Equipo Web. ALGARABIA
«Leer mucho, todo, verazmente....», éste es uno de los muchos consejos que dio el autor para aquellos que anhelan ser escritores.
rlos Fuentes nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá. Tanto su madre como padre eran mexicanos, pero como éste era funcionario encargado de relaciones exteriores, su familia se veía obligada a viajar constantemente, por lo que Carlos nació fuera de México y vivió su infancia intermitente entre Montevideo, Santiago de Chile, Buenos Aires, Perú, Brasil, entre otros lugares.
Llegó a México cuando tenía 16 años, e inició sus estudios en Centro Universitario México; posteriormente ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México para estudiar su licenciatura en Derecho. En una entrevista, Fuentes afirmó que la primera vez que sintió la necesidad de ceder ante la literatura fue a esa edad, a los 16.
Formó parte del grupo de intelectuales mexicanos de la década de los cincuenta, junto a Octavio Paz y Alfonso Reyes por ejemplo. En esa misma época, junto con Emmanuel Carballo, fundó la «Revista Mexicana de Literatura», y colaboró en el diario Siempre; algunos años después fundó también El Espectador en 1960.
Algunas de sus amistades aseguran que en 1954 fue cuando se dio a conocer como escritor con la publicación de su primer libro: Los días enmascarados. Este era una compilación de seis relatos –entre ellos el «Chac Mool»– el cual fue bien recibido por los lectores y críticos literarios.
«Ese llamado Boom, en realidad, es el resultado de cuatro siglos, literariamente, llegado a un momento de urgencia en que la ficción se convirtió en la manera de organizar las lecciones del pasado».
Sin duda, la figura de Carlos Fuentes sería reconocida nacionalmente cuatro años después, en 1958, cuando publicó La Región Más Transparente; y más tarde se consolidaría como escritor con: La muerte de Artemio Cruz (1962), las cuales también son pioneras del fenómeno editorial y literario que surgió entre los años 1960 y 1970, periodo en el que un grupo de jóvenes autores rompieron el esquema tradicional de la literatura, con el «realismo mágico» como ingrediente en común, y con una riqueza narrativa que sacudió los cimientos de Europa: el boomlatinoamericano.
Capitán de naves literarias
Considerado uno de los cuatro pilares principales de este movimiento literario –a lado de Vargas Llosa, García Márquez y Cortázar– Fuentes tuvo un papel importante en él porque abarcó todos los géneros: ensayo, poesía, teatro, novela, etcétera; además, él se encargó de promocionar a todos sus compañeros por extensas partes del mundo.
«La belleza sólo le pertenece al que la entiende, no al que la tiene.»
En 1962 publicó Aura, una novela corta cuya historia el autor sitúa en la Ciudad de México, considerada con una de las mejores narrativas del siglo XX, con esta obra Fuentes ganó el premio Cervantes. Dedicó su vida a ser político, escritor, crítico y periodista, dejando en cada uno de estos campos lo mejor de sí y su estilo.
Coherencia y política
En 1972 Fuentes se integró como miembro del Colegio Nacional, y por recomendación de Octavio Paz ese mismo año se desempeñó como delegado de México en diferentes organismos internacionales. Su lado político es todo un mundo aparte, hubo cosas de las que se enorgulleció y otras que prefirió nunca contar; desde luego, en sus obras plasmaba su compromiso político y social.
Entre 1975 y 1977 fue embajador en Francia durante el mandato de Echeverría. Con esto, abrió las puertas de la embajada a muchos refugiados políticos latinoamericanos y españoles, más tarde se retiraría de tal cargo –a modo de protesta– cuando Díaz Ordaz fue nombrado embajador de México en España, el primero tras la muerte de Francisco Franco.
Fue tal la necesidad de irse acoplando a diferentes culturas que también aprendió el idioma inglés y francés perfectamente.
En 1975 publicó la novela más larga a la cual dedicó 6 años de escritura: Terra Nostra, la cual le valió el premio Rómulo Gallegos. También incursionó en el teatro con su obra «Orquídeas a la luz de la luna», cuyo estreno tuvo lugar en Harvard en 1982.
Dos años más tarde fue acreedor del Premio Nacional de Literatura de México, y finalizó su novela Gringo viejo (1984), misma que ya había comenzado a imaginar en 1948. Para la década de los noventa fue condecorado con la Legión de Honor francesa (1992), la Orden al Mérito de Chile (1993) y el Premio Príncipe de Asturias (1994), entre otros honores.
Para el nuevo milenio Fuentes recibió el Premio de la Real Academia Española de Creación Literaria en 2004, y posteriormente publicaría Todas las familias felices(2006), La voluntad y la fortuna (2008) y Adán en Edén en 2009.
Carlos Fuentes falleció el 15 de Mayo del 2012 en la Ciudad de México, víctima de una úlcera a sus 83 años de edad. Su cuerpo fue trasladado a París, donde lo enterraron a lado de sus difuntos hijos: Natasha y Carlos.