia.
Sostuvo que eso se debía a una separación elitista y artificial entre la ficción y la no ficción. “Existe un persistente esnobismo en el mundo literario que quiere excluir la no ficción de la clasificación de literatura... para sugerir que de algún modo carece de arte, imaginación o invención, comparada con la ficción”.
Si no otra cosa, el logro de Alexievich ha enderezado ese entuerto.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Fuente: www.jornada.unam.mx