Incontables libros robados se han detectado a la venta el comercio informal, aunque la autoridad ve este tipo de actos como “difusión de la cultura”, dicen los editores
JUAN CARLOS TALAVERA. Excélsior.
En los últimos años se ha incrementado drásticamente el robo a camionetas que transportan libros de la editorial Hermanos Porrúa, reconocen en entrevista Rodrigo y José Miguel Pérez Porrúa, directores comercial y editorial, respectivamente, de este sello que aglutina algunas de las colecciones más vendidas en México, como “Sepan cuántos...”
Lo que es peor, aseguran a Excélsior, es que muchos de esos ejemplares hurtados se venden, poco después, en las inmediaciones de la sucursal matriz, ubicada en la emblemática esquina de República de Argentina y Justo Sierra, en el Centro Histórico.
Sí ha habido robos grandes de camiones que vienen de imprenta, cuyo material encuentras más tarde vendiéndose en cualquier local en los alrededores (de Porrúa) o en algunas plazas”, explican.
¿Qué robo de grandes dimensiones padecieron recientemente?, se les pregunta. “Nos pasó con el tiraje completo del libro El juicio de amparo, de Ignacio Burgoa, que eran aproximadamente 10 mil ejemplares recién salidos de encuadernación”.
¿Qué se hace en estos casos? “Mira, en México ha crecido mucho la piratería y el robo de libros. Es absurdo, se dice que no se lee, pero en cualquier estación del Metro encuentras a un torero con 30 libros; si caminas por Eje Central observas puestos de libros por todas partes. Es más, aquí a un costado del Templo Mayor tenemos un puesto de ésos”.
¿Se comercializan libros robados? “Sí, en muchas ocasiones es mercancía que roban a librerías o editoriales formales. La piratería y el comercio informal en México han crecido mucho, y no necesariamente porque sea más barato, es lo más patético, pues muchas veces encuentras en el puesto pirata el libro al mismo precio que en cualquier librería”.
Otro atraco que recientemente experimentaron los Porrúa sucedió a un camión que transportaba, entre otros, un tiraje importado del libro El arte del saber estar, prologado por la reina de España.
Semanas después el editor español llegó a México. Con una sonrisa les agradeció el gran trabajo de distribución, pues durante una caminata por el Zócalo lo encontró en exhibición, al punto que se tomó fotografías con los ejemplares. Sin embargo, debieron explicarle que se trataba de los libros que les habían robado.
¿Ahora parece una anécdota de risa?, se les cuestiona. “¡Claro!, pero cuando pagas la merma... no da risa”.
¿Cómo castigar este delito? “Mira, en este caso se maneja como fomento a la lectura, pues aunque la delegación (demarcación territorial) se lleva a todos los vendedores de fayuca y piratería, a los de libros no porque los considera parte del fomento a la lectura”.
Aunado a esto, ambos lamentan que en la esquina emblemática de la librería Porrúa confluyan los tres tipos de comercio.
Es curioso, porque en esta esquina subsiste una empresa de tradición que paga sus impuestos y subsiste honestamente, mientras en la contraesquina tenemos una empresa pública (Educal) que nos compite, y en la otra los ambulantes. Es decir, nosotros pagamos impuestos para que los otros paguen sus impuestos... y los otros ya no paguen nada”.
OBSTÁCULOS Y FERIAS
Durante la entrevista, los Pérez Porrúa lamentan que desde hace una década las autoridades de la Ciudad de México les han impedido construir un centro cultural en un predio, ubicado a un costado de la Torre Murano, al sur de la Ciudad de México.
¿La razón? Trámites burocráticos y todo tipo de trabas que esperan solventar este año para finalmente colocar la primera piedra. Dicho predio, a un costado de la estación del Metrobús Dr. Gálvez, busca posicionarse como un punto de venta estratégico, al lado de Ciudad Universitaria.
Pero lo mismo les ha sucedido con el megadesarrollo de la librería que propusieron en Guadalajara, a causa de trámites que no han conseguido superar.
¿Cómo sortea Porrúa Hermanos la crisis financiera? “El alza al dólar también nos ha complicado, nos hemos enfrentado a un alza de 20% en el papel y en las tintas. Sin embargo, hemos tratado de mantener los precios”.
¿El cierre de su sucursal de Polanco, ubicada entre Masaryk y Petrarca, responde a la crisis que enfrentan? “No decidimos cerrarla, sino reubicarla. Hoy mantenemos la sucursal de Plaza Antara y pronto abriremos una en la Plaza Miyana, en la misma zona (Ejército Nacional)”.
¿Ésta tendrá el mismo volumen que la de Masaryk? “Será similar, pero tendrá un enfoque infantil, aunque con todos los servicios que ya se conocen”.
¿Cuál es su mayor producto para promover el libro? “Nuestra librería itinerante, un proyecto que iniciamos hace dos años. Se trata de una gran librería que montamos en diferentes plazas públicas, como una feria del libro, donde agrupamos a todas las editoriales mexicanas y extranjeras, con cientos de actividades y sin costo para las editoriales.
Ya hemos estado en Toluca, Texcoco, el Parque España y el Parque México, en Iztapalapa, la Universidad Anáhuac. Y ahora preparamos la próxima feria itinerante en la delegación Cuauhtémoc”.
¿Cuántas sucursales abrirán este año? “Para este semestre tendremos seis nuevas: Guadalajara, Plaza Miyana, en el Toreo, Duraznos, Bosques de las Lomas y en la calle de Seminario, en el Centro Histórico”.
¿Cómo ha evolucionado Porrúa en la venta de contenidos digitales? “Por ahora sólo 3% de nuestras ventas sucede en línea; es algo que tenderá a crecer, pero hoy en día la mayoría de la gente prefiere libros en papel”.