Michel Tournier. ALGARABIA.
Hacen falta poco más que dos ojos para explicar las particularidades de lo que se ve todos los días... como el simple caminar de las vacas.
ciencia, todos los sabemos, se origina en la observación meticulosa de la naturaleza.
La visión de las 75 vacas blancas y negras de la granja de Coubertin, cerca de la estación de Saint-Rémy-lès-Chevreuse, calienta el corazón y ensancha los pulmones de los viajeros procedentes de París. No hace mucho fui a la estación a recoger a un periodista estadounidense; venía directamente del aeropuerto de Roissy por la línea b del rer1 . Le señalé el semáforo de la carretera.
—Aquí termina la zona urbana y empieza el campo —le dije—. Ahora entramos en la Francia profunda.
Y como si obedeciera a mi frase, el semáforo se puso en verde. Mi americano2 se quedó en silencio, sobrecogido de respeto por la «Francia profunda». Pero aquello no era nada. No habíamos andado ni cien metros cuando la carretera quedó bloqueada por las famosas vacas que regresaban al establo.
—La mayoría de los niños americanos —me dijo el visitante— creen que la leche es una bebida industrial, como la cerveza o la Coca cola.
—Quizá no les falte razón, tratándose de la leche americana —dije yo, con mala intención.
—Hay muchos que quedan impactados cuando se les dice la verdad y se les muestra la manera arcaica y carnal de obtener la leche.
—¡Arcaica y carnal! En efecto, así es la vaca. Mírelas cómo avanzan delante de nosotros. Ya andaban así en los tiempos de Homero.
—¿De veras cree que las vacas siempre anduvieron así? —me preguntó.
—¡Pues claro!
No hay que fiarse nunca de los estadounidenses. Su aparente ingenuidad a veces esconde saberes sorprendentes.
Dos tipos de andar
—No esté tan seguro —continuó el americano—. Como usted debe saber, los cuadrúpedos caminan según dos tipos de andadura muy distintos: la ambladura y la diagonal. En
la ambladura, el miembro anterior derecho y el miembro posterior derecho avanzan al mismo tiempo; después, el miembro anterior izquierdo y el miembro posterior izquierdo se desplazan a la vez.
No con perfecta simultaneidad, para ser exactos; la ambladura nunca es exacta: el miembro posterior se mueve ligeramente adelante sobre el miembro anterior, al que parece empujar. En la andadura diagonal, por el contrario, el animal adelanta primero el anterior derecho y el posterior izquierdo, y después el anterior izquierdo y el posterior derecho.
—Nuestras vacas andan en diagonal —observé yo.
¿Fue siempre
así? Nos hallamos ante un problema que los zoólogos no
han sabido aclarar, que yo sepa
Casi todos los cuadrúpedos domésticos andan en diagonal, empezando por el gato, el perro, el caballo y la vaca. Antes, se ataban las patas de algunas yeguas —llamadas hacaneas— para enseñarles por fuerza la ambladura. Se les destinaba a las damas que montaban «a la amazona», porque para ellas la ambladura resultaba más cómoda.
La ambladura es también el modo de andar del camello y el elefante. Si quiere usted distinguir a un lobo de un pastor alemán, mire cómo andan; el primero ambla, el segundo anda en diagonal.
—También se les puede hacer beber: el perro lame, el lobo aspira el líquido.
—Podría decirse que la presencia humana modifica la andadura de los cuadrúpedos, haciéndolos pasar de la ambladura a la diagonal. ¿No le parece curioso?
—Entonces, ¿usted piensa que las vacas
de Homero amblaban, y que luego
pasaron a la diagonal para dar gusto a los humanos?
—Si no las vacas, al menos sus antepasados prehistóricos. Y no fue por dar gusto. Debió ser un efecto de la civilización.
La mano del hombre
Mi visitante me dejó perplejo. Desde ese día, no puedo ver andar a un cuadrúpedo por la calle, por el campo o en la televisión, sin observar si camina amblando o en diagonal.
Es cierto que entre los animales domésticos predomina la diagonal, pero tampoco falta la ambladura. He notado, por ejemplo, que todos los perros de caza adoptan la ambladura en acción. Es ahí donde hay que buscar la clave de la alternativa.
Por el contrario, los mamíferos salvajes sólo conocen la ambladura, desde el zorro al corzo, pasando por el tigre y
el bisonte.
Mi idea es ésta: la diagonal es una andadura ideal. Es más equilibrada y sin duda menos fatigosa que la ambladura, que obliga al animal a lanzar su cuerpo primero a la derecha y luego a la izquierda, en un balanceo que se observa en el elefante y en el camello.
Pero la diagonal implica un terreno perfectamente plano. Este terreno lo ofrece el hombre a sus animales domésticos en forma de camino, pradera o suelo de las casas. Por el contrario, para los terrenos accidentados, los suelos
arenosos, pantanosos o rocosos, la ambladura es más fácil y más segura.
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Las tres andaduras del caballo —paso, trote y galope— también son muy interesantes. De esta manera, observamos que así como el paso suele ser en diagonal, el trote es siempre en diagonal pura, y el galope en ambladura pura. El trote es un paso humano, artificial, que los caballos salvajes desconocen.
La ambladura es pues el modo de andar salvaje y rústico, y la diagonal la andadura refinada y civilizada.
¿Y el hombre, en todo eso? Ciertamente no es un cuadrúpedo, aunque a veces ande a cuatro patas, pero observemos a nuestros semejantes cuando deambulan ante nuestros ojos. Si tienen los brazos libres, los balancean al andar. Y ¿cómo los balancean? Adelantando el brazo derecho al tiempo que la pierna izquierda, y viceversa. Es la diagonal. Un caminante que imitara la ambladura con los brazos, sin duda adoptaría una buena dosis de salvajismo.❧