La Redacción. Algarabía.
Usan mucho esta palabrota para referirse a algo grosero, y mucho tiene que ver con su origen latino.
otra noche estaba viendo South Park cuando mi mamá bajó a cenar. Lo más prudente hubiera sido cambiar el canal en ese momento para evitar lo que vino después, pero sinceramente el capítulo me tenía muerta de risa, por lo que fue inevitable que mi madre oyera algunos de los diálogos y soltara una frase digna de ella: «Eso es lo más prosaico que he oído en mi vida».
¿Prosaico? Ya había escuchado esa palabra; no sabía bien a bien qué quería decir, pero estaba segura de que no se refería a los defectos de la «maravillosa» prosa de Stan, Kyle, Eric y Kenny. Supuse que, por el modo y el énfasis que puso en la palabrota, se trataba de algo más, algo muy malo.
Pero, por extensión, su uso más difundido es el de «falto
de idealidad; insulso, vulgar».
De acuerdo con el drae, esta palabra proviene del latín tardío prosaicus y designa aquello que adolece de prosaísmo: defecto de la obra literaria que consiste en la falta de cualidades poéticas, en la vulgaridad de la expresión que no está sujeta a la medida y cadencia del verso.
Mi mamá tenía razón: mis niños consentidos de South Park utilizan el lenguaje vulgar
y el humor negro para satirizar a la sociedad y criticar su comportamiento contradictorio e hipócrita —pero ese lenguaje prosaico es lo que lo hace divertido.
Lo poetas en la antigua Roma eran muy rigurosos en la construcción poética: utilizando rima, un cierto número de sílabas por cada verso y determinados versos por cada composición. Pero esto fue modificado por una nueva poesía en forma de prosa, que varios optaron por denominarla: prosaica, en el sentido de baja, burda y vulgar.
Después del comentario de mi mamá tuve que cambiarle para evitar otra discusión, pero me quedé pensando en la idea que se tiene de lo prosaico como un defecto de la clase baja —esto lo digo recordando algún «fino» piropo que, de sólo acordarme, me da escalofríos—; pero este lenguaje también es propio de políticos, deportistas, artistas y algunos caricaturistas como Jis y Trino, que podrían escandalizar a cualquiera —no sólo a mi jefa.
En conclusión: prosaicos hay en todos lados, pero, eso sí, la intención no siempre es la misma; lo prosaico puede utilizarse para ofender e incluso para hacernos reír... aunque mi madre opine lo contrario.