En México existen los arrecifes profundos y someros; estos últimos son estructuras carbonatadas, algunas hasta de cinco mil años como el de Alacranes, que cuentan con alta diversidad y ofrecen diferentes servicios ecosistémicos, por lo que tienen un papel económicamente relevante en el turismo y en la pesca.
Entre los servicios ambientales que los corales realizan están la protección de la costa, porque evitan la erosión de la playa, además su formación favorece la presencia de diferentes organismos marinos, algunos de importancia comercial, como las langostas, peces y moluscos.
Los corales captan el dióxido de carbono (CO2) y lo fijan en sus esqueletos; este proceso hace a los arrecifes de esos animales los sitios de secuestro permanente del carbono atmosférico.
Héctor Reyes Bonilla, de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, consideró que, si bien son pocas las estimaciones económicas de los servicios ambientales que realizan los corales, en el caso del Parque Nacional Cabo Pulmo se calcula que el monto de los cuatro servicios que efectúa es de más de un millón de dólares al año.
En el estudio titulado Servicios ambientales de arrecifes coralinos: el caso del Parque Nacional Cabo Pulmo, Baja California Sur, los especialistas, entre ellos Reyes Bonilla, evaluaron cuatro servicios ambientales del banco coralino que está en ese sitio, como el secuestro de carbono de la atmósfera, la exportación del peso vivo de organismos marinos y el turismo.
Biodiversidad, otro indicador
Otro de los indicadores relacionados con esos servicios es la biodiversidad. Para los investigadores, conocer las características ecológicas de los arrecifes y de las comunidades coralinas es necesario, ya que les permite identificar la estabilidad de los ecosistemas, así como las manifestaciones que éstos presentan ante las perturbaciones naturales y antropogénicas.
Para evaluar la riqueza y el estado de las especies de corales hay diversas metodologías. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas desarrolló sistemas de vigilancia en el Caribe, que se basan en los censos submarinos para conocer, en promedio, la cantidad de peces de corales y de algunos otros invertebrados, como las estrellas de mar y los erizos.
En el caso de las zonas del Pacífico, los investigadores adoptaron un sistema parecido, el cual está enfocado en la evaluación de la cobertura de coral, aunque también se usa para estudiar arrecifes en los que hay pesquerías u otro tipo de actividades humanas, explicó el especialista en arrecifes coralinos e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
En México hay, entre otros, sistemas arrecifales en franja, que crecen adyacentes a la costa y estructuralmente son sencillos; están los de barrera, que crecen de forma paralela a la costa, pero alejados de la misma por una laguna, y los atolones o anillos de islas de coral, como el banco Alacranes, en Yucatán, y el Chinchorro, en Quintana Roo.
Los corales son parte del grupo de los cnidarios (al que también pertenecen las medusas y las anémonas). Son animales que forman colonias y están compuestos de pólipos. Cada uno de ellos desarrolla funciones propias, como la alimentación y la reproducción.
En cuanto a los bancos coralinos de aguas someras, las estructuras están formadas por restos calcáreos de diferentes organismos, principalmente de corales pétreos, que al depositar su esqueleto forman estructuras submarinas complejas que ofrecen refugio y alimento a otras especies, a tal grado que los arrecifes son uno de los ecosistemas de mayor diversidad del planeta.
Entre las principales especies de corales constructores de arrecifes en México están las de los géneros acropora y pocillopora, los cuales mantienen una simbiosis obligada con organismos del grupo de los dinoflagelados, que les ayudan a calcificarse de manera eficiente. En cuanto a las condiciones que los corales necesitan para vivir, están las aguas cálidas, poco profundas, con bajas concentraciones de nutrientes (especialmente fosfatos) y relativamente transparentes.
El indicio más evidente del efecto que tienen las perturbaciones naturales y antropogénicas en los sistemas coralinos es la muerte. Sin embargo, si el daño no es masivo, en ocasiones se presenta un recambio de especies, en el que otros tipos de coral o diversos organismos del fondo, como algas carbonatadas o frondosas, llegan y ocupan el puesto de las que originalmente residían en el lugar. En consecuencia, las funciones del sistema se ven afectadas, ya que los corales que llegan no siempre son tan eficientes para producir carbonato, generar sedimentos o arenas y, sobre todo, para dar alimento o refugio a otras especies. Entonces, aunque exista coral vivo el servicio ambiental no es el mismo.
Los factores que afectan la salud de los sistemas coralinos son la sobrepesca, el desarrollo portuario y costero, así como la contaminación. Otras amenazas son los sedimentos sólidos arrastrados por los ríos que llegan al océano y ocasionan la turbidez del agua, lo que no permite a las algas asociadas a los corales realizar la fotosíntesis.
Para Reyes Bonilla, cuando se pierden los servicios ambientales que realizan los corales –incluso zonas de refugio, crianza y alimentación de especies comerciales y atractivos turísticos– los daños económicos pueden ser significativos. Y, aunque existen diversos reglamentos relacionados con la protección de los corales, se debe pensar en una norma oficial específica, como se expuso en el Congreso Nacional de Arrecifes de Corales, que se realizó en mayo pasado en Puerto Vallarta, Jalisco.
Pronóstico para el próximo año
Por otro lado, en Sidney, un grupo de expertos advirtió este jueves que el fenómeno climático de El Niño puede causar el próximo año serios daños a las barreras de coral del mundo, que sufrirían un efecto de decoloración sin precedente.
Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Queensland y por la Administración Nacional de la Atmósfera Oceánica, de Estados Unidos, se tratará solamente del tercer fenómeno global de decoloración o blanqueamiento en la historia, y zonas como la Gran Barrera de Coral de Australia se verán duramente afectadas.
Si las condiciones siguen empeorando, la Gran Barrera de Coral se verá afectada por una generalizada decoloración del coral y su consiguiente mortalidad, el efecto más habitual del aumento de las temperaturas, señaló Ove Hoegh-Guldberg, director del Instituto de Cambio Global de la universidad australiana.
Los dos precedentes fenómenos de blanqueamiento de corales se produjeron en 1998 –que provocó una decoloración de la mitad de la Gran Barrera, y la desaparición de 5 a 10 por ciento de los corales– y en 2010, con efectos menores, recordó el experto.
El blanqueamiento es un fenómeno que amenaza la biodiversidad, la pesca y el turismo.
Fuente: www.jornada.unam.mx