MÉXICO DESCONOCIDO
Tlalpan es un antiguo pueblo ya devorado por la Ciudad de México, pero ha conservado su ambiente provinciano, calles empedradas, viejas mansiones, templos y conventos.
Tras estudiar largamente un mapa, acto, como se verá a continuación, muy habitual en mí, elegí la mejor manera de recorrer las calles de Tlalpan, decidí comenzar en la esquina de la avenida San Fernando y Madero.
Mi afición por los mapas nació de improvisto. Mi padre tenía un mapa urbano de varios planos y escala detallada. Habré tenido 11 o 12 años. Sin que mis padres lo supieran, tomaba mi bicicleta y recorría kilómetros y kilómetros de calles. Me apasionaba comparar lo que yo observaba en el terreno real con lo que veía en los mapas. Esto fue en Argentina.
Al llegar a México mi padre me compró un libro donde explicaba cómo interpretar las curvas de nivel de los mapas topográficos (libro que ahora guardo como un tesoro).
Desde que me surgió la pasión por hacer y dibujar mis propios mapas inventados, a los 14 años, fue cuando me di cuenta de que mi vocación era ser cartógrafo.
Casas de campo y casinos
En estos mapas y documentos históricos, Tlalpan siempre está representado con sus hermosas huertas, bosques y manantiales; aspectos que atrajeron a la gente desde tiempos coloniales para pasear y construir sus casas de campo, las cuales llegaron a convertirse en verdaderos casinos, sobre todo en el siglo XIX, cuando las personas venían a jugar, a apostar y festejar.
En este recorrido noté las fachadas de antiguas casas en la calle Hidalgo, frente al muro atrial de la iglesia, pero están solo las fachadas, porque el resto de las construcciones han sido demolidas para edificar en su lugar conjuntos residenciales.
Al llegar al cruce con la calle de Matamoros me sorprende la fachada dispuesta en chaflán o “en esquina cortada” de una impresionante casona colonial llamada Casa Chata, con su portada tallada en piedra y con portón de madera que perteneció al Colegio de San Pablo del Centro Histórico.
Una cuadra después de Matamoros me encuentro con la calzada de Tlalpan, donde está la Antigua Hacienda de Tlalpan, establecida en el siglo XIX con amplísimas huertas. El lugar, que cuenta con bellos patios ajardinados poblados por pavos reales, hoy funciona como un bien servido restaurante de comida tlalpeña y mexicana.
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Calles exquisitamente hermosas
Me encanta caminar, y al hacerlo me convierto en un admirador de la naturaleza y de sus paisajes. Me gusta sentarme en ciertas partes del recorrido y escuchar el sonido del viento moviendo las copas de los árboles, el de las aguas de un arroyo, río o cascada, el cantar de los pájaros.
Me encanta sentir el chipi chipi o llovizna en el rostro y verla pasar entre los árboles. Por todo esto es que disfruto recorrer las calles de la Ciudad de México. Admiro Tlalpan.
Tras apreciar la fachada decorada con canteras, fuente y herrería de la Antigua Hacienda de Tlalpan, paso a la aledaña Plazuela Juárez, que es un pequeño triángulo que forman las calles Matamoros, Allende y la Calzada de Tlalpan.
En contra esquina de tal sitio de importante afluencia en el pasado, está la entrada de la Finca Catipoato, que fue propiedad de la actriz María Félix y donde ella vivió corto tiempo con Jorge Negrete en 1952, hasta que él falleció cerca de un año después de su “boda del siglo”.
Desde la portada de entrada de tal casa, decorada con mascarones grotescos de piedra, camino ahora una cuadra hacia la calle Allende, que es encantadora, pues está cercada por viejas y altas bardas que delimitaban amplios terrenos de antiguas casonas, hoy ya fraccionados, hasta llegar a la todavía más encantadora calle de Magisterio Nacional, estrecha, empedrada y ondulada.
Es una delicia caminar por esa calle, presenta altos muros cubiertos de bugambilias, jazmines, malvones y otras plantas que cuelgan con sus flores, entre añejos árboles cedros, nogales y fresnos, y las fachadas son pocas, porque las casas están ocultas tras esas misteriosas bardas que siguen las ondulaciones de antiguos campos de lava, pero cuando hay ventanas, son estupendas.
Sitios históricos
El ex Palacio Municipal se ha transformado en oficinas delegacionales, al sur de la plaza, de estilo neoclásico, está decorado en sus portales con pinturas murales de Roberto Rodríguez Navarro, las cuales ilustran diferentes episodios de la historia de Tlalpan, como la erupción del volcán Xitle.
El costado izquierdo de estos portales termina frente a la tradicional Cantina La Jalisciense, la que ocupa la antigua Casa del Mirador. Atrás del edificio delegacional está el Mercado de La Paz, construido entre 1898 y 1900, lugar ideal para disfrutar el célebre caldo tlalpeño.
Cruzando la calle Plaza de la Constitución, casi esquina con Morelos, entro al Museo de Historia de Tlalpan, un lugar identificado con la historia nacional de las comunicaciones. Y al pasar al gran atrio del templo y ex convento de San Agustín, descanso bajo la sombra de grandes árboles.
Este es un establecimiento dieguino-dominico fundado en el siglo XVI y después redificado en la centuria siguiente. La iglesia presenta la hermosa capilla interna de Nuestra Señora del Rosario, con un retablo, pinturas coloniales en la sacristía y un claustro con arcos y patio.
Termino así un día maravilloso, pero esto es solo una de las rutas de Tlalpan. Dejo pendientes por conocer lugares que muchos mapas han retratado, mismos que vale la pena comparar con la realidad de hoy.
Cómo llegar:
Puedes arribar al centro de Tlalpan por las avenidas Insurgentes Sur, San Fernando y Calzada de Tlalpan, desde el Periférico. Si quiere llegar en auto, frente a la plaza principal hay un estacionamiento. Desde la estación Universidad de la línea 3 del Metro, parte transporte público hacia Tlalpan.