Carina Gómez Fröde hizo una selección indispensable de películas útiles para la enseñanza jurídi-ca procesal
LUIS CARLOS SÁNCHEZ. Excélsior.
Portada del segundo número de la revista Cine Qua Non.
CIUDAD DE MÉXICO.
Pandillas de Nueva York (Martin Scorsese, 2002), Amores perros (Alejandro González Iñárritu, 2000), Los olvidados (Luis Buñuel, 1950), Bailando en la oscuridad (Lars von Trier, 2000), Se presume inocente (Paul J. Pakula, 1990), Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000) o El gladiador (Ridley Scott, 2000), forman parte de las 50 películas que la doctora en Derecho, Carina Gómez Fröde ha elegido como la videoteca indispensable para la enseñanza jurídica procesal.
La directora del Seminario de Derecho Procesal de la Facultad de Derecho de la UNAM afirma que prácticamente toda la cinematografía mundial sirve para ilustrar fenómenos o figuras jurídicas. “Casi todas las figuras jurídicas se pueden ver en las películas, desde una constitución, la celebración de un matrimonio, un contrato, la mediación, los delitos penales que se condenan en los juzgados, las cuestiones económicas, los contratos económicos bancarios, cuestiones laborales, hay películas que hablan del trabajo, de equidad de género, de violencia contra la mujer”, afirma.
Abogada, pero antes que nada cinéfila, Gómez Fröde organizó durante cuatro años en la Facultad de Derecho cine-debates jurídicos en los que invitaba a profesores especialistas en diversas materias legales y utilizar el cine como material de apoyo. De ahí surgió Cine Qua Non. Revista Mexicana de Cine y Derecho, publicación cuatrimestral que está por lanzar su tercer número y que busca analizar el séptimo arte desde la perspectiva de la abogacía.
La revista, explica en entrevista, “se divide en tres secciones. La primera parte trata de aspectos generales y de análisis de películas en general; puede estudiarse el tema de la discapacidad, se revisan películas en un solo ensayo; en la segunda parte incluimos análisis de películas específicas. Para la tercera parte siempre hay una entrevista con alguien relacionado con la industria del cine: un director, productor, programador”.
Cine Qua Non cuenta en su consejo editorial con jurisconsultos como Benjamín Rivaya, de la Universidad de Oviedo; Francisco Javier de Lucas, director de la Colección Cine y Derecho Tirant Lo Blanch, o César Oliveros Aya, de la Universidad Militar Nueva Granada de Chile, entre otros. “A través del respaldo de la Dirección General de Apoyo a Proyectos en Educación pudimos hacer una videoteca jurídica en la Facultad de Derecho, también imprimir la revista e invitar a los cinéfilos jurídicos a escribir; el chiste es que se analicen términos jurídicos vinculándolos con películas cinematográficas o con documentales”.
Dos números de la publicación se encuentran en circulación y pueden descargarse gratuitamente del sitio www.revistacinequanon.com. El tercer número, a punto de aparecer, incluye el estudio de trece películas en los que se abordan temas jurídicos como la familia, el divorcio, el aborto, el reconocimiento de los hijos, la guardia y custodia de los hijos, el derecho de los padres, la violencia familiar y contra la mujer, los derechos de los pacientes, las enfermedades terminales, así como el derechos de la niñez en los conflictos bélicos.
La manera en la que la publicación trata la cinematografía forma parte de una intención mayor: ayudarse del cine para la enseñanza del derecho. “En clase, por lo general, se elige una película y se analiza desde el punto de vista jurídico, se relaciona con disposiciones legales o con doctrina, algo que hayan escrito los tratadistas o ahora que están de moda los tratados internacionales; ahora estamos incluso viendo la posibilidad de ampliar nuestro análisis para que se tomen en cuenta problemas médicos”.
A través de la pantalla, dice la especialista, resulta más fácil acercar al alumnado a diversos términos jurídicos. “Los abogados de antes eran mucho más cultos, tenían más formación cultural de música, en las artes, ahora a algunos abogados no les gusta el cine y se pierden de la oportunidad de conocer otras formas de pensamiento, de conocer lugares a los que a lo mejor nunca van a ir en su vida. Resulta muy agradable viajar a través del cine, conocer otras formas de pensar y de concebir el derecho”, concluye la jurista.