El artista ruso interpreta hoy Las cuatro estaciones de Vivaldi, como solista de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional
Ángel Vargas. LA JORNADA.
Periódico La Jornada
Sábado 6 de febrero de 2016, p. 4
Encontrar hoy una escuela o un estilo de ejecución musical bien definidos es cada vez más difícil; también faltan las grandes figuras que influirán para transformar el arte musical en el futuro.
Tal es la percepción del reconocido violinista ruso IlyaKaler (Moscú, 1963), quien regresa a México luego de varios años de ausencia, para participar por vez primera como solista con la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (Osipn), en el segundo programa de su primera temporada del año.
De acuerdo con el intérprete, quien es el único violinista ganador de medalla de oro en tres de los concursos internacionales más prestigiosos: el Chaikovsky, de Moscú; el Sibelius, en Helsinki, y el Paganini, de Génova, las escuelas de ejecución de ese instrumento comienzan a desaparecer debido a los cambios sociopolíticos y económicos en el mundo contemporáneo.
Ahora es difícil determinar a cuál escuela de violín pertenece tal o cual músico. Tiene más sentido hablar de preferencias personales de cada maestro y de una tendencia que de generalidades, señala.
Antes del concierto que ofreció el jueves pasado y que hoy repite como solista de la Osipn, Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, IlyaKaler acepta que mantiene una opinión muy poco popular sobre la dinámica prevaleciente en el mundo de la música.
Hay muchos compositores muy talentosos que crean obras interesantes y virtuosas. Sin embargo, en los ámbitos de la interpretación y de la ejecución faltan figuras geniales, grandiosas, como, por ejemplo, estuvieron presentes en la primera mitad del siglo XX, cuyo quehacer ha influido tanto que después de ellos ya el arte no ha sido el mismo, explica.
No hay figuras como Schoenberg, Bartok, Shostakovich, Stravinsky. Además de que en la actualidad existe un sinnúmero de concursos que se han vuelto para muchos jóvenes intérpretes el objetivo primordial en su carrera, lo cual es un grave error.
Las competencias, dice, son importantes, pero sólo por determinado tiempo: Hay que saber cuándo cambiar de mentalidad y actitud; entender que la auténtica vida artística del músico comienza justo después de participar en un certamen. Sin duda, para una serie de jóvenes intérpretes participar en uno puede ser muy estimulante y útil; pero, para otros, totalmente perjudicial.
Por una enseñanza prospectiva
De acuerdo con Kaler, las condiciones económicas, políticas y sociales actuales influyen de manera negativa en la afluencia de público en las salas.
Apunta que la música de concierto es una tradición cultural en algunos países y afirma que hay otros en los que las personas aman más la música.
Menciona por ejemplo América Latina, donde sí hay una tradición musical; las personas aman la música y a las salas acude mucho público joven, algo que no ocurre en Estados Unidos.
El también profesor en las escuelas de música de Eastman en Rochester, Nueva York y en la de Indiana, así como en la Universidad DePaul, en Chicago, está convencido de que la incidencia del arte sonoro va más allá de sí mismo y sostiene que dar clases de música es una profesión sintética.
No sólo se enseña cómo sostener el instrumento, indica, sino también se instruye en historia, estética, politología y sociología.
Insiste en la necesidad de cambiar de enfoque en la enseñanza musical y propone que en vez de hacerlo de manera retrospectiva, del presente hacia el pasado, se haga de forma prospectiva: desde el pasado hacia el futuro.
Solo así podremos entender la envergadura de aquellos genios musicales de otras épocas, comprender que cada uno de ellos creó algo nuevo.
El concierto de la Osipn, con Kaler como solista y Enrique Arturo Diemecke como director, será hoy a las 13 horas en el Auditorio Alejo Peralta del Centro Cultural Jaime Torres Bodet (Wilfrido Massieu y avenida IPN, Zacatenco).