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Cultura y Espectaculos

Tom Wolfe, el transgresor elegante

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 16 Mayo 2018 Visto: 2781

wolfffEl escritor y periodista estadunidense, falleció el lunes en Nueva York a los 88 años, confirmó ayer su editorial en Twitter
EFE
“He sido un periodista, y todavía me considero un periodista que ha escrito algunas novelas”, aseguró Tom Wolfe en una entrevista que concedió en 2013 al periódico español ABC. Foto: The New York Times

“He sido un periodista, y todavía me considero un periodista que ha escrito algunas novelas”, aseguró Tom Wolfe en una entrevista que concedió en 2013 al periódico español ABC. Foto: The New York Times

NUEVA YORK.

Con una cultivada imagen de dandy y sin ocultar su vanidad, Tom Wolfe se convirtió en un transgresor y partícipe de una corriente que revolucionó el estilo periodístico en Estados Unidos con historias llenas de sátira y temas vedados para muchos.

Thomas Kennerly
Wolfe Jr., su nombre real, nació en Richmond, Virginia, en 1930, pero con los años se convirtió en un enamorado de Nueva York, donde murió el lunes a los 88 años.

Wolfe, que abandonó su aspiración de ser jugador de beisbol al no ser aceptado por los entonces Gigantes de Nueva York (hoy de San Francisco), supo leer su generación, que incluyó plumas como la de Truman Capote (1924-1984), Gay Talese o Hunter S. Thompson (1937-2005), e impulsó un género que mezcló el periodismo y la literatura.

Esta nueva tendencia, que se consolidó partir de 1973, remozó el estilo del periodismo estadunidense hasta entonces acostumbrado al pragmatismo de reporteros como Harold Lasswel, para dar paso a relatos de hechos escena a escena en lugar de la narración histórica, insertando diálogos auténticos y ‘detalles de categoría social’, tales como descripciones sobre comportamientos o formas de hablar o vestir.

LA SÁTIRA, SU SELLO
Pero la sátira que diseccionó la realidad estadunidense fue el sello de Wolfe, que se estrenó como novelista con La hoguera de las vanidades, publicada en el otoño de 1987 y en la cual retrata la historia de un vendedor de bonos que se adentra con un Mercedes deportivo en el sur del Bronx.

Debido a que dicha novela se convirtió en un best-seller, el cineasta Brian De Palma la adaptó al cine con título homónimo en 1990. La película, con muy discreto éxito de público, fue protagonizada por Bruce Willis, Tom Hanks y Melanie Griffith.

He sido un periodista, y todavía me considero un periodista que ha escrito algunas novelas”, aseguró el mismo Wolfe en una entrevista que concedió en 2013 al diario español ABC.

Por aquel entonces, el motivo de la charla era la publicación de su novela, Bloody Miami, en la que también hace una cruda descripción de esa ciudad que consideró “una mezcla de culturas en la que nada se mezcla”.

Fue hijo de Thomas Kennerly Wolfe, científico agrario que editaba la publicación Souther Planter, y de la paisajista Louise Agnew se licenció en literatura y periodismo en Universidad de Washington & Lee y cursó un doctorado en Estudios Americanos en la Universidad de Yale.

Su carrera la inició en el diario Union de Springfield (Massachusetts) y en 1962 como reportero todoterreno para Esquire, The Washington Post y The New York Herald Tribune, si bien su tentativa de ensayo de nuevos formatos de periodismo le llevó a pilotar una actitud experimental en el suplemento del último.

Mi única misión es descubrir”, aseguró en otra entrevista con El País, de España, en 2005 y que concedió en su apartamento neoyorquino trajeado de blanco inmaculado con una camisa azul, corbata blanca con lunares azul oscuro y zapatos blancos y negros.

Para Wolfe —quien confesó haber terminado de escribir su novela Soy Charlotte Simmons (2004) a mano—, EU era un “país muy raro”, e incluso admitió que no entendía todo lo que pasaba y de ahí su interés de “salir por ahí, hablar con gente” y “tratar de entender lo que hace”.

Y de ese encuentro con la gente logró narrar el Estados Unidos alejado de Hollywood. Con Las décadas púrpura (1985) definió los años ochenta como la expresión de las ambiciones, mientras que su novela Todo un hombre, publicada en noviembre de 1998, fue recibida como un acontecimiento literario.

Otras obras suyas son La banda de la casa de la bomba, La palabra pintada —en la que ironiza acerca del mundo actual del arte—, The Electric Kool-Aid Acid Test, En nuestro tiempo o Elegidos para la gloria.

Wolfe, a quien sobreviven su esposa, Sheila, y sus hijos Alexandra y Tommy, parte dejando su archivo, que incluye 10 mil cartas y borradores originales, en manos de la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL) que lo adquirió en 2013 por unos 2.15 millones de dólares y que hoy, más que nunca, se convertirá en motivo de consulta para los amantes de las letras.

Soy Charlotte Simmons

Los chicos de las camisetas malva empujaban los carritos entre el caos de cartón como si fueran rompehielos. En el rellano de unas escaleras, cerca del ascensor, había un inmenso cubo de basura del color de la ternera seca repleto de cajas, envoltorios de plástico con burbujas, restos de envases, bolitas de espuma de poliestireno y otros desechos. Por el suelo del pasillo, o lo que se veía de él, había pelusa, más pelusa de la que había visto Charlotte en toda su vida, por todas partes pelusa: Hacia el final del pasillo vislumbró a dos chicos descalzos. Uno llevaba únicamente un polo y una toalla enrollada en torno a la cintura. El otro, una camisa de manga larga con los faldones por fuera y unos calzoncillos, y una toalla echada sobre el hombro. ¿Calzoncillos? Los dos iban por el pasillo en dirección al baño de hombres, a juzgar por las toallas y los neceseres que también cargaban, pero ¿sin pantalones?
Charlotte se quedó estupefacta. Se volvió hacia su madre y sintió alivio al comprobar que no se había percatado de nada. Se habría quedado más estupefacta. Conociéndola, habría hecho caer la ira de Dios sobre alguien. Charlotte se arrastró a toda prisa hasta su habitación, que por suerte estaba un poco más allá.

(Fragmento tomado del libro
Soy Charlotte Simmons, de Tom Wolfe. Traducción de E. Iriarte y C. Mayor, España, 2005; 900 pp.)

 

Memorias de otros

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 16 Mayo 2018 Visto: 2858

carlos40 interior3memoriaaCarlos Bautista Rojas
Este es un recuento de algunas anécdotas sobre el origen de ciertos libros que comenzaron en voces de otros y que terminaron escritos por alguien más, así como de los diversos cambios que sufre una historia antes y después de quedar escrita.

Lo dicho: no somos más que palabras de otros, «la pobre limosna de las horas y los siglos», como advertía el ciego poeta.

Álvaro Mutis y García Márquez se intercambiaban novelas y cuentos antes de publicarlos. El general en su laberinto la comenzó Mutis con el título de La muerte del estratega, pero como él decía: «No puedo tener libros en los cajones porque no me dejan escribir otras cosas»; por ello decidió archivarlo en su chimenea.
Gabo, al enterarse, llegó angustiado a interrogarlo:

—¿Es cierto que quemaste esa novela sobre Bolívar?
—Hasta el título.

Esfumada la esperanza de conocer esa obra, el autor de las noches de Arcadio Buendía, confesó con desaliento:

—Yo quería escribir esa novela...

Mutis, al notar su tristeza, fue por todos los materiales de consulta, recortes y libros que había seleccionado para documentar su novela incinerada:

—Tenga... —porque Mutis, a pesar de los años de amistad con Gabo, siempre le habló de usted—: le regalo hasta la idea.

De esta historia quedó constancia en la dedicatoria de El general en su laberinto:

Para Álvaro Mutis, que me regaló la idea de escribir este libro.

Mutis y García Márquez

Otro libro cuyo origen —se cuenta— fue casi «por encargo» es La Muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes.

Se dice que, en cierta ocasión, Edmundo Valadés le empezó a platicar a Fuentes la idea de una novela que tenía en mente: «Es la historia de un revolucionario poderoso que está en el lecho de su muerte. Su monólogo se desarrolla en tres tiempos y cada relato refleja los momentos más relevantes de su vida...».

Juan Antonio Ascencio, editor y amigo íntimo de Valadés, me comentó alguna vez sobre esta anécdota: «Edmundo era bastante desidioso, por no decir huevón, y prefería difundir y promover el trabajo de otros que escribir sus propias inquietudes. Él jamás hubiera tenido tiempo para escribir esa novela.»

Cuando se publicó la novela, Valadés no puso ninguna objeción, es más, parece que quedó satisfecho con el resultado porque nadie podría haberla escrito mejor. Sin embargo, esta anécdota ha motivado cada tanto acusaciones infundadas de «plagio».

Entre plagios y «madruguetes»
En 1961, Octavio G. Barreda —a quien dentro de los círculos literarios siempre le regatearon el título de escritor— en conversación con Emmanuel Carballo, aseguró que a José Gorostiza lo madrugaban tiro por viaje: «Sus amigos, sobre todo Villaurrutia, le madrugaban. Les leía sus textos, y al día siguiente sus amigos le enseñaban textitos en que industrializaban sus hallazgos. (...) Su poder de análisis y su capacidad de síntesis eran formidables. Le teníamos pavor a su lucidez y a su implacable capacidad dialéctica. Nunca se sintió compañero de sus compañeros, de los Contemporáneos: veía sus fallas y se las decía. Era temible, insobornable: muy poco diplomático (a pesar de haber trabajado muchos años en Relaciones Exteriores). Quizá su propia inteligencia lo volvió perezoso».

Cuando a Juan Rulfo le preguntaron por qué ya no escribía, contestaba irónico: «Es que ya se murieron todas las personas que me contaban esas historias». Dicen que de broma en broma, la verdad se asoma... ¿Será?

Rulfo en el Nevado de Toluca (1940)

Y hablando de Rulfo, en sus Cuadernos se puede apreciar que los primeros intentos distan mucho del trabajo definitivo. Pedro Páramo y El llano en llamas, son el producto de años de borradores y correcciones que continuaron aún después de su publicación —en el año 2000 empezaron a publicarse las «versiones definitivas» de sus libros—; de constancia y juicios críticos —ajenos y propios—: la talacha literaria de todos tan temida. Los «expertos» vieron en sus dos modestos libros marcadas influencias de William Faulkner, cuando Rulfo en su vida había leído al clásico norteamericano. Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno —como en realidad se llamaba— comenzó a escribir porque nunca había encontrado aquello que deseaba leer y sólo así pudo disfrutar de una lectura que buscó toda la vida.

Una visión externa
Más que pruebas de plagio, las reinterpretaciones que terminan en lo escrito son muestra de todas las ideas y manos —editores, tipógrafos, correctores de estilo, amistades, «negros»...— por las que pasa un texto antes de alcanzar su identidad; de escritores que, en todo momento, toman en cuenta al lector, y de las consecuencias que pudiera ocasionar lo que escriben pero, sobre todo, de otras lecturas. Esto no significa que todos obren del mismo modo, pero sí que los más considerados no se atreven a publicar cualquier maquinazo.

De ahí que la costumbre sea la de consultar el trabajo editorial con otro colega para conocer una visión externa, pedirles sugerencias o que simplemente constaten algunos datos, como en los libros de carácter histórico o periodístico. José Emilio Pacheco revisó así La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska. Si José Emilio no aparece en dedicatoria o agradecimiento alguno, es porque él mismo solicitó su omisión.

José Emlio Pacheco fotografiado por Rogelio Cuellar (1989)

Mientras ambos cotejaban el libro, Elena recuerda que José Emilio temía que alguna instancia del gobierno los estuviera espiando; cada que se detenía un vehículo cerca de donde ellos se encontraban, él se levantaba paranoico:

—¡Ya llegaron... vienen a matarnos!

Basta recordar que este libro fue el primero en documentar y darle seguimiento —en voz de sus protagonistas— a la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968.

Nadie ha publicado algo a partir de la nada, por la sencilla razón de que para saber lo que se quiere decir hay que dominar un lenguaje común del cual saldrá después la propia voz, eso que llaman el estilo. Los escritores, por lo regular, dicen más de lo que se proponen, pero eso ya le toca desentrañarlo a cada lector: reinventar el libro en la imaginación, es decir, en su memoria.

Somos el eco de las voces que nos rodean y el principio y el fin son una trampa si se buscan separados. Tal vez por eso Angelus Silesius, al hablar de los motivos de la naturaleza afirmó: «La rosa es sin por qué».

Tampoco hay reglas ni recetas; no se puede contabilizar aquello que siempre está en eterna transformación y de lo que cada uno hace una interpretación personal, única.

Tanto a escritores como a lectores los mueve la intuición, y ésta se alimenta de la duda y la voluntad. Por ello, muchas son las historias, las «memorias de otros», que va construyendo nuestra herencia de palabras.

Somos cuentos contando cuentos
Para finalizar, una vez José Saramago contó una anécdota que lo obligó a escribir una novela contra el olvido.

En una ocasión, José —el nombre con que se pronuncian Todos los nombres—, al escribir un texto, lo abordó una frase: «Somos cuentos contando cuentos. Nada». Estuvo a punto de atribuírsela a Quevedo pero tuvo sus dudas, así que consultó sus notas personales del Ovidio nazón más narizado para estar seguro. Nada.

No se dio por vencido y consultó diccionarios de citas y epígrafes. Lo mismo.
Terminó —¿o empezó? —, por releer la obra completa del presunto implicado y pensó que así terminaría, ya no su artículo, sino su peregrinar tortuoso. Tampoco.

Entonces pensó que todo no era más que una mala broma de esa transgresora universal que llamamos memoria y que seguramente era de Shakespeare: «Ahí se encuentra todo» se dijo, y repitió los mismos pasos en espera de resultados. Menos.

Intentó la misma operación con otros autores hasta que la resignación —y otras ocupaciones— lo hizo desistir, pero, cuando menos se lo esperaba, volvía la frase sin dueño para atormentarlo.

Saramago

Pasaron muchos años y en una de tantas mudanzas, revisando papeles y recortes de periódicos, se detuvo, sin motivo alguno, en una entrevista cuyo amarillo papel delataba su antigüedad. Normalmente hubiera archivado o pasado de largo el documento, pero algo lo hizo leerla por completo. Justo antes de terminarla, cuando ya iba a confinar los signos al olvido o al encierro —que en el fondo es lo mismo—, deletreó asombrado: «No somos más que cuentos que cuentan cuentos... probablemente nada».

La frase sin dueño buscada por años... ¡era suya! y, cuando la recordó, además de atribuirla a un sin fin de autores, lo hizo de un modo distinto: «Somos cuentos contando cuentos. Nada.»

Como despedida agregó que ahora sólo le quedaba esperar que la memoria de otro, olvidando y recordando, añadiera —refiriéndose a sus libros— lo que su imaginación no pudo completar.

✽

El testamento de las palabras es infinito y en ese lugar geográfico de la memoria se seguirán contando los cuentos que somos, los recuerdos de los que estamos hechos: nada; es decir, la posibilidad de todo.

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Cuentos Infantiles

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 16 Mayo 2018 Visto: 2888

algarabia extra cuentosinfsaLa Redacción
Había una vez... una colección de historias que contaban los campesinos de Francia, Alemania y otros países europeos, y que durante siglos les sirvieron únicamente para divertirse.

Había una vez... una colección de historias que contaban los campesinos de Francia, Alemania y otros países europeos, y que durante siglos les sirvieron únicamente para divertirse. En algún momento, una serie de escritores «serios» como los hermanos Grimm, Charles Perrault o Hans Christian Andersen, retomaron estas narraciones y le dieron un tratamiento distinto. Y, en el siglo xx, estas versiones cambiaron aún más —muchas de ellas, gracias a Walt Disney— y se convirtieron en una versión muy light del original. A que no te sabías éstas...

En Hansel y Gretel, es la madrastra quien convence al papá, tras mucho tiempo de maltratarlos, de que los abandone en el bosque para que los maten los animales.
A Cenicienta la ayudaban las palomas que vivían junto a la tumba de su madre. Ella iba a rezarle y «su espíritu» influía en las aves.
Cuando la bruja de Rapunzel descubre el romance con el príncipe, manda a la chica de las largas trenzas al desierto —sin comida ni agua—, embosca al príncipe y lo deja vagando sin ojos hasta que los enamorados se encuentran y las lágrimas de la joven curan al príncipe.
Antes de los Grimm, Caperucita Roja no usaba caperuza. El lobo se come a la abuela, hace que Caperucita se coma el corazón y beba la sangre de su abuela, y luego la hace desnudarse completamente antes de devorarla. No había leñador, ni piedras... y mucho menos final feliz.
¿Quieres conocer la historia real de otros cuentos infantiles? ¡Lee el Top 10 completo en la Algarabía Extra 1: Intimidades de los famosos!

 

Hablemos en mexicano

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 14 Mayo 2018 Visto: 2981

contlaA partir del 7 de mayo en Casa de Piedra se comparte la lengua náhuatl a través del taller “Hablando en mexicano” que imparte el nahuatlato Ramos Rosales Flores.
Es un círculo de conversación porque no vamos a manejar gramática ni nada por el estilo, solamente expresión oral. Está dedicado a todas las personas que se interesen a hablar la lengua porque estamos tratando de tomar la forma natural de la adquisición de la lengua.
En el taller los participantes aprenden sus primeras palabras, practican y adquieren los sonidos de la lengua. Uno de los requisitos es que tenga ganas de aprender y lo otro es que pues a lo mejor no lo saben hablar pero lo van a escuchar y de esa manera se van a empezar a introducir en los sonidos que tiene esta lengua y de esa manera se van a ir apropiando de manera natural. Primero escuchar, después imitar y al final hacer extensa sus expresiones señaló Ramos Rosales. “Hablando mexicano se imparte los lunes, miércoles y viernes de 18 a 19 horas en el interior de Casa de Piedra.

 

Espacios alternativos Red Doc

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 14 Mayo 2018 Visto: 3106

logodocredblanco webbannerAriadna Chávez Lara, coordinadora de Red Doc en Tlaxcala, hace la invitación a quienes tengan espacios alternativos o cine club a unir esfuerzos en la proyección y difusión del séptimo arte.
La intención es poder vincularnos entre todos los interesados en querer exhibir cine en general, aquellos espacios que tengan cineclubes, las escuelas, museos, centros culturales o inclusive aquellos que tengan intención de generar un cineclub, poder reunirnos precisamente con este afán de organizarnos, aprender de nuestras mismas experiencias pero sobre todo colaborar en esta red nacional que se acaba de formar.
La intención es buscar apoyos, estímulos, formación y profesionalización en el quehacer cinematográfico enfocado en la exhibición, la cita es el próximo viernes 1 de junio a las 16 horas en el museo de la plástica, ahí vamos a abordar algunos puntos generales como darles a conocer los alcances de la red nacional, realizar un diagnóstico del estado actual de la exhibición cinematográfica en Tlaxcala, generar una red de espacios alternativos estatales y sobre todo motivar esta participación y diálogo.
Para mayor información pueden enviar un correo a redexhibicióEsta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

El taller de Eva Martínez, un templo a la memoria en Tlaxcala

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 14 Mayo 2018 Visto: 2990

plataaaSi vas a Tlaxco, visita el taller de Eva Martínez
Es fácil pasar por fuera sin darse cuenta, sobre todo si uno fija la vista en las nubes aborregadas que caracterizan el cielo de Tlaxcala, que tras un discreto portón de madera se encuentra la ahora escuela y taller de Eva Martínez. Este lugar, fundado en 1985, está dedicado a la reproducción de joyería antigua mexicana que data de los siglos XVIII y XIX. Entre sus piezas más aclamadas se encuentran los famosos aretes de Frida Kahlo que la maestra Martínez recreó a detalle con sutil perfección.
Hecho a mano
Todas las piezas se elaboran manualmente con la técnica de “cera perdida”. Son varias las semanas que requiere el proceso creativo de aretes, anillos, collares, pulseras y dijes. Dichas piezas son en su mayoría reproducciones de modelos franceses de art nouveau adquiridos por la sociedad mexicana de principios del siglo XX. Otras más están inspiradas en los bordados de huipiles mayas y otomíes. Colibríes, garzas, rosas, frutos y pequeñas manos cobran vida en el taller de Eva Martínez bajo el resguardo de Jorge Arroyo y otros de sus alumnos. Al morir la maestra, fueron ellos los herederos de su legado y transmisores de su conocimiento. Amorosamente cuidan de su casa, riegan sus plantas e imparten talleres de platería con la técnica que ella les enseñó.
¿Cuánto de nosotros hay en una alhaja?
Depositamos un valor incalculable en las joyas, más allá de su precio. Las atesoramos como reliquias, vestigios de un amor, o les atribuimos cualidades protectoras y de buena ventura. Ya sea por cómo llegaron a nosotros, por la persona de quien vinieron o por los momentos en que nos han acompañado, les damos un valor único. Consciente de esto, Eva Martínez volcó su ingenio en la platería y creó su Taller Escuela de Platería Tlaxco abierto a todo público.

 

Aquí nos tocó vivir, 40 años de historias en Ciudad de México

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 14 Mayo 2018 Visto: 2927

pachecooÁngel Vargas
Periódico La Jornada.
El programa de televisión Aquí nos tocó vivir, conducido por la periodista y escritora Cristina Pacheco, que se transmite por Canal Once, celebró la noche del sábado sus 40 años al aire con una gran fiesta en el legendario Salón Los Ángeles, catedral del baile de Ciudad de México.

También fue develada una placa conmemorativa del aniversario y diversas personalidades del ámbito académico, cultural, político y deportivo enviaron felicitaciones a la comunicadora mediante un video.

La lista incluyó al director del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Mario Alberto Rodríguez Casas; a la directora de Canal 11, Jimena Saldaña Gutiérrez; al ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Sarukhan; al violonchelista Carlos Prieto; al compositor Armando Manzanero, y al actor Jorge Ortiz de Pinedo, entre otros.

De igual manera, fue partido un pastel por el equipo humano que hace posible esta ya longeva emisión del canal televisivo politécnico, que se encuentra al aire desde el 10 de mayo de 1978 y que se ha convertido en referente de la televisión pública mexicana.

Reconocimiento internacional

El gusto por este programa ha trascendido las fronteras, según se dijo en la ceremonia –conducida por los periodistas Adriana Pérez Cañedo, Miguel de la Cruz y Saraí Campech–; se recordó que en 2010, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura lo nombró Memoria del Mundo en México, con lo que se convirtió en la primera producción televisiva reconocida a escala internacional.

Acompañada en el acto por su hija Laura Emilia Pacheco, amigos, colaboradores y televidentes, Cristina Pacheco subió al foro del recinto y tomó la palabra de forma breve para agradecer el apoyo que ha tenido todos estos años, así como la predilección de la audiencia.

Destacó que son miles las historias que ha encontrado y contado en su andar por las calles de Ciudad de México y otros rincones del país a lo largo de estas cuatro décadas, pero son infinitas las que todavía le faltan por encontrar y relatar, por lo que advirtió a su equipo que se prepare para otros 40 años más.

Detrás de cada puerta hay miles de historias, cada una irrepetible, única e inimaginable; las sorpresas son inmensas y la satisfacción de escuchar esas voces es muy grande. Agradezco a todas las personas que han tenido la confianza de darme su testimonio que lo hayan hecho, nos tenemos cariño y respeto, expresó la también colaboradora de La Jornada.

Luego de refrendar su amor por la capital del país, a pesar de las condiciones lamentables en las que se encuentra, Cristina Pacheco destacó que en Aquí nos tocó vivir se capta la vida real, la de las personas de todos los días; nadie está disfrazado en mi programa, las personas son tal como son y debo decir que, en tal caso, sólo encuentro maravillas que me sorprenden y me enseñan muchas cosas.

Emocionada, concluyó: “He aprendido algo importante y duro: la soledad de las personas es tan grande a veces que aceptan la entrevista como una única posibilidad de conversar.

Somos millones de personas en esta ciudad y, sin embargo, no nos tocamos, no nos acercamos, no nos dirigimos la palabra, y esa soledad de la multitud es absolutamente terrible. Uno de los sentidos del programa es justamente ese: acercar a las personas, tocarlas, decirles cuán importante son.

La fiesta prosiguió. La velada musical fue un recorrido por varios géneros, desde la música académica, a cargo del flautista Horacio Franco, hasta la amena versatilidad sonora del grupo Colibrí, pasando por el romanticismo de los boleros de Los Dandys.

Y pues ya que la sede de la pachanga fue el Salón Los Ángeles, por supuesto que no faltó el guapachoso bailongo, al ritmo de Rayito Colombiano y una Big Band.

 

El Colegio de las Vizcaínas abre gaveta de ciencias

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 14 Mayo 2018 Visto: 2850

vixcainassPara conmemorar los 250 años de su apertura, el recinto muestra su colección histórica de objetos
JUAN CARLOS TALAVERA
La colección del Colegio de San Ignacio de Loyola cuenta con aparatos de demostración de física y piezas para laboratorio químico.

CIUDAD DE MÉXICO.

El Colegio de las Vizcaínas abrirá la colección histórica de objetos científicos que resguarda en su museo de sitio, como parte de las celebraciones por los 250 años de su apertura y por el Día Internacional de los Museos, programado para el viernes 28 de mayo a las 18:00 horas, en el Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas.

La muestra incluirá dos conferencias: una con Óscar Escamilla González, encargado del Archivo Histórico del Palacio de Minería de la UNAM; y otra con Wanda Hernández Uribe, directora de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos del INAH, quienes hablarán sobre el origen y el valor de esta colección histórica que resguarda 226 objetos únicos en su tipo.

En palabras de Escamilla González, este muestrario –denominado Gabinete de Física e Historia Natural se constituyó muy probablemente tras la reforma educativa porfirista de 1877– es la única utilizada en la educación media superior que se ha conservado, por lo cual adquiere gran importancia su documentación y el hecho de mantenerla reunida, debido a que atestigua la enseñanza de las ciencias naturales durante el Porfiriato.

Dicho gabinete contiene numerosos muestrarios, instrumental de laboratorio y diversos aparatos para experimentación científica correspondientes a los siglos XIX y XX, con los que se enseñó a sus alumnas asignaturas como: electricidad, física, óptica y química.

Cabe señalar que muchos de sus aparatos fueron adquiridos en boticas de la Ciudad de México, como la de la Profesa, mismas que también comercializaban reactivos químicos, aparatos científicos y de demostración. Por esta razón, apunta Escamilla González, todos estos objetos no sólo representan un viaje en el tiempo, sino un vistazo a otras formas como se transmitía el conocimiento científico.

El contexto histórico nos dice que a mediados del siglo XVIII la enseñanza de la física experimental se realizaba a través de aparatos de demostración que no servían para hacer mediciones, sino pruebas de los principios físicos que se deseaba explicar.

El siglo XIX llegó con el auge en la fabricación de distintos aparatos, con lo que empresas como Pixii, en Francia, vendían colecciones enteras para escuelas de enseñanza media superior. En este punto, apunta Escamilla. Sin embargo, el Colegio de Minería de México fue el primero en tener un gabinete de este tipo en 1797.

Escamilla González apunta que, durante la segunda mitad del siglo XIX, la enseñanza básica y media en Francia incluía el conocimiento de los recursos naturales, dividido en los reinos animal, vegetal y mineral, así como sus usos en la vida práctica.

“Para ello se constituyeron los cursos de Lecciones de cosas que, junto con libros de texto, mostraban didácticamente a través de colecciones de fibras vegetales, minerales y grasas animales, sus aplicaciones en la fabricación de papel, telas y tintes”.

Con el tiempo otras instituciones de enseñanza superior –como el Colegio del Estado de Puebla– constituyeron sus propias colecciones. Pero al avanzar el siglo XX los aparatos de demostración cayeron en desuso, con la llegada de los simuladores que pueden verse en dispositivos digitales portátiles. Esta tendencia hizo que casi todas las colecciones desaparecieran.
La colección del Colegio de San Ignacio de Loyola cuenta con aparatos de demostración de física y piezas para laboratorio químico, entre las que destacan: un aparato para demostrar la teoría de ampere; un aparato para medir el campo magnético; cuatro Electróforos y tres Campanas de vacío.

 

Expresión: Caer el veinte

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 14 Mayo 2018 Visto: 2924

La Redacción
La frase «ya me cayó el veinte» tiene su origen en las monedas de 20 centavos que se necesitaban para hablar desde un teléfono público.

Antes de que el peso se devaluara una vez, en 1976, y varias veces más en la década de 1980, y antes de que la inflación llegara a grados infinitos a principios de los 90, al punto de tener que quitarle tres ceros al peso y volver a hablar de miles y de cientos, para dejar atrás los millones y billones.

Y antes, mucho antes de tener estas minimonedas de aleación que tenemos hoy en día, existieron —y por largo tiempo— algunas monedas y billetes de las que hoy ya nadie —o casi nadie— se acuerda, pero que tuvieron gran fama y renombre en su tiempo.

Se trata de los quintos —que eran monedas de 5¢ acuñados con cobre y que tenían la efigie de doña Josefa Ortiz de Domínguez—, los veintes —que también eran de cobre y tenían la de Benito Juárez— y los tostones —de 50¢—, que tenían la imagen de Cuauhtémoc y eran plateados —alguna vez fueron de plata.

Las tres monedas convivieron cordial y cotidianamente durante muchísimos años en una época en la que el poder adquisitivo era todavía, si no grande, sí decente. Con
 tres quintos podías comprar un Gansito y dos chicles Motita —unos chicles alargaditos sabor tutti fruti—; mientras un tostón te alcanzaba para un refresco y unas papas o para una torta, según la época, porque, como podrán imaginarse, queridos lectores, cada día alcanzaba para menos.

Pero lo que aquí nos incumbe es el veinte, que 
alcanzaba para una paleta helada o para diez Miguelitos, y también lo podías dar de propina, pero, y sobre todo, servía para hablar por teléfono. La única forma de usar un teléfono público era si tenías veintes a la mano, y mucha paciencia, porque encontrar uno que sirviera era más que una odisea.

La cosa es que metías el veinte en la ranurita, marcabas y, cuando te contestaban, el veinte caía; entonces ya podías hablar y te podían oír. Bueno, pues de ahí la frase de «¡ya me cayó el veinte!» para decir que ya entendiste, que ya sabes de lo que te están hablando o que por fin captaste la idea. Esa frase la seguimos usando, pero quizá muchos ya no supieran de dónde viene el veinte.

veinteeee

 

Música y política: una mezcla para pensarse

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Categoría: Cultura y Espectaculos Creado: 14 Mayo 2018 Visto: 2843

paraopinar35Luigi Martínez
Antes de entrar en cualquier debate, es indispensable entender la diferencia entre las dos vertientes que este artículo esbozará: primero, aquella que incluye a la expresión musical y segundo, ésa que para bien o para mal funciona como propaganda.

The very notion that art should have nothing to do with politics is itself a political position.

⎯George Orwell

Música: arte, crítica y revolución
Antes de entrar en cualquier debate, es indispensable entender la diferencia entre las dos vertientes que este artículo esbozará: primero, aquella que incluye a la expresión musical que, desde el momento en que es concebida, tiene el objetivo de analizar, «iluminar» y conducir a la sociedad hacia un estado de reflexión que le permita sentir y, por qué no, discernir entre lo que está bien y lo que está mal; segundo, ésa que para bien o para mal funciona como propaganda y que, muchas veces sin que sus artífices así lo planeen, se convierte en bandera e himno explícito de movimientos políticos e ideológicos.

«Va pensiero» y «Viva verdi»
Oh mia patria sì bella e perduta! /
¡Oh patria mía, tan bella y perdida!

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Foto: Rudy Amisano

En 1844, Giuseppe Verdi estrenó Nabucco, ópera en la que la comunidad de su país encontró no sólo un claro reflejo de la realidad social de la Italia de esa época ⎯que pedía a gritos independencia y unificación luego de que Napoleón la proclamara como «su reino» y de que fuera ocupada por austriacos⎯, sino también a un detonador de la revolución.

El tercer acto de la obra tiene como tema principal el exilio hebreo en Babilonia. La letra de esta pieza conmovió de tal manera a los presentes en el estreno que esa noche quedaría adherida al movimiento de «Risorgimento», convirtiéndose en himno de aquel movimiento de oposición que tomaría como nombre, precisamente, el título de aquella pieza: «Va pensiero».

Luego de aquella presentación, los integrantes del movimiento social convirtieron al apellido de Giuseppe, literalmente, en las siglas de una leyenda que representaba la oposición contra los invasores de su tierra: «Vittorio Emanuele Re D’Italia». 1 «Victor Manuel, rey de Italia»

Antes del tercer Reich
La devoción de Hitler por Wagner no forma parte, en absoluto, de la ideología nazi. Sólo él, no el Partido, se convirtió en protector de su obra. Se cuentan grandes opositores, como Alfred Rosenberg o incluso Goebbels y Göring, por no mencionar a Julius Streicher y a no pocas organizaciones nacionalsocialistas.

⎯Briggitte Haman, La familia Wagner

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Arte y clima: el judaísmo en la música (1851), escrito por Wagner, es uno de los manifiestos que el músico dejó como legado ideológico a los seguidores de Adolf Hitler, quien subiría al poder alemán en 1933 ⎯medio siglo después de la muerte del músico⎯. Así, aunque sus composiciones no estuvieron en absoluto influenciadas por el Tercer Reich, éstas se convirtieron en estandarte del mismo.

Mucho se habla acerca del la estrecha relación que mantuvo ⎯y mantiene en la memoria⎯ el músico alemán con el neonacionalismo; sin embargo, es obligatorio recalcar que la música de Wagner no hacía referencia a ningún asunto político. El arte de Wagner, según la evidencia de su legado artístico ⎯sin contemplar cualquier manifiesto que hubiese hecho fuera de este marco ⎯ , era eso, sólo arte.

Kurt Weill, compositor alemán, creía firmemente que la música debía servir a propósitos sociales y políticos. Su obra más conocida, The Threepenny Opera (1928),2 La ópera de tres centavos muestra una clara perspectiva a favor de las tendencias capitalistas de Marx.

Nacionalismo musical: política pro-arte
Arte es lo único que tiene México,
lo único que le da carácter y fisonomía propios,
para sí mismo y ante el mundo.
⎯Carlos Chávez

Fue tan compositor y director de orquesta como periodista, político y educador; su interacción con el régimen postrevolucionario, así como sus ideas políticas, sociales y de estética, convirtieron a Carlos Chávez en un ícono de la historia de la música ⎯y las artes en general⎯ en nuestro país.

Iniciaba la década de 1940 y una «lluvia de músicos europeos» empapaba a todos los países latinoamericanos. Los empresarios ⎯principalmente los mexicanos y argentinos⎯, fascinados con aquel superávit de talentos, desplazaron inconscientemente a los nacionales. Entonces, la política debía servir con urgencia a la música: Carlos Chávez lo hizo posible.

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Fundó el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y la Orquesta Sinfónica de México

«Pocas veces ha sido dada a un músico la posibilidad de influir de manera tan contundente y prolongada en el desarrollo del arte de su país.»

Yolanda Moreno Rivas

Chávez era una figura polarizada: por un lado, un hombre que hizo a un lado su inspiración revolucionaria y liberadora para cuadrarse a un esquema de Estado; por el otro, el hombre que hizo de sus influencias y poder político un impulso para el arte: el hombre que hizo política a favor de la música.

«Son artistas, y es deber del artista comprometerse con todas las dimensiones humanas. Algunas veces lo hacen “vulgarmente”, pero en otras ocasiones logran capturar con tal fidelidad la pasión de una causa, que lo hacen mejor que los mismos políticos.»

Stuart Maconie

Ires y venires
La música es revolucionaria: alínea las filas del pueblo,
lo despierta y los guía hacia delante.
⎯Dmitri Shostakóvich

En un contexto en el que la homosexualidad y el aborto habían sido nuevamente prohibidos por la ley, la equidad de géneros se veía diluida, el modelo de familia y los «valores tradicionales» eran nuevamente promovidos con bombardeos de propaganda, y la oposición era perseguida y encarcelada, Dmitri Shostakóvich escribió la historia de una criminal en búsqueda de su libertad sexual.

Lady Macbeth de Mtsensk, considerada por muchos como una de las óperas más importantes de la tradición artística rusa, colocó en la mira del régimen stalinista al compositor que ⎯en una vida llena de ires y venires ideológicos⎯ marcó el desarrollo artístico de su país retando a las imposiciones de la época.

La obra, estrenada en 1934 con increíble éxito, no fue vista por Stalin sino hasta dos años después —26 de enero de 1936—; dos días más tarde, las críticas en medios se encargaron de desprestigiarla al grado en que su popularidad se disolviera por completo ⎯llegó a ser calificada, incluso, como «música pornográfica».

La obra traspasó fronteras y, aunque durante más de dos décadas el público pudo disfrutar solamente la versión «pulida» ⎯para poder tener difusión, Dmitri aligeró la composición—, en la actualidad, la obra es presentada en su versión original.

Shostakóvich despidió al régimen socialista en los años 60 con múltiples Premios Stalin, un puesto como diputado del poder supremo soviético y el honor de ser el primer compositor en recibir la medalla de Héroe del Trabajo Socialista. Con sus composiciones no sólo marcó el desarrollo de la ópera del siglo xx, sino de la revolución y transformación contrarrevolucionaria que la Unión Soviética urgía.

Casi toda la música relacionada con asuntos políticos desde 1930 hasta 1970 puede ser clasificada como «revolucionaria», mientras que a partir de los años 80, la mayor parte de las composiciones se orientaron más hacia la crítica.

Give peace a chance
How many ears must one man have /
before he can hear people cry?

Más cercanas a las generaciones actuales, bandas como The Beatles, mc5, The Clash, Sex Pistols, Anti-Flag o Raise Against the Machine ⎯pocos como ellos⎯ han sido destellos contrarrevolucionarios que, con su música, han detonado desde crítica y análisis, hasta revoluciones ideológicas que golpean la política de todos los días en el mundo; asimismo, grandes artistas han logrado influir en su sociedad manteniéndose lejos de los reflectores políticos y limitándose a lo artístico.

¿Cuál es el camino correcto? ¿Todo el arte es político? ¿En qué otros momentos de la historia se han conjugado la música y la política?

La autora de este artículo recibirá sus comentarios en @luigiwich.

Referencias

⎯ Pauline Fairclough (ed.), «Twentieth Century Muysic and Politics» ⎯Essays in Memory of Neil Edmunds⎯; Universidad de Bristol, Reino Unido.
⎯Briggitte Haman, La familia Wagner
⎯Terry Klefstad, «Shostakovich and the Peace Conference»
⎯Conferencia: José Luis Téllez: «Lady Macbeth de Mtsensk de Dmitri Shostakóvich», en http://www.youtube.com/watch?v=gf3m91tNsMc
⎯Luis Velasco Pufleau, «Nationalism, Authoritarianism and Cultural construction: Carlos Chávez and Mexican Music (1921-1952)

 

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