Octavio Paz nunca concluyó la carrera de Derecho ni estudió en la Facultad de Filosofía y Letras ni egresó de la Universidad Nacional Autónoma de México. Octavio Paz nunca le impidió a Elena Garro retomar sus estudios. Octavio Paz no pasó sus mejores años en la mítica casona de Mixcoac porque la familia la había perdido por problemas económicos. Octavio Paz nunca renunció a la Embajada de la India, sino que desde tiempo atrás había externado su decisión de ponerse “en disponibilidad”. Octavio Paz no regresó a México con el deseo de crear una revista, primero quería fundar un partido político. Octavio Paz fue vigilado pero luego protegido por la Dirección Federal de Seguridad cuando el 1 de abril de 1980 fue amenazado por la Liga Comunista 23 de septiembre.
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Esos mitos que han rodeado la vida del Premio Nobel de Literatura y que han sustentado y hasta alentado sus biógrafos, han sido refutados por el abogado y notario Ángel Gilberto Adame, quien asegura que Octavio Paz idealizó sus primeros años, sus años de formación, pero no desde la certeza de que fue él mismo quien se creó una historia personal llena de mitos y ficciones.
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“Paz no habló de su vida en los 30, en los 40, en los 50 ni en los 60, él empieza a hablar de su vida abiertamente en los años 70, estamos hablando ya de un personaje reconocido que tiene, 60, 70 años. Sería muy imprudente de mi parte criticarlo, todos tendemos a idealizar nuestra vida, si yo recuerdo a mi padre recuerdo lo bueno y los errores los voy dejando de lado. Yo no quiero decir que él idealizó su vida a propósito, no, si no que habló de su vida cuando ya habían pasado muchos años de los acontecimientos. Yo creo que más bien son los que han escrito de él quienes han idealizado lo que él dijo. Se lo creyeron todo”, afirma Adame.
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Desde esa convicción, Ángel Gilberto Adame se ha adentrado en la vida del poeta y ensayista mexicano y ha escrito Octavio Paz. El misterio de la vocación, con prólogo de Christopher Domínguez Michael, un libro que presenta sucesos desconocidos y sustenta sus hallazgos en documentos oficiales con los que confronta al propio Premio Nobel. La propuesta del abogado y estudioso de Paz es iluminar ciertos periodos de su vida, muy particularmente su juventud, sus años en la UNAM, su generación de amigos con los que fundó la revista Barandal y su relación amorosa con la escritora Elena Garro.
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Quizás la diferencia de la mirada de Adame está en que, contrario a sus biógrafos, él admira a Octavio Paz pero no lo conoció, mientras que varios de los que han escrito sobre él fueron parte del grupo de Paz, de los que emprendieron con él la revista Plural, de los que lo siguieron en Vuelta, de los que estuvieron cercanos a él y son casi sus herederos.
“Ese acercamiento me parece muy válido, porque también por otro lado hay una serie de gente que por sistema o por bilis, escribe mal de Paz. Yo me siento a la mitad, admiro al personaje pero lo afronto desde la crítica: él dijo que pasó esto, yo lo quiero checar, quiero verlo. En el libro si bien es cierto que hay opiniones de mi parte, lo que más traté fue decir: pasó en realidad esto y ésta es la prueba”, apunta el estudioso y notario del Distrito Federal.
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En menos de dos años, Ángel Gilberto Adame ha trastocado la historia casi oficial de Octavio Paz que han expandido sus biógrafos; con una acuciosa curiosidad, el articulista de la revista El mundo del abogado ha roto mitos y ha edificado verdades con base en pruebas fehacientes y hechos probados.
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“Me enorgullece y me genera una gran responsabilidad, por ejemplo ahí está el prólogo elocuente de Christopher Domínguez Michael, pero también Guillermo Sheridan en su libro recién publicado sobre Paz me da el carácter de ‘espeleólogo’ porque les hice cambiar una serie de cosas que ellos tenían ya como ciertas. El tema es que le creían 100% a lo que Paz había contado sobre su vida, faltaba de este lado contrastar la información. Si tú me preguntas cuál es el mérito de este libro, te digo que es que da cuenta de mi admiración por Paz, pero lo abordé con una actitud de ‘él dice que pasó esto, vamos a ver si es cierto’ y así fui encontrando cosas que eran realmente desconocidas”.
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Las verdades en Paz
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El colaborador de Letras Libres, donde es uno de los coordinadores del blog “Zona Paz”, espacio dedicado al estudio de la vida y la obra del Nobel mexicano, asegura que la etapa juvenil de Octavio Paz es su favorita porque siempre encontraba espacios oscuros, cosas que no le cuadraban; incluso el mismo Paz en su poema “Pasado en claro” repasa su vida y dice: “quisimos cambiar al mundo, pero tuvimos soberbia”
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Allí es donde está Barandal, su grupo generacional, y es donde Adame empezó a echar luz a la historia a partir de una imagen inédita que ilustra la portada de en la que posan seis jóvenes amigos y que ilustra la portada de Octavio Paz. El misterio de la vocación, allí están, de izquierda a derecha, Raúl Vega Córdova, Octavio Paz, Arnulfo Martínez Lavalle, Rafael López Malo, Humberto Mata y Ramírez, y Salvador Toscano Escobedo, llamados “los barandales”, retratados en Coyoacán, en 1931.
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Barandal, la revista, fue definitiva e importante en esta etapa de Octavio Paz, asegura Adame: “Me extrañaba que no se le abordara como conjunto, no sé si lo logré o no, pero al menos intenté decir ‘estos son los personajes que en un momento influyeron muchísimo en la vida de ese Paz de 17 años que está en la foto’ y ‘digamos quiénes eran’”, señala el investigador, quien asegura que esa fotografía que le dio un descendientes de “los barandales” y los expedientes de Paz y su padre en la Escuela de Jurisprudencia de la UNAM, fueron los que detonaron la investigación y el libro.
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La investigación y la búsqueda de las pruebas sobre los años formativos de Paz, las inició Adame casi por casualidad. El abogado y profesor de la Facultad de Derecho se adentró en los expedientes de ex alumnos porque escribía una semblanza de los profesores más importantes de esa institución, fue entonces que se encontró con el expediente de Octavio Paz Solórzano, el padre del Nobel, que estudió la carrera y sí la terminó.
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“Me llamó la atención y publiqué una nota sencilla en alguna revista jurídica; derivado de eso me pregunté ‘¿qué habrá sido del hijo?’ y empecé a investigar en medio de toda la parafernalia del Centenario de Paz y comencé a encontrar una serie de cosas que contrastan con lo que canónicamente se había dicho sobre el tema; allí arrancó mi relación con Christopher y con Guillermo Sheridan, que me han ayudado mucho, al igual que Enrique Krauze. Empecé a mandarles correos para preguntarles cosas que ellos me respondían y cuando me respondían a veces cuestionaba y no sólo cuestionaba, les decía ‘esto que estás diciendo encuentro que no es correcto’ y me vi de repente en medio de toda la búsqueda y ya no pude parar”.
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